Deshonestidad Estudiantil y el Rol de Docente en Procura de la Calidad y Competencia

 

Por Juan Manuel Morel Pérez
Ciudadanía RD Media

Los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad
Abogado Magister en Seguridad y Defensa Nacional, Especialista en Derechos Humanos y Derecho Internacional humanitario, doctorando en derecho Administrativo iberoamericano. coordinador del Observatorio de seguridad y defensa RD

La deshonestidad estudiantil es un problema creciente en las instituciones educativas en todo el mundo. A medida que los avances tecnológicos facilitan el acceso a información y datos, los estudiantes tienen el dilema de leer analizar y aprender o incurrir en el fraude académico en base al hurto intelectual. Este comportamiento deshonesto no solo daña la integridad académica, sino que también socava el valor de la educación y perjudica a aquellos estudiantes que se esfuerzan por obtener sus logros de manera honesta.

Sin embargo, la deshonestidad estudiantil no es un problema que se deba únicamente a los estudiantes. También juega un papel importante la complicidad de las autoridades educativas, ya que su falta de acciones para prevenir y reprimir la trampa puede permitir que este comportamiento deshonesto se extienda y se normalice en el entorno académico. Una de las herramientas más efectivas para combatir la trampa es el uso de programas antiplagio, pero si las autoridades no proporcionan estas herramientas a los profesores, se dificulta la detección y el castigo de la deshonestidad estudiantil.

El fraude académico  y la tolerancia frente a la misma tienen consecuencias negativas tanto para los propios estudiantes como para la calidad de la educación en general. Los estudiantes que hacen trampa se perjudican a sí mismos a largo plazo, ya que no desarrollan habilidades de estudio y pensamiento crítico que son tan importantes para su crecimiento personal y profesional.

En el ámbito académico, la integridad intelectual es un pilar fundamental que debe ser protegido y fomentado. El plagio, entendido como la apropiación indebida de ideas o contenidos sin atribuir correctamente su autoría, constituye una violación grave de este principio. En este contexto, la figura del profesor que decide tomar medidas en contra del hurto intelectual se convierte en un agente de cambio en la universidad, promoviendo la ética y la excelencia académica, la investigación, lectura y analisis.

Es importante destacar quela impulcritud academica,   no solo atenta contra el trabajo intelectual honesto, sino que también socava el proceso de aprendizaje y la calidad de la educación. Cuando un estudiante por ejemplo recurre al plagio, está eludiendo el esfuerzo necesario para verdaderamente comprender y asimilar los contenidos académicos. Esto, a su vez, impacta negativamente en su desarrollo como profesional, ya que se pierde la oportunidad de adquirir las habilidades y competencias necesarias lo propio pasa cuando el diocente entra ebn un nivel de complicidad validando los estudiantes defuicientres o sin las competencias requeridas para la aprobación de los programas académicos, pues seria impuldar que el discente aasuma una posición o titularidad sin trener las habilidades intelectuales requeridas.

En este sentido, el profesor que decide implementar estrategias en su aula, contra el hurto intelectual, la deficiencia y no se hace parte del acostumbradfo coro de “ayudar” el discente a que apruebven sin validación,  está contribuyendo a la formación de profesionales íntegros y competentes y  envía un mensaje claro sobre la importancia de la honestidad académica y cmpetencias. Además, al rechazar las prácticas deshonestas y reprobar a los estudiantes que incurran en ellas, establece un estándar de exigencia que motiva a los alumnos a esforzarse y mejorar su desempeño de manera genuina.

Por otro lado, es necesario reconocer que la tarea de combatir el plagio y reprender a los malos estudiantes no es sencilla ni exenta de controversia. Algunos pueden argumentar que estas medidas son demasiado rigurosas o injustas, especialmente si no se ofrecen oportunidades de aprendizaje y corrección. Sin embargo, es importante recordar que la academia no solo tiene la responsabilidad de impartir conocimientos, sino también de promover los valores éticos y morales que sustentan una sociedad justa y equitativa.

Además, la falta de acciones por parte de las autoridades educativas para combatir la deshonestidad estudiantil socava la confianza en el sistema educativo. Los empleadores pueden comenzar a dudar de la integridad de los graduados y la validez de sus calificaciones, lo que a su vez reduce el valor de una educación obtenida legítimamente.

La deshonestidad estudiantil es un problema complejo y desafiante que requiere un enfoque integral por parte de todas las partes involucradas, incluidos los estudiantes y las autoridades educativas. Es fundamental que las instituciones brinden a los profesores el apoyo metodológico para impulsar un modelo que combine el enfoque por competencia, la exigencia y honestidad  efectiva,  para garantizar la integridad académica. Solo a través de un compromiso conjunto y acciones firmes se puede erradicar la deshonestidad estudiantil y preservar la calidad de la educación para las generaciones futuras.

Los docentes debemos ser conscientes de las necesidades individuales de los estudiantes y adaptar  enseñanza para satisfacerlas. Esto puede implicar la implementación de estrategias de enseñanza diferenciadas, el uso de recursos y materiales adicionales, así como la colaboración con otros profesionales en el ámbito educativo.

Es importante destacar que la estricta actitud del docente hacia el plagio, la deshonestidad académica y los estudiantes deficientes no significa ser inflexible o punitivo. La idea principal es mantener altos estándares de calidad y fomentar el desarrollo integral de los estudiantes.

Al ser estrictos estamos enseñando a los estudiantes la importancia de la ética y la responsabilidad en su trabajo. Asimismo, al abordar adecuadamente las necesidades de los estudiantes deficientes, se les proporciona igualdad de oportunidades y se promueve su desarrollo académico y personal.

En resumen, el docente debe ser estricto contra lo que afecta la calidad y la credibilidad de la educación. La implementación de políticas y medidas adecuadas para prevenir y abordar estas situaciones es fundamental para promover una cultura de integridad y excelencia académica. Al ser firmes pero justos, los docentes pueden contribuir significativamente al éxito y el crecimiento de sus estudiantes, pero sobre todo enfocando la enseñanza desde la lógica de aprender aprendiendo e impulsando las competencias.

 

 

Redacción
Author: Redacción

Medio digital de comunicación de República Dominicana

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