Leonel Fernández
OBSERVATORIO GLOBAL
A pesar de que el actual gobierno del PRM despliega grandes esfuerzos para hacer creer que en estos momentos la República Dominicana constituye una especie de paraíso terrenal, lo cierto es que la economía dominicana se encuentra en uno de sus peores momentos.
Durante los meses de enero a julio de este año, nuestra economía tuvo un débil crecimiento de tan solo 1.4 por ciento del PIB. Esto así a pesar de que se había proyectado un crecimiento de 4.5 por ciento.
Las voces más optimistas proyectan que para el final de este año, el país habrá podido crecer 2.5 por ciento, pero lo más probable es que pueda estar, más bien, en un 2 por ciento.
En realidad, una situación sombría, la cual se ha debido a que para enfrentar la espiral inflacionaria, resultado de la política monetaria expansiva post-covid, el Banco Central ha tenido que actuar al revés, aplicando medidas monetarias restrictivas.
Esas últimas políticas, si bien tienden a reducir la presión inflacionaria, no así la inflación acumulada, producen como efecto colateral una disminución del crecimiento económico.
De manera que el gobierno se encuentra ante el dilema de tener un escenario marcado por altos precios, o de controlar el alza de esos precios, pero a costa de una disminución del crecimiento de la economía.
La economía no está creciendo al ritmo que debiera, y a pesar de eso, en estos momentos si algo preocupa a la mayoría del pueblo dominicano, es precisamente la continuidad en el alza de precios de los principales productos de la canasta básica familiar.
Actualmente, hay que destinar nueve mil pesos adicionales para comprar los mismos productos de hace tres años.
Durante el gobierno del PRM, el pan ha subido un 33 por ciento. La avena un 35; las harinas, más de un 60; las pastas alimenticias, un 40; la carne de res, un 50; el pollo, 54; el cerdo, 50; los plátanos un 37; y la yuca, un 85 por ciento.
Por algo el pueblo ya expresa su queja indicando que el gobierno del cambio no ha sido más que un retroceso.
Sectores productivos y deuda
Un sector tan dinámico como el de las exportaciones se desplomó en el primer semestre de este año, hasta caer en el -1.3 por ciento del PIB.
Por su parte, el sector agropecuario observa con gran desconcierto como muchos de los bienes que se producen en el país están siendo importados a una escala sin precedentes.
Por ejemplo, en el 2019 se importaron 3,130 millones de dólares en productos agropecuarios. El año pasado, 2022, estas se incrementaron en más de dos mil millones de dólares, a 5,215 millones.
Para este año, 2023, se estima que las importaciones de productos agropecuarios excederán los 6 mil millones de dólares, el doble de lo que se importaba hace tan solo tres años atrás.
Se está importando, entre otros, grandes cantidades de productos como arroz, carne de pollo y de cerdo, gallinas, azúcar, habichuelas, cebolla y leche.
¿Qué procura el gobierno del PRM con esa masiva importación de productos agropecuarios? ¿Arruinar, definitivamente, a los productores del campo?
Pero al tiempo que inunda al país importando bienes que producimos, durante los últimos tres años, la actual gestión de gobierno del PRM ha incrementado la deuda en 26 mil 200 millones de dólares.
Eso equivale a decir, a más de 23 millones de dólares diarios, o lo que es igual, a unos 1 mil 280 millones de pesos todos los días.
Todo eso, a su vez, significa que en tan sólo tres años, el cual gobierno del PRM, autodenominado del cambio, ha tomado, en calidad de préstamo, la misma cantidad de dinero que se había acumulado en toda la historia nacional, desde el 1844, cuando se funda la República, hasta el 2012.
¿Se imaginan lo que significa haberle creado al país una deuda equivalente a toda la acumulada en 168 años de historia republicana?
Lo extraño del caso es que a pesar de la magnitud de esa deuda, aun hay centenares de promesas incumplidas por el gobierno con las distintas provincias del país, en lo referente a obras de infraestructuras para el desarrollo.
Servicios Públicos
Durante los últimos tres años, en el gobierno del PRM, los servicios públicos han colapsado. En lo concerniente a educación, en la actualidad, el 62 por ciento de los niños no entienden lo que leen. Hay crisis sobre el contenido de los libros de texto.
Hay un deterioro de la infraestructura escolar; y ha descendido tanto el nivel de la educación, que una de las preocupaciones recientes expresadas por la ADP es la ausencia en las escuelas de agua, jabón y papel sanitario.
Se inauguran hospitales fantasmas, sin médicos, enfermeras ni medicinas. Hay una congestión de emergencias. Crisis de los medicamentos de alto costo; descuido del sistema nacional de vigilancia epidemiológica; y una inoperancia del nivel de atención primaria.
La tarjeta de solidaridad, cuyo nombre el gobierno del PRM cambió por el de Supérate, se ha politizado y no se cumple a tiempo con los pagos. Hay escasez de libretas de pasaportes. Se desmembró el programa de inglés por inmersión; hay deterioro en los parques nacionales; y hasta falta de aire en algunos de los autobuses de la OMSA.
Los apagones no dan tregua. Las tarifas se incrementan por encima del 100 por ciento, mientras en varias instituciones del sector eléctrico, los empleados se incrementan sus salarios.
Por primera vez en 14 años se produce un accidente en el Metro de Santo Domingo. Eso, producto del descuido, la mala gerencia y la cancelación de una gran parte de los técnicos dominicanos calificados que se habían formado en Estados Unidos y Europa.
En fin, en medio de tantas aguas turbulentas que no han sabido sortear, la nave de la reelección se hunde, en un naufragio inevitable causado por la incompetencia e improvisación de quienes no han sabido conducirla a puerto seguro.