
La sorpresiva salida de Rafael Devers de los Medias Rojas rumbo a San Francisco ha detonado un inesperado cruce de opiniones entre dos íconos del béisbol dominicano: Pedro Martínez y David Ortiz. Aunque se consideran hermanos de vida y de historia deportiva, el traspaso del estelar tercera base ha revelado una profunda grieta entre ambos en cuanto a liderazgo, ética y manejo interno de equipo.
Pedro Martínez no ocultó su indignación por las críticas públicas que hizo Ortiz sobre Devers, a quien señaló por “dejar que el ego interfiriera” en su relación con el equipo. “Si intentas convencerme de que Rafi es un mal compañero o una mala influencia, mientes”, dijo tajante Martínez. Y agregó: “Big Papi debió manejar eso de forma privada, no con cámaras en los entrenamientos”.
En contraste, Ortiz defendió su postura en una entrevista con Ken Rosenthal, donde subrayó que “una vez que te pagan, hay que dejar el ego a un lado”, aunque reconoció que Devers es “humilde y un buen chico”. La intención, según dijo, era dar una lección a las futuras generaciones de peloteros. Sin embargo, el tono público de sus palabras molestó a Martínez, quien consideró el acto como “un error innecesario” que solo enrareció el ambiente.
Más allá de la tensión entre los dos inmortales, Pedro centró su crítica en el trato que Boston dio a Devers durante y después del canje. “La organización falló desde el primer día. Lo que debió ser un manejo humano y respetuoso se volvió una filtración mediática y una conferencia de prensa cargada de autojustificaciones corporativas”, expresó, visiblemente molesto.
El exlanzador también lamentó el daño reputacional que —según él— enfrenta ahora la franquicia. “Pasamos de ser el equipo más querido del béisbol a uno de los más odiados. Si así trataron a Jon Lester, Chris Sale o Devers, los agentes libres verán a Boston como un lugar hostil”, advirtió. Pedro teme que se diluya la cultura de respeto y camaradería que construyeron generaciones pasadas.
Por ahora, Devers ya viste el uniforme de los Giants, mientras Boston intenta justificar su decisión con promesas de “ganancias futuras”. Pero para Pedro Martínez, los números no lo convencen: “Si no me muestras cifras reales, no tengo razones para creer que ganar sin Devers es posible”. Lo cierto es que la herida está abierta y, esta vez, ni el cariño entre leyendas parece capaz de suturarla.