Por Pavel De Camps Vargas
Ciudadanía RD Media
Cómo la influencia de figuras mediáticas podría transformar la democracia dominicana en las elecciones de 2028.
En un mundo donde la política está cada vez más influenciada por el poder mediático y las figuras públicas, el caso de Wayne Gretzky instado por Donald Trump a postularse como Primer Ministro de Canadá plantea una cuestión inquietante: ¿Está la política convirtiéndose en un escenario donde la popularidad supera a la preparación? Este fenómeno, conocido como “americanización política”, amenaza con erosionar los principios democráticos tradicionales y podría tener un impacto significativo en la República Dominicana de cara a las elecciones de 2028.
La propuesta de Donald Trump de que Wayne Gretzky, la leyenda canadiense del hockey, considere una candidatura para Primer Ministro de Canadá, tiene implicaciones políticas, culturales y mediáticas que merecen un análisis profundo. Este movimiento no solo evidencia cómo las figuras mediáticas están tomando protagonismo en escenarios políticos, sino que también plantea interrogantes sobre cómo estos patrones podrían replicarse en otros países. En este sentido, no sería descabellado imaginar a Donald Trump sugiriendo un candidato mediático también para la República Dominicana, lo que podría transformar radicalmente el panorama político nacional.
El fenómeno de la americanización política
La americanización política se caracteriza por el desplazamiento de las plataformas ideológicas y los debates políticos profundos en favor de narrativas populistas y candidatos con alta notoriedad mediática, pero limitada experiencia gubernamental. Ejemplos como Donald Trump en los Estados Unidos y Volodymyr Zelensky en Ucrania ilustran esta tendencia global, donde el carisma y la presencia en los medios sustituyen el conocimiento político como principal criterio de elección.
En Canadá, la sugerencia de Trump de que Wayne Gretzky podría liderar al país pone de manifiesto un riesgo latente: el debilitamiento del sistema parlamentario en favor de liderazgos que priorizan la imagen sobre la sustancia.
Impacto en la República Dominicana
En la República Dominicana, este fenómeno podría exacerbarse debido a varios factores:
- El poder de los medios sociales: los políticos dominicanos han incrementado su presencia en plataformas como Instagram y TikTok, acercándose a los votantes más jóvenes. Sin embargo, este enfoque ha desplazado en muchos casos los debates serios sobre políticas públicas en favor de contenidos virales y discursos simplificados.
- El auge del populismo: figuras no políticas, como artistas o influencers, ya están explorando el terreno político, llevando a los votantes a considerar liderazgos basados en la popularidad en lugar de la preparación. Esto podría generar un cambio dramático en el perfil de los candidatos de cara a las elecciones de 2028.
- Desconfianza en las instituciones: la desilusión generalizada con los partidos tradicionales podría abrir la puerta a outsiders que se presenten como salvadores del sistema, aunque carezcan de propuestas concretas para resolver los problemas del país.
Consecuencias potenciales
Si esta tendencia se consolida en la República Dominicana, podríamos enfrentar un futuro donde:
- Las decisiones de política pública sean guiadas por la opinión popular inmediata, sacrificando las estrategias a largo plazo.
- Los debates políticos profundos serán reemplazados por espectáculos mediáticos, limitando la comprensión de los votantes sobre los retos estructurales del país.
- La democracia se transforma en una competencia de carisma, debilitando la representatividad de las instituciones.
- La injerencia podría destruir o disminuir rápidamente los avances democráticos.
Un llamado a la reflexión
Aunque la propuesta de Trump puede parecer anecdótica, tiene implicaciones importantes para la percepción de la política como un espacio que podría ser ocupado por personalidades mediáticas. Para los dominicanos, el desafío será preservar su sistema político orientado al diálogo y evitar caer en dinámicas más propias del espectáculo político estadounidense.
La República Dominicana debe aprender de los ejemplos internacionales y reforzar sus instituciones democráticas antes de que la americanización política erosione su esencia. Esto incluye fomentar una ciudadanía informada, exigir transparencia y elevar los estándares de preparación para los líderes políticos.
En un contexto global donde las fronteras entre el entretenimiento y la política se difuminan, la República Dominicana tiene la oportunidad de reafirmar su compromiso con una democracia basada en el diálogo, la preparación y la representación genuina. Las elecciones de 2028 podrían marcar el rumbo, ya sea hacia una democracia fortalecida o hacia un sistema donde la popularidad eclipsa la sustancia.