Por Cristina Rodríguez Mota
CRDmedia

A cinco meses de estar fuera de funciones, con procedimientos incumplidos y sin respuesta formal a mi situación laboral, observo con profunda preocupación cómo se han tomado decisiones que atentan directamente contra la carrera docente y el profesionalismo que debe regir la formación del magisterio.
En este tiempo, se han asignado personas sin el perfil correspondiente a funciones clave dentro del Instituto Nacional de Formación y Capacitación del Magisterio (INAFOCAM). Un chófer ha sido colocado en lugar de un técnico docente. Un conserje ha ocupado la posición que correspondía a un educador formado. Una secretaria fue ubicada en funciones que antes desempeñaba una funcionaria educativa con formación especializada.
Quiero ser clara: valoro profundamente las funciones de apoyo y respeto a todos los colaboradores administrativos y operativos. Cada rol tiene un valor dentro del engranaje institucional. Pero así no es. Así no se garantiza calidad, ni justicia, ni respeto por la carrera que tanto nos ha costado construir.
Colocar personal sin el perfil adecuado en posiciones estratégicas no solo viola normativas, sino que representa una falta grave a la ética institucional y al sentido mismo de la función pública. Es una forma de invisibilizar el esfuerzo y la preparación de cientos de docentes que, como yo, hemos sido formados para acompañar, evaluar y transformar la educación desde un lugar técnico y pedagógico.
No se puede hablar de calidad educativa si se improvisa en lo más básico: el respeto al perfil profesional. No se puede hablar de transformación del sistema educativo si quienes deben implementarla están siendo sustituidos de manera arbitraria y discrecional.
El INAFOCAM nació para ser un referente de excelencia en la formación docente. Hoy, duele ver cómo se aleja de ese ideal.
Este no es solo mi caso. Es el reflejo de una lógica que, si no se detiene a tiempo, puede hacer colapsar la confianza y el sentido mismo de las instituciones.
Como siempre, levanto mi voz en defensa no solo de mi derecho, sino del derecho de todas y todos los docentes a ser tratados con respeto, justicia y transparencia.
Porque así no es. Así no debe ser.