Frenemos la violencia política de género, protejamos derechos de la mujer

 

Desde el siglo pasado la República Dominicana ha avanzado en el reconocimiento de los derechos de la mujer y ha legislado para su garantía. También, es claro que, como todo en la vida, esos progresos deben ser más evidentes, que hay aspectos en los que debemos hacer mayores esfuerzos, como en la garantía de los derechos civiles y políticos.

     

    Por Emilia Santos Frias
    Ciudadania RD Media

     

    Los aportes que ha realizado la mujer a la sociedad, a través de los tiempos, han sido extremadamente valiosos. Sin embargo, hoy, el aumento de la violencia hacia ella también en el plano político, es bastante preocupante. Estamos inmersos en crear estrategias para combatir esa violencia y acoso político hacia la mujer. Para contar con representación igualitaria en todos los espacios de toma de decisiones. Conscientes de que limitar o impedir el ejercicio y el desarrollo político de la mujer, es fomentar un retroceso social.

    Recordemos que la violencia política de género es la violencia que sufren las mujeres que se interesan en la política, no es más que una táctica para impedir o disminuir su participación. Es una expresión antidemocrática que evita que la mujer ejerza sus derechos al incursionar en ésta, en igualdad de condiciones con el hombre”.

    Tal como aseguran algunas expertas en el tema, entre ellas, Rosa Pérez, jueza titular del Tribunal Superior Electoral (TSE); Laura Hernández, Subdirectora de la Comisión de Política de Igualdad de la Junta Central Electoral (JCE) y la doctora Marisol Guzmán directora de la Escuela de Psicología Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña.

    Si bien es sabido que, desde el siglo pasado la República Dominicana ha avanzado en el reconocimiento de los derechos de la mujer y ha legislado para su garantía. También, es claro que, como todo en la vida, esos progresos deben ser más evidentes, que hay aspectos en los que debemos hacer mayores esfuerzos, como en la garantía de los derechos civiles y políticos. Entre ellos, la igualdad, integridad; elegir y ser elegido, al cual nos referiremos en estas líneas.

    Este derecho fundamental, humano, previsto en nuestra Carta Magna de 2015, es, además, uno de los derechos de ciudadanía. Tal como nos precisa nuestra ley de leyes en el artículo 22: las personas ciudadanas, tenemos derechos a elegir y ser elegidos. Fue posible para la mujer dominicana a partir de 1934, primero con el voto de ensayo y más tarde en 1942, al poder votar en la elección presidencial.

    Todo gracias a los esfuerzos de grandes dominicanas de la época, entre ellas, Abigail Mejía, fundadora de Acción Feminista Dominicana. Más adelante se logra la inclusión de la cuota de la mujer, mediante Ley Electoral Ley Electoral 275-97, que disponía que el 25 por ciento de las candidaturas congresuales y municipales fuesen ocupadas por mujeres.

    Así continuamos hasta alcanzar la cuota del 33 por ciento, hasta la actualidad, cuando la Ley 33-18, de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos en su artículo 53, establece que, en la asignación de género, que “la Junta Central Electoral y las juntas electorales no admitirán lista de candidaturas para cargos de elección popular que contengan menos del 40 cuarenta por ciento y más del 60 sesenta por ciento de hombres y mujeres”. Asimismo, por la 15-19 Ley Orgánica de Régimen Electoral.

    La garantía de estos derechos no se cumple solo al incluir a las mujeres en las boletas electorales, conforme al porcentaje impuesto por la ley, el compromiso real está en ofrecer apoyo moral y material para que ejerzan y accionen el trabajo político. Al aportar a la construcción o fortalecimiento de la cultura de garantía de los derechos de la mujer. Porque, la política es cosa de hombres y de mujeres.

    Erradiquemos ya, esa mala acción, que a veces no se ve a simple vista, porque está dentro del panal o de la colmena, de forzar a la mujer a renunciar y dejar el cargo a algún hombre de su partido, luego de esta haberse postulado y obtenido el cargo. Los puestos son para mujeres y hombres. Asimismo, esta tiene derecho a la libre expresión y difusión de su pensamiento, también en el seno de su partido; es un derecho inherente. Debemos respetar que se exprese.

    Además, hombres y mujeres dentro y fuera del espacio partidario, estamos compelidos a protegernos entre sí. ¡Basta de discriminación, de invisibilizar derechos, de castrar a las mujeres políticamente, ofreciéndoles pocos recursos económicos o al negarle apoyo necesario!

    Frenemos en los partidos políticos, en la sociedad, la violencia psicológica, sexual, física y económica, en algunos actos que podemos ver como normales, pero usted y yo sabemos que no lo son, porque constituyen violencia política. Desechemos los diminutivos y apelativos hacia las mujeres políticas. Es un compromiso no denostar, ¡fortalezcamos los derechos de la mujer!

    La Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), cuantifica la participación política de la mujer en un 12 por ciento desde el año 2006 hasta el 2020, y este estancamiento en la participación política, a decir de las citadas expertas, podría ser fruto de conductas machistas patriarcales, diseminadas en todos los ámbitos de la sociedad.

    Por eso, hay que seguir educando en el conocimiento de la democracia y los derechos políticos y electorales; combatir la violencia y acoso político para proteger los derechos de la mujer a la participación, un ejercicio fundamental para la democracia.

    Grandes retos y desafíos nos aguardan como sociedad. La recomendación es eliminar esta realidad que impacta a la mujer. Seguir fortaleciendo el derecho a la igualdad, mediante la representación femenina, su ejercicio político y toma de decisiones. Por favor, no perpetuemos modelos que invisibilizan derechos y acciones que vulneran derechos humanos, por estar cargadas de estereotipos y sexismo.

    Es nuestro deber promover cultura en derechos humanos, por tanto, no aplaudamos acciones incorrectas. La mujer es sujeta de derechos, con capacidades al mismo nivel que el hombre. El Estado debe continuar esforzándose para alcanzar y saldar la deuda histórica que tiene con la mujer dominicana. Es imperioso el fomento de la equidad e igualdad en su trabajo, esfuerzos, ejercicio y derechos electorales.

    Decía el filósofo Jean Paul Sartre, que a los verdugos se les reconoce siempre, porque tienen cara de miedo. Estado, todas y todos, sigamos defendiendo derechos. Fomentemos más educación integral; deconstruyamos desigualdades. Créalo porque es así, ¡estamos listos para tener a una mujer presidenta!, ¡basta de prejuicios! Es tiempo de frenar comportamientos de violencia política hacia la mujer.

    Demandamos espacios seguros, de respeto y sana competencia; de procesos justos y democráticos. Hoy más que nunca reafirmo la premisa de Olympe de Gouges (Marie Gouze), autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana; insigne feminista: “La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Por tanto, si tiene derecho a subir al cadalso, también tiene derecho a la tribuna”.

     

    Hasta la próxima entrega.

     

    santosemili@gmail.com
    La autora reside en Santo Domingo
    Es educadora, periodista, abogada y locutora.

     

    Redacción
    Author: Redacción

    CRDMedia es un medio digital de comunicación en República Dominicana, comprometido con la defensa de los derechos de los ciudadanos.

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