Pekín (EFE).- En los últimos meses, China ha emprendido una ofensiva diplomática para erigirse como nuevo mediador global en un intento de afianzar su influencia política y proteger sus intereses, como demuestra el viaje a Europa que inicia este lunes el representante especial del Gobierno chino para asuntos euroasiáticos, Li Hui.
Ya sea entre ucranianos y rusos, entre iraníes y saudíes o entre israelíes y palestinos, el país asiático media con un pie puesto en sus intereses económicos y otro en proyectar una imagen de neutralidad para desatascar conflictos.
Desbloquear la guerra en Ucrania
Desde que estalló la guerra en Ucrania, numerosas voces han pedido a Pekín que, dadas sus buenas relaciones con Moscú, utilizara su influencia para detener el conflicto. Pero su propuesta de 12 puntos -que prioriza el alto el fuego y el respeto a las “legítimas preocupaciones de seguridad de los países”- fue vista por Occidente como un guiño a las exigencias rusas.
Tras hablar con sus homólogos de Rusia, Alemania, Francia o incluso Brasil, el presidente chino, Xi Jinping, mantuvo finalmente una conversación con el ucraniano, Volodímir Zelenski, en el que reafirmó que China respeta “la integridad territorial de los países” y anunció la designación de un enviado especial que viajará a la zona esta misma semana.
De esta manera, apuntan analistas, China busca mantener un delicado equilibrio entre los actores internacionales, especialmente con Europa, a quien demuestra que puede jugar un papel más constructivo en los asuntos que más le afectan.
Mediador entre Irán y Arabia Saudí
El anuncio el pasado marzo de que Irán y Arabia Saudí reanudaban relaciones dejó como sorpresa el papel mediador que jugó China. El gigante asiático aprovechó ese triunfo para presentar sus credenciales como árbitro global y como “gran potencia responsable”, aseveraron los medios oficiales del país.
Algunos expertos han señalado que aunque la mediación entre Irán y Arabia Saudí llevaba varios años en marcha facilitada por otros países, China se llevó la victoria diplomática tras consolidarse como el mayor socio comercial de Arabia Saudí y uno de los principales aliados del mundo árabe, tras la celebración de dos cumbres históricas en Riad en las que participó el presidente chino en la que fue su primera visita a la región desde 2016.
Reanudar las conversaciones entre israelíes y palestinos
Al tiempo, China ha mostrado su deseo de facilitar la reanudación de las conversaciones de paz entre Israel y Palestina, y pidió “valentía política” en un momento de tensión entre ambos lados.
El canciller chino, Qin Gang, aprovechó una conversación con su homólogo israelí para aludir a la Iniciativa de Seguridad Global que impulsa el gigante asiático y la creencia de China en que la clave para solucionar el conflicto palestino-israelí está en defender la visión de la “seguridad común”.
Según expertos citados por la prensa local, China ha cultivado “contactos saludables” con ambas partes, lo que le ha llevado a proyectar “neutralidad” y a “crear expectativas de paz”.
Estabilidad en Afganistán
El pasado 13 de abril, China se lanzó con un nuevo documento de posición sobre Afganistán el que afirmaba que apoya la “reconstrucción” del país y su “desarrollo político” mediante un gobierno “moderado y prudente”.
Días después, el canciller Qin mantenía un diálogo trilateral con representantes afganos y paquistaníes para “inyectar confianza mutua” entre ambos vecinos, que han mantenido disputas fronterizas durante los últimos años. Pekín busca además integrar a Kabul en los proyectos de las Nuevas Rutas de la Seda, con los que pretende tejer una red comercial internacional y globalizar su influencia.
Entretanto, la próxima semana se celebrará la cumbre China-Asia Central, y Pekín ya ha apelado a Uzbekistán, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Turkmenistán a que se opongan a “injerencias externas” para “hacer de Asia Central un campo de cooperación beneficioso en lugar de uno para los juegos geopolíticos”.
El conflicto birmano
Otra de las recientes visitas de Qin Gang ha sido a Birmania, donde se reunió con el jefe de la junta, Min Aung Hlaing, el encuentro de mayor nivel entre Pekín y Naypyidó desde el golpe de Estado en febrero de 2021, escenificando el apoyo actual de China a los militares tras mantener un perfil bajo durante los pasados dos años, en los que las milicias prodemocracia han ganado terreno a las fuerzas armadas.
El objetivo inicial de China, que tiene 2.129 kilómetros de frontera con Birmania y es su mayor socio comercial, sería asegurar que el Ejército protege y reinicia allí sus proyectos, algunos estancados desde el golpe, entre ellos los relacionados con ganar acceso al océano Índico, temiendo que una victoria de la oposición ponga cotos a su influencia.
Para ello, China refuerza lazos con el Ejército y también media entre éste y las guerrillas étnicas con el objetivo de impulsar la estabilidad más a largo plazo, convirtiéndose discretamente en el actor externo “más proactivo” en Birmania, frente a las divisiones de la regional Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y ante la distracción de EE. UU. por la guerra de Ucrania.