Por Redacción
CRDmedia
Al final de la Segunda Guerra Mundial, se crearon varias instituciones de intermediación, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuyo principal objetivo es mantener la paz y la seguridad internacional, fomentar las relaciones amistosas entre las naciones y promover el progreso social, mejores condiciones y derechos humanos. A pesar de tan nobles propósitos, con el tiempo la ONU ha acumulado un historial de desaciertos y falta de seriedad al violar ella misma sus propios reglamentos. En gran medida pudiéramos decir que, es responsable del mundo que hoy tenemos, un mundo dividido al borde del caos, donde no hay interlocutores apropiados para mediar en ninguna de las guerras que HOY se libran.
Si exploramos el ámbito local, encontraremos semejanzas en las carencias que tiene la sociedad dominicana al no tener mediadores que gocen de la venia de toda la sociedad como ocurría antes. La participación de miembros de la sociedad civil, periodistas y comunicadores en el tren gubernamental nos ha dejado sin verdaderos mediadores para afrontar las crisis presentes y futuras a las que deberemos enfrentarnos como sociedad.
A propósito de verdaderos mediadores, el Sr. Carlos Pimentel, otrora personaje vinculado a las luchas sociales anticorrupción, se encuentra en un torbellino que no le permite salir de aquello que en el pasado cuestionaba. Es el caso de su reciente designación como Director General de Alianzas Público-Privadas (DGAPP), a pesar de ser el director de Compras y Contrataciones. No obstante a las lluvias de críticas que han caído sobre dicho decreto dado por el presidente Luis Abinader, el Sr. Pimentel se ha mantenido firme e incluso ha justificado la designación con uñas y dientes, como todo buen encantador de serpientes ante las masas, reafirmando que el mismo tiene como propósito fortalecer las contrataciones públicas.
Carlos Pimentel ha olvidado que al ocupar dos funciones, una de regularización y otra operativa, se presentan conflictos de interés, las cuales están prohibidas en la constitución, de conformidad con lo que establece el Art. 144: “Ningún funcionario o empleado del Estado puede desempeñar, de forma simultánea, más de un cargo remunerado, salvo la docencia”. De igual manera, colide con la naturaleza de las actividades de la DGCP por ser de regulación. Es decir, estará haciéndolo juez y parte, y el Art. 9 de la Ley 247-12 habla de la separación de actividades en los casos que sean de regulación y ejecución.
Inclusive, el mismo beneficiado, Carlos Pimentel, está obligado a no aceptar la designación de conformidad con lo que establece la Ley 41-08 de Función Pública, en su Art. 80, de las prohibiciones: aceptar designación para desempeñar en forma simultánea más de un cargo del Estado, salvo cuando se trate de labores docentes, culturales, de investigación y las de carácter honorífico no afectadas por incompatibilidad legal, y con la debida reposición horaria cuando hubiera superposición de este tipo. La aceptación de un segundo cargo público incompatible con el que se esté ejerciendo, supone la renuncia automática del primero sin desmedro de la responsabilidad que corresponda.
Por otro lado, la Ley No. 47-20 de Alianzas Público-Privadas establece en su Artículo 19.- Dirección ejecutiva, que la Dirección General de Alianzas Público-Privadas será dirigida por un Director Ejecutivo, el cual deberá cumplir con los siguientes requisitos: (…) 6) No desempeñar ningún cargo o empleo de cualquier naturaleza con excepción de la actividad docente.
Sin un Carlos Pimentel, sin un Huchi Lora y demás miembros de nuestra querida sociedad civil que anteriormente nos defendían de los atropellos del poder y de algunos funcionarios, se acabaron los mediadores. Ni siquiera parte de la iglesia está de parte del pueblo, lo cual pudimos constatar en sus pronunciamientos durante la propuesta de Ley de Modernización Fiscal introducida por el presidente Abinader. Siendo así las cosas, solo nos queda invocar al Chapulín Colorado para ver si él puede defendernos.