Por Redacción
CRDmedia

El gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) ha demostrado con creces que su lealtad no está con el pueblo trabajador que lo llevó al poder, sino con la élite empresarial que dicta las reglas desde sus torres de cristal. La reforma laboral que amenaza con eliminar la cesantía no es un simple ajuste técnico: es una embestida directa contra los derechos adquiridos de miles de dominicanos que viven del sudor de su frente.
Lo más indignante no es solo la propuesta en sí, sino el cinismo con el que se presenta: disfrazada de “modernización” y “flexibilidad”, cuando en realidad busca abaratar despidos y dejar al trabajador en estado de desamparo. ¿Cómo puede un partido que se alimenta de votos de la clase obrera impulsar una reforma que la despoja de su única red de protección?
Pero el problema no termina ahí. Los líderes sindicales, que hoy levantan la voz en defensa de la cesantía, lo hacen desde oficinas climatizadas y con pensiones que los blindan del hambre que sí golpea al obrero común. Gabriel del Río Doñé y Rafael Abreu han dicho que “no aceptarán retrocesos”, pero ¿cuántas veces hemos visto a estos mismos representantes ceder ante el poder cuando las cámaras se apagan y los acuerdos se firman en privado?
El trabajador dominicano está atrapado entre dos verdugos: un gobierno que legisla para los ricos y una dirigencia sindical que, aunque se pronuncia, no garantiza resistencia real. El fanatismo político y la alienación mediática han convertido a muchos militantes del PRM en defensores de sus propios opresores, incapaces de ver que el modelo económico que se les impone no los incluye, los explota.
La cesantía no es un privilegio: es un derecho. Y eliminarla o fragmentarla en pagos miserables es condenar al trabajador a la mendicidad institucionalizada. Si el Congreso aprueba esta reforma, no solo se violará la Constitución, sino también el pacto social que sostiene la paz laboral en el país.
Los sindicatos han anunciado movilizaciones y vigilias. Pero el pueblo necesita más que declaraciones: necesita garantías de que no serán traicionados otra vez. Porque si se toca la cesantía, lo que se viene no es modernización, es conflicto.