Por Billy Graham Castillo
Ciudadanía RD Media

En el contexto de los partidos políticos modernos, el consenso político es considerado una práctica saludable para la cohesión interna, la estabilidad institucional y la proyección de liderazgo. No obstante, cuando el consenso deja de ser un instrumento de diálogo abierto para convertirse en una imposición de grupos hegemónicos, pierde su legitimidad y se convierte en una farsa democrática.
La Teoría del Consenso: Base para la Democracia Interna
Autores como Giovanni Sartori plantean que el consenso se configura como “la aceptación generalizada de reglas del juego político por parte de los actores relevantes” (Sartori, 1994). En el contexto partidario, esto implica que las distintas corrientes internas deben aceptar las normas, los procedimientos y las decisiones adoptadas colectivamente.
De manera similar, Juan Linz (2000) considera que el consenso dentro de los partidos requiere un mínimo de acuerdo compartido sobre los fines y medios de la organización, lo cual permite resolver los conflictos sin rupturas estructurales. Así, el consenso se convierte en un pilar de la estabilidad democrática.
Por su parte, Robert Dahl (1989), al referirse a las poliarquías, destaca que el consenso político exige que múltiples voces puedan expresarse y también converger en acuerdos, respetando la pluralidad sin caer en el veto constante.
Klaus von Beyme (1985) agrega que el consenso interno auténtico debe ser el resultado de la deliberación racional, no de presiones jerárquicas. Para que haya cohesión funcional dentro de un partido, se requiere que las decisiones sean el reflejo de un proceso incluyente.
Philippe Schmitter (2001) sostiene que el consenso es válido solo cuando surge de acuerdos entre actores con poder distribuido. En ese sentido, no puede surgir legítimamente de un pequeño grupo que impone decisiones al resto.
El Riesgo del Consenso como Mecanismo Oligárquico
En muchos partidos de América Latina, el “consenso” ha sido manipulado para legitimar decisiones impuestas por élites partidarias, lo cual margina a las bases, a los liderazgos alternativos y a las voces disidentes (Linz, 2000; Schmitter, 2001). Bajo el discurso de la unidad, se encubre la exclusión, el clientelismo y la perpetuación de estructuras jerárquicas cerradas.
Cuando el consenso se convierte en un mecanismo para imponer al “favorito” de la cúpula o de sectores con poder económico, deja de ser una expresión democrática y se transforma en un pacto oligárquico que contradice los principios fundacionales de cualquier partido que se autodefina como popular.
El Caso de la Fuerza del Pueblo: ¿Qué Tipo de Consenso Necesita?
La Fuerza del Pueblo, como organización que afirma comprometerse con la democracia interna y la regeneración institucional, debe evitar que sus procesos de elección de autoridades reproduzcan los vicios que tanto ha criticado.
El consenso para elegir sus autoridades —incluyendo direcciones municipales, provinciales— debe estar basado en las cualidades políticas, éticas y organizativas de la persona sobre quien recaiga dicho acuerdo, y no en su cercanía a círculos de poder.
No se trata de construir acuerdos en torno a un nombre por conveniencia, sino de que ese nombre represente los valores que el partido dice defender:
- Compromiso con la base militante.
- Trayectoria transparente y participación activa.
- Capacidad de diálogo con todas las corrientes internas.
- Visión estratégica y compromiso con el fortalecimiento institucional.
- Rechazo al clientelismo y la compra de voluntades.
Indicadores de un Consenso Legítimo
Un consenso auténtico debe cumplir con los siguientes criterios teóricos y prácticos (Dahl, 1989; Sartori, 1994):
- Participación plural de todas las estructuras territoriales y sectoriales.
- Debate deliberativo y no una simple reunión de notables.
- Evaluación de perfiles basada en mérito, trayectoria y compromiso.
- Transparencia en los criterios utilizados para proponer candidatos.
- Aceptación voluntaria y no impuesta de las decisiones.
El Desafío de una Fuerza Verdaderamente Popular
El mayor reto de la Fuerza del Pueblo no es simplemente elegir una autoridad mediante consenso, sino definir qué tipo de consenso construye: ¿uno basado en los principios de la democracia interna, o uno que reproduce las prácticas de la vieja política?
Construir un consenso en función de los méritos y la visión, y no sobre intereses de élites, es el único camino para que el partido se consolide como una verdadera alternativa política, democrática y transformadora.
Referencias
Dahl, R. A. (1989). Democracy and its critics. Yale University Press.
Linz, J. J. (2000). Totalitarian and authoritarian regimes. Lynne Rienner Publishers.
Sartori, G. (1994). Teoría de la democracia. Alianza Editorial.
Schmitter, P. C. (2001). Partidos políticos y la institucionalización de la democracia. Fondo de Cultura Económica.
von Beyme, K. (1985). Political parties in Western democracies. Gower Publishing.