En tiempos como los que vivimos hoy más que perder deberíamos fortalecer nuestros lazos de amistad y amor, como las mejores garantías para el bienestar y la felicidad.
Por Julio Leonardo Valeirón Ureña
Las relaciones humanas en todos los ámbitos es un tema difícil y complejo. Como todo en la vida, fluyen y cambian conforme las propias personas también fluyen y cambian.
Hay quienes entienden que este proceso está muy relacionado con los temperamentos[1], entendido éste “como el cristal a través del cual percibimos nuestro mundo”. Porque somos diferentes percibimos de manera distinta las facetas de una misma realidad, dice Rosa Barocio en su libro citado. Desde la perspectiva de la psicología social sociológica le atribuimos esta misma situación a las actitudes, entendidas como esa organización relativamente duradera de cogniciones, creencias, percepciones y sentimientos que nos predisponen y condicionan nuestras percepciones de la realidad, determinando así nuestros comportamientos.
En realidad, sean los temperamentos o las actitudes, o ambos, actúan como filtros ante lo que percibimos, cómo lo hacemos y nuestra manera de actuar ante situaciones determinadas. Es por ello por lo que le insisto a mis estudiantes “ten cuidado con lo sientes y piensas, pues se pueden convertir en tus palabras, ten cuidado de las palabras que te pueden llevar a determinadas acciones, ten cuidado finalmente con tus acciones que puede llegar a fortalecer tus sentimientos y pensamientos”. Es un círculo virtuoso o peligroso, según sea el caso.
Estos procesos pueden ser muy útiles para fortalecer las relaciones humanas como puede, por el contrario, ser la razón de su deterioro.
El sentido de nuestra vida se vincula siempre al Otro, con quienes comparto un significado de vida. En ese marco, las relaciones de amistad son fundamentales. Como señaláramos en una entrega anterior y a propósito del epicureísmo, “lo que más importa a la inmensa mayoría de las personas son sus relaciones con los demás, ya sean amigos, la familia o la pareja”. El Otro, es el que nos ofrece la oportunidad de una vida feliz. Para el filósofo griego Epicuro “los amigos se preocupan por los demás de un modo que no es habitual entre los simples conocidos”, y es por ello es que no se detendrán en buscar la manera de cuidar y preservar esas relaciones de amistad si es que, por supuesto, son tales. Lo importante señala el filósofo es el significado y la confianza que se deposita en la persona amiga. “La amistad baila por el mundo llamándonos a despertar al reconocimiento de la alegría, la felicidad”, diría el filósofo griego.
La verdadera amistad nos abre hacia una experiencia interior profunda que nos permite ver y encontrar posibilidades de ensanchar nuestro propio ser. Pero para ello es imprescindible despojarnos de sentimientos adversos, aquellos que solo nacen del alma lastimada, de nuestro egoísmo y la pérdida del sentido del Otro. No se trata solo de “sentir” que te golpean o insultan, es necesario que llegues a creértelo.
El confinamiento que recientemente hemos vivido por razones de la pandemia por la COVID-19 ha despertado en nosotros muchos “demonios” que solo hacen creernos que podemos vivir sin los demás, sobre todo de aquellos que “incluso siempre han estado ahí”. La soledad, la enfermedad y la incertidumbre han trastocado el alma haciéndonos sentir que solo el yo y no el nos, basta por sí solo.
Las consecuencias de tal situación la encontramos en la consulta médica, psiquiátrica y psicológica que hoy está repleta de personas tristes, angustiadas, sin esperanzas, experimentando todo tipo de dolencias y padecimientos muchos de ellos productos de la soledad y la pérdida del sentido de vida, que como hemos dicho, siempre se vincula al Otro. Como se ha dicho: el dolor físico es relativamente fácil de llevar, para eso están incluso los analgésicos, el psicológico es difícil de soportar y aún más vivir con él.
En tiempos como los que vivimos hoy más que perder deberíamos fortalecer nuestros lazos de amistad y amor, como las mejores garantías para el bienestar y la felicidad.
[1] Barocio, R. (2002, 2003). Los temperamentos en las relaciones humanas. Base del crecimiento y desarrollo personal. Serie Despertar de la Conciencia. Editorial Pax México.