Por Redacción
CRDmedia
Nos declaramos fervientes admiradores del modelo comunicacional estadounidense, donde los medios no solo informan, sino que también eligen a su campeón y lo elevan a los cielos editoriales. Siguiendo esta noble tradición, no es ningún secreto que respaldamos las propuestas del Dr. Leonel Fernández, un estadista de manual, con formación académica impecable y una experiencia gubernamental que haría sonrojar a cualquier principiante.
Fernández, con su temple de acero y su habilidad para navegar crisis mundiales, demostró en el debate que la compostura y la elocuencia son armas más poderosas que cualquier dato dudoso. Su discurso fue una sinfonía de ideas claras y brillantes, mientras que Abel Martínez, del PLD, aunque práctico, no logró igualar la destreza del León. Eso sí, hay que reconocer que Martínez se convirtió en la pesadilla del presidente Luis Abinader, cuestionando cada cifra y cada afirmación con la precisión de un cirujano político.
Ahora bien, aunque el Dr. Fernández brilló como un faro en la tormenta, sería injusto no mencionar que Abel Martínez fue la espina en el zapato del presidente. Cada vez que Abinader intentaba desplegar sus datos, Martínez estaba ahí, listo para desmontarlos con una sonrisa y un golpe certero. Y cuando el León finalmente rugió, con esa metáfora demoledora sobre Cristóbal Colón y el manejo del gobierno del PRM, no quedó más que aplaudir. Fue un disparo directo al corazón del debate, dejando al presidente tambaleándose y al público boquiabierto.
¿Quién ganó el debate? Bueno, eso depende de a quién le preguntes. Pero lo que sí sabemos es que no fue el presidente Abinader. Entre los torpedos de Martínez y el disparo certero de Fernández, el mandatario quedó atrapado en un fuego cruzado digno de una película de acción.
Y aquí es donde entra la ironía de nuestra gran ópera democrática. Porque, al final del día, el debate no es más que un espectáculo cuidadosamente coreografiado, donde los candidatos compiten por el premio de “mejor actuación”. Así que, estimados lectores, ¿quién se lleva el Oscar presidencial? ¿El León, el cirujano político o el presidente Abinader? La decisión es suya, pero recuerden: en esta era de la post-verdad, hasta los aplausos pueden ser comprados. ¡Que comience la votación!
