Por Carmen Imbert Brugal
Ciudadanía RD Media

Después de negar la peligrosidad del lugar y declarar que las autoridades siempre están pendientes de Friusa, algo ocurrió. El régimen y su vocería, cada vez que la admonición del ex titular de la Dirección General de Migración (DGM), Enrique García, era repetida, decían: eso fue superado, no es así. El primer director del Cambio advirtió que: “El Hoyo de Friusa” – Bávaro- es la esquina más peligrosa que existe en el país”.
Los fundadores de la Antigua Orden Dominicana-AOD-promotores de la marcha rumbo a Friusa, realizada el 30 de marzo, pueden ufanarse del éxito de la jornada.La negación inicial del problema se transformó en reacción y ratificación del hecho con unos inesperados operativos de la DGM.
La manifestación convocada para denunciar el espacio ocupado por haitianos pudo ser intrascendente. Diluirse entre la reprobación del intrusismo delincuencial protagonizado por los comandantes de las cloacas digitales y el habitual sonsonete de xenofobia, racismo y el conjunto de razones para atemorizar, descalificar, antes de llegar a la trampa sempiterna de la victimización.
Empero,la reacción inesperada sirve para validar reclamos. La presidencia buscó respaldos. Encargó al otrora controversial senador de La Altagracia para sumarse a la petición de prudencia y para reiterar que el presidente es una especie de centinela de la frontera.
Quizás los medidores de popularidad del Gobierno fueron alterados y para revertir la variación los agentes de la DGM comenzaron la búsqueda de migrantes, en condición irregular, residentes en las zonas vedadas de Friusa: Mata Mosquito, Villa Playwood y Haití Chiquito. Luce entonces que fue efectiva la demanda de la AOD, a pesar del lugar escogido para denunciar la indetenible presencia de haitianos.
Los organizadores de la movilización, más que desafiar la consecuencia tenían que reclamarle a los responsables del asentamiento. ¿Cómo llegaron? ¿A quién le conviene mantenerlos en situación irregular? ¿Dónde trabajan?
El fervor patriótico debió estremecer los fortines que sirven para proteger a los traficantes, incluir a los intocables del sector hotelero, a los constructores, a los creadores de la ficción que asigna a la mano de obra extranjera la exclusividad para siembra y recolección de todo lo que se produce aquí. Debió recorrer los peajes fronterizos para comprobar cuánto cuesta la permanencia y el retorno.
Friusa es uno de los muchos espacios ocupados por haitianos, lo importante del asentamiento es la distancia que lo separa de la frontera. No se requiere labor de inteligencia para saber porque están ahí. Llegan gracias a un procedimiento impune y rentable similar al que permite el tráfico de parturientas desde el oeste hasta los hospitales dominicanos.
En Friusa se abrió una compuerta para quienes quieran ver y oír. Tan irremisible la realidad como la desidia oficial para enfrentarla. La grandilocuencia patriotera, sumada a espectaculares y fugaces operativos, no sustituyen la tarea postergada. El hilo de Ariadna para salir del laberinto migratorio es la aplicación de la ley General de Migración. Su vigencia no puede ser sustituida por espejismos soberanistas. Ese es el texto que regula la entrada, permanencia, salida, inmigración, emigración y retorno de personas en el país.