El Emperador y el Traje de la Nueva Era

Albin Cepeda
CRDmedia

Había una vez en un país muy lejano, un emperador llamado Luis Abinader, quien gobernaba un reino llamado Repúblicana. Este emperador era conocido por su inteligencia y habilidad para liderar, pero también por su amor hacia las obras de Hans Christian Andersen, en especial el cuento “El traje nuevo del emperador”.

Un día, dos astutos políticos llegaron a la corte del emperador Luis Abinader, diciendo que eran expertos en gobernanza y que traían consigo un traje especial, tejido con la sabiduría del cuento favorito del emperador. Este traje, aseguraban, haría que su gobierno fuera aún más exitoso y que sólo aquellos funcionarios realmente competentes y leales podrían verlo.

El emperador, intrigado por la idea, decidió darles una oportunidad y les proporcionó fondos para comenzar a trabajar en el traje. Los políticos, aprovechando la situación, en realidad no hicieron nada y se quedaron con el dinero.

Pasaron semanas y, finalmente, los políticos le anunciaron al emperador que el traje estaba listo. Lo llevaron a una sala vacía y le mostraron el “traje”. El emperador, al no ver nada, comenzó a preocuparse, pero no quería admitir que no podía ver el traje y fingió admiración por la supuesta prenda.

Luego, el emperador decidió lucir el traje en una gran parada por la ciudad, para mostrar a sus súbditos lo maravilloso que era su gobierno. Los políticos astutos le susurraron al oído que aquellos que no pudieran ver el traje, eran incompetentes o desleales.

Al recorrer las calles, muchos de los funcionarios y ciudadanos, temerosos de ser considerados incompetentes o desleales, alabaron el traje del emperador, a pesar de no poder verlo. El emperador comenzó a creer que su gobierno era realmente exitoso y que sus funcionarios eran leales y competentes.

Sin embargo, un niño en la multitud, al ver al emperador desnudo, exclamó: “¡El emperador no lleva nada puesto!” Al principio, la gente se sorprendió, pero luego comenzaron a murmurar entre ellos y darse cuenta de la realidad.

El emperador Abinader, al escuchar al niño, se sintió avergonzado y traicionado por sus funcionarios, quienes le habían hecho creer que todo iba bien en el reino. Les había confiado tanto y, sin embargo, le habían fallado.

A partir de ese día, el emperador Luis Abinader decidió tomar decisiones basadas en la realidad y no en lo que sus funcionarios querían que creyera. Aprendió la importancia de mantenerse cerca de sus ciudadanos y escuchar sus necesidades, en lugar de dejarse llevar por las falsas alabanzas de aquellos que buscaban su favor.

Y así, el emperador Abinader y su reino aprendieron una valiosa lección de un antiguo cuento: no siempre podemos confiar en aquellos que nos rodean, y es fundamental mantener los ojos abiertos ante la realidad.

Redacción
Author: Redacción

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