Georgina Rodríguez cumple 28 años: descubre la fascinante vida de la carismática novia de Cristiano Ronaldo

 

 

Georgina Rodríguez era una desconocida para el gran público hasta 2016, cuando salió a la luz su relación sentimental con Cristiano Ronaldo. Casi seis años después, la modelo se erige como una de las celebridades más cotizadas e interesantes del momento. Esta semana, la joven estrenó en Netflix su primera serie documental ‘Soy Georgina’, llena de emotivas anécdotas y sorpresas.

Humildes orígenes
La joven se crio en Jaca (Huesca) y en cuanto tuvo ocasión se mudó a Madrid para buscarse la vida. Trabajó de camarera y posteriormente de dependienta en una tienda de Gucci, ubicada en la céntrica calle Serrano. La estrella de ‘Soy Georgina’ ha asegurado en su serie documental que fue muy feliz en esa época, a pesar de que vivía en un pequeño piso que fue trastero y en el que tuvo que soportar temperaturas extremas, y que no se avergüenza en absoluto de sus tímidos y dignos orígenes. “Yo he disfrutado igual de camarera, poniendo menús de diez euros y viendo que la gente se iba satisfecha y me daba dos euros de propina, que planchando sábanas o vendiendo bolsos”, expresaba además en una entrevista a El País.

Amor a primera vista
Georgina conoció a Cristiano Ronaldo durante su etapa como empleada de Gucci. La también bailarina se quedó embelesada con el atractivo jugador y ese primer encuentro desembocó muy pronto en una cita en toda regla. “Sentí cosquillitas en el estómago nada más verlo”, ha reconocido en su ‘reality’. En cuanto ambos entrelazaron sus manos durante la cena, saltaron chispas. “Sentí como si esas manos hubieran estado conmigo muchas veces, eran unas manos familiares que encajaban a la perfección”, ha presumido.

Un sentido de la moda muy particular
La ahora diseñadora y empresaria se ha destacado en el plano estilístico por combinar sencillez y lujo al mismo tiempo. Solo hay que echar un vistazo a algunos de los vídeos promocionales de ‘Soy Georgina’ para comprobarlo: en una escena aparece cortando embutido en su cocina al tiempo que luce un llamativo y sofisticado vestido. “Me gustan las joyas con un chándal, hay quien no lo entiende, pero ya lo entenderá”, ha asegurado con total confianza. Su concepción del lujo también es muy particular y no se limita a carísimos objetos. “Para mí lujo también es irme al campo con una sábana a comerme un bocadillo de chorizo”, dijo a El País.

Redacción
Author: Redacción

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