LA DIMENSIÓN DEL DOLOR

 

He tardado mucho en compartir ideas, pero no he dejado de tenerlas y de ir desarrollándolas.

     

    Por Angela Lora
    Ciudadania RD Media

    En medio de ese proceso he tenido que enfrentar un suceso que me ha conmocionado, golpeando fuertemente mi corazón, la partida física de un amigo que no mostraba indicios de dejarnos en estos momentos ni tan abruptamente. Ha sido un suceso muy doloroso para todos los que le conocimos, en especial sus parientes. Me ha puesto a reflexionar, no sobre la muerte, sino sobre la dimensión del dolor.

    Al igual que el dolor físico por alguna situación de salud, el dolor emocional se siente en la piel, se siente la falta de aire, el llanto a veces no es suficiente para sacar la pena y tanto llorar hace que duela el pecho de manera literal.

    Llega un momento en que los ojos quedan secos, no porque ya no sienta llanto, sino porque el dolor supera la cantidad de agua y sales que puedan producir. Hasta que nos abruma el silencio profundo, nos absorve, y entonces empieza a llegar la calma, empieza a resonar el sosiego y a liberarnos de las sombras.

    Por supuesto también depende de la tolerancia al dolor que tiene cada persona, de la forma en que se abra para dar paso al dolor y de los nudos que hayan atado los lazos que los unieron.

    Este no es un tema fácil, ni de conversar, ni de explicar. Tampoco para dar consejos sobre cómo manejarlo, porque el alcance solo lo conoce cada persona, cada uno es quien sabe sobre los apegos, los vacíos, los afectos.

    Sin embargo las experiencias personales de otros pueden ser positivas si ofrecen alguna idea que contribuya a superar la dificultad y evite caer en un pozo profundo de dolor, pero cada persona tiene en sus manos la llave correcta para salir adelante. Como en el amor, no existe la fórmula perfecta, las circunstancias son las que van dictando lo que puede servir a los efectos de sanar el corazón.
    En principio quizás se evite estar entre la gente, pero lo mejor es contar con personas queridas alrededor, que sean conscientes del suceso, que simplemente estén cerca, acompañando, dándole valor al camino que se debe continuar recorriendo.

    Mantener la mente ocupada es importante, el trabajo o actividades en el hogar. Leer será un poco difícil, se necesita cierto nivel de concentración para pasar de una página a otra, pero algunos programas de televisión, de preferencia relajados o divertidos, pueden servir para llenar vacíos. Queda confirmado que la risa de los niños es el mejor medicamento y si hay algunos cerca, compartir con ellos será un paliativo.

    Honrar la memoria de la persona que partió es importante, recordándole con los eventos bonitos, las cosas que le identificaban, dejándose acompañar de sus cualidades, llenando la memoria de sucesos agradables.

    Lo demás se irá construyendo día a día, unos con menos pesar que otros, pero con la certeza de que basta un día a la vez y el día siguiente será mejor. Sujetarse a la mano de lo divino que nos acompaña, que habita en el corazón, pondrá ese unguento mágico que ayudará a sanar las tristezas del corazón.

     

    Fuente: En La Punta de la Lengua

     

    Redacción
    Author: Redacción

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