Por Sonia Calderón
CRDmedia
Cuando se aprobó la ley 33-18 o Ley de Partidos, Movimientos y Agrupaciones Políticas, una gran mayoría de los actores del sistema dijeron “esta ley va desangrar los partidos”, lo que así pensaban o piensan, afirmaban que la competencia interna provocaría enemistades y heridas difíciles de curar entre los que perdían y los que ganaban.
Al día de hoy podemos decir que existe un poco de cada cosa, pues los partidos no han podido controlar a sus dirigentes para que compitan digna y correctamente por las candidaturas a que aspiran.
En las provincias existen jeques que quieren imponer su voluntad en base a glorias pasadas y sus enclavadas con los de arriba en detrimento de otros liderazgos locales emergentes. Las contiendas internas actuales están presentando dificultades y problemas en todos los partidos políticos, pues al cumplirse la fecha fijada por la Junta Central Electoral (JCE) para las reservas de candidaturas y próximamente para conformar las alianzas electorales, cada cual está arando con su novillo.
Sería recomendable que los altos dirigentes de los partidos políticos recuerden que esa ley es de conocimiento público y que la mayoría de los aspirantes a cargos electivos la conocen, en tal virtud, deberían hilar fino, debiendo cortar con la precisión de un cirujano, para que al momento de hacer las “operaciones” de reservas no corten el tejido sano y dejen el dañado, pues de hacerlo así, este tejido infeccioso hará Metástasis en otras candidaturas conexas, entonces sería más difícil evitar que alcance el órgano vital que es la candidatura presidencial y muera el paciente.
Aunque para las próximas elecciones todos los partidos han decidido escoger sus candidatos por medios permitidos por la ley, encuestas, asambleas de dirigentes y reservas. Bueno es saber que estos tres métodos son susceptibles de algún tipo de manipulación, de allí es que lo recomendable sería hacer la selección de candidaturas a través de votos indirectos representados por medio de los Comités Intermedios, Dirección de Zona, Presidente de Directorio o como le llame cada partido a ese organismo que es verdaderamente el que representa las bases de cada estructura y, por tanto, la mejor opción para someterlo al escrutinio de cada demarcación en febrero y mayo del 2024, respectivamente. Aconsejable es también, que la “cirugía” no sea a sangre fría, ¡Ah!, y que no busquen a cualquier anestesiólogo, porque pueden dormir demasiado las bases y que luego no despierten a tiempo para votar o no despierten nunca.
En este mismo orden de ideas, sería recomendable activar protocolo postquirúrgico adecuado, el cual consiste en cama de posición (esa es la dirección provincial y municipal, allí reposará el paciente); oxígeno (algunos aspirantes son los ideales, pero no tienen ni un cobre y necesitan una mano de su partido); antibióticos (siempre es necesario, pues pequeñas o grandes, al fin y al cabo son heridas, y hay que asegurar que los candidatos elegidos cuenten con la colaboración y apoyo de los que perdieron).
Concluyo este análisis, exhortando a que no se escatimen esfuerzos por contratar un buen cirujano, pues está en juego la salud del paciente (candidato) y el prestigio del centro médico (el partido que lo postula), y no quiero ni imaginar la sala de cuidados intensivos (Tribunal Superior Electoral) atascado con miles de expedientes sometidos por aspirantes de todos los partidos políticos alegando malas prácticas médicas en la cirugía (que fueron violentados sus derechos).