“Tenemos que preguntarnos por qué la infraestructura crítica y la extracción de recursos de la región está bajo una presión tan agresiva de las inversiones de empresas estatales chinas”, dijo la general Laura J. Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos, el organismo de las fuerzas armadas de ese país que se enfoca en América Latina y el Caribe, al cabo de una conversación con Alberto Ibargüen. El periodista y director de la John S. and James L. Knight Foundation en Miami fue elegido para liderar este encuentro entre Richardson y un grupo de estudiantes de la Universidad Internacional de Florida (FIU) sobre los desafíos de seguridad que enfrentan los países de América Central y del Sur.
Por eso en las primeras filas se veían zapatos de tacón y zapatos acordonados, mientras que desde la segunda hasta el final prevalecían las All Stars, las ballerinas de tela, hasta unas Bierkenstock. Atrás se sentaban los estudiantes de relaciones internacionales, seguridad e inteligencia; adelante, el director y el director adjunto del Instituto Gordon de Políticas Públicas, Brian Fonseca y Leland Lazarus, organizadores del evento en FIU junto con el Council on Foreign Relations (CFR).
Tras una breve presentación personal de Richardson, una oriunda de Colorado que contó sobre su formación como aviadora del ejército, su servicio en Kabul y también su vida personal (está casada con otro general, retirado, y ha sido convertida en abuela por una niña), el primer tema de seguridad que abordó en el diálogo con Ibargüen fue el veloz modo en que aumentó la influencia china en América del Sur durante los últimos 20 años.
“Nuestro comercio con las Américas llega a los USD 740.000 millones de dólares”, analizó Richardson. “Eso incluye no sólo a América del Sur y del Centro y el Caribe sino también a México y Canadá. Y se ha mantenido así, en una línea plana, mientras que China, que tenía niveles bastante bajos hacia 2002, ha estado en una trayectoria ascendente. Estados Unidos sigue siendo el socio comercial número uno de toda América, pero China ha superado a Estados Unidos en América del Sur. Hoy China es el primer socio comercial de América del Sur, y Estados Unidos es el segundo”.
—Es un cambio enorme en muy poco tiempo —intervino Ibargüen.
—Sí, el China ha seguido una trayectoria ascendente muy pronunciada en los últimos 20 años.
La general brindó cifras sobre la importancia global de la región: América Latina concentra más del 25% de las mejores tierras agrícolas potenciales del mundo y actualmente el 50% de la soja del planeta se produce allí. Se estima que en 2028, el 25% de la agricultura y de la pesca mundial también se hará en la región. En cuento a la energía, el 60% del litio del mundo se encuentra en el triángulo que une a Argentina, Bolivia y Chile. Otros minerales, como el oro y el cobre, son conocidos, al igual que el petróleo.
“En cuanto a qué están haciendo Estados Unidos y China en la región, creo que hay que hablar de inversión versus extracción”, argumentó Richardson. “China reúne sus instrumentos de poder en una bonita caja llamada Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI)”, dijo, en alusión a la Nueva Ruta de la Seda. “Veintidós de 31 países en esta región han firmado la BRI de China. Y otros países de la región tienen proyectos que se hacen con China. No es que eso sea malo en sí, pero existen muchos ejemplos de la iniciativa en todo el mundo que son casos de extracción, algo opuesto a la inversión. Nosotros tenemos que hacer inversiones”.
El escenario actual, recordó, es duro para los países. “América Latina todavía está luchando con el impacto del covid 19. Muchos de sus países, que prosperan gracias al turismo, no tuvieron turismo durante el covid-19, y dependen de eso de manera muy significativa. Así que 170 millones de personas cayeron en la pobreza y hubo alrededor de un 8,5% de disminución promedio del PIB. A esto hay que añadir una de las peores crisis humanitarias en Venezuela: siete millones de venezolanos que salieron hacia una región que ya se encontraba en apuros, con economías débiles. Nuestro reto es aportar inversión y ayuda, pero no sólo en el aspecto militar: también en el informativo, en el diplomático, en el económico”.
La democracia es un eje, en particular cuando las encuestas en América Latina revelan que la población pierde confianza en el sistema: según Latinobarómetro, sólo el 48% de los latinoamericanos apoya hoy la democracia como régimen político, 15% menos que en 2010. China, en tanto estado socialista con economía de mercado dirigido por un único partido, no tendría interés en la democracia en la región. “Y un ataque a la democracia en un lugar es un ataque a la democracia en todas partes”, definió la jefa del Comando Sur.
Pero la falta de recursos en América Latina podría abrir, problemáticamente, una puerta: “Los actuales líderes de América Latina, que están tratando de cumplir para su pueblo, lo están encontrando difícil. Tienen el impacto económico de covid, cargas adicionales como la migración y el cambio climático, que causó mil incendios forestales en Chile y la peor sequía de la historia para la agricultura argentina. Tenemos las consecuencias de El Niño en Panamá, en Colombia, en Ecuador”. Y en ese cuadro llega la inversión china, “muy centrada en toda la infraestructura crítica”, ilustró Richardson.
Como ejemplo, puso el caso de las telecomunicaciones de cara a la actualización de la red 5G. “Hay 24 países que tienen ZTE, Huawei, empresas de China. Cinco países tienen 5G, pero 24 países tienen 3G o 4G de China. En el momento de una actualización a 5G, se les ofrece con descuento, y hasta con costo cero. Muchos de los países no tienen el dinero para actualizar. Sus redes son vulnerables —las gubernamentales, las de salud, las de las instituciones financieras— al robo de datos actual, el espionaje global a un nivel que no se ha visto antes. Así que tenemos conversaciones muy francas con los países de la región sobre eso”.
—Supongo que mientras ve esto, Estados Unidos no se queda de brazos cruzados. El Comando Sur ha mantenido y mantiene relaciones muy estrechas con los militares en todo el hemisferio. ¿China hace lo mismo? —preguntó el periodista puertorriqueño, bajo cuya gestión The Miami Herald obtuvo tres premios Pulitzer.
—Diría que China está utilizando nuestro propio manual en nuestra contra. Y mejoran cada día. Ofrecen formación militar profesional, con todos los gastos pagos, y hay países que no tienen el PIB ni el presupuesto de defensa para poder rechazarlo. Pero el Comando Sur siempre ha tenido la capacidad de crear asociaciones. Todos los años realizamos ejercicios en la región que reúnen entre 20 y 30 países: son ejercicios marítimos, aéreos y militares que contribuyen a la interoperabilidad. Hay muchos equipos estadounidenses en la región que mantienen comunicaciones y trabajan en conjunto con los países latinoamericanos, de manera tal que no nos vayamos a encontrar por primera vez cuando ocurre algo. También hacemos conferencias. Hasta ahora, China no lo ha hecho. Pero sí está haciendo ejercicios en el teatro Indopacífico. Y se está asociando con Rusia.
Se habla tanto de China, reconoció Ibargüen, que gente como él, que vivió la Guerra Fría, se extraña por la ausencia de Rusia en el temario urgente. “Está allí, en la atmósfera”, reconoció Richardson. “Nueve de los países de la región tienen equipos rusos. Los tres primeros, como se esperaría, son Cuba, Nicaragua y Venezuela. Pero también hay otros seis países que tienen equipo ruso: unos 20 helicópteros rusos, algunos lanzadores, ese tipo de cosas. Las sanciones están funcionando y ese equipo no está plenamente utilizable. Pero, de nuevo, hay una prevalencia”.
No obstante, se detuvo a destacar la general, “donde realmente [Rusia] tiene la sartén por el mango es en su capacidad para socavar la democracia a través de la desinformación. Plataformas como RT y otras fuentes de noticias no tradicionales difunden mentiras intencionadas”.
En ese punto, la jefa del Comando Sur asoció las actividades de China y de Rusia: “Si están en la región para hacer cosas buenas, para invertir, estoy a favor. Pero si están aquí para extraer y para socavar las democracias, no. Están intentando, por todos los medios, reemplazar a Estados Unidos como socio preferente en esta región”.
—¿Estados Unidos proporciona una alternativa? —preguntó Ibargüen.
—Sí, tratamos de contrarrestar esos hechos, de descubrirlos para hacer algo al respecto con las personas con las que trabajamos en la región. Nos asociamos con instituciones académicas —obviamente con FIU, la razón por la que estoy aquí—, con ONG, con países.
Puso como ejemplo la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (IUUF): “Si tomo un día cualquiera de mi trabajo en el hemisferio, veo que la República Popular de China es predominantemente el principal infractor”.
En la pared, una diapositiva mostraba a los estudiantes de FIU una imagen nocturna de un buque pesquero de aguas profundas. “Son barcos enormes. A diario puedo contar entre 250 y más de 600 buques de pesca en aguas profundas de China, que siguen los patrones de migración de los peces. Ese saqueo del pescado causa una pérdida de ingresos a los países costeros. ¿Qué van a hacer los pescadores? ¿Cómo van a mantener a sus familias?”, dijo Richardson.
El Comando Sur no tiene atributos para imponer la ley, recordó, es decir que no puede actuar contra estos buques. Lo que hace es exponer a las autoridades del país latinoamericano afectado “que un buque chino abanderado bajo otra nación” realiza pesca ilegal en sus aguas. “Conseguimos las pruebas y se las proporcionamos a la nación asociada, o a Global Fishing Watch, por ejemplo. Y entonces los países toman medidas”.
El último tramo del encuentro con Richardson en FIU se dedicó a las preguntas del público. Además de los estudiantes de FIU, cualquier persona interesada se podía inscribir y asistir, y así fue como Beatrice Rangel, politóloga y economista venezolana, quien fuera jefa de Gabinete de Carlos Andrés Pérez, preguntó:
—Ya tenemos cuatro narcoestados certificados en la región: México, Colombia, Venezuela y Bolivia. Y tres más calentando motores: Nicaragua, Honduras y Paraguay. ¿Esto es algo que no la deja dormir por las noches? ¿O es algo que usted sabe que se está manejando con una política integral del gobierno de Estados Unidos?
—Eso encabeza mi lista de la estrategia de defensa nacional para el Departamento de Defensa: en primer lugar combatimos e intentamos contrarrestar a las organizaciones criminales transnacionales, que han ganado poder y han diversificado su cartera. Hoy no sólo el tráfico de drogas sino también el de seres humanos se ha vuelto muy rentable. También hay minería ilegal, con envenenamiento del agua, y tala ilegal, que llega a la deforestación del Amazonas, el pulmón del mundo. Las organizaciones criminales transnacionales tienen más de USD 300.000 millones de ingresos anuales. Intento que nuestros socios luchen por contrarrestar estos retos en sus países, pero como algunas de estas redes están conectadas, intento que pueden trabajar mejor en conjunto. Lo fundamental es seguir el dinero porque, obviamente, el dinero se está lavando a través del blanqueo de capitales.
Entre los estudiantes, Kaia Hunter, quien cursa en FIU el último año de relaciones internacionales y ciencias políticas, preguntó qué enfoque tienen los Estados Unidos “para el uso de la tecnología a fin de promover la estabilidad, la seguridad y la democracia en América Latina”.
A riesgo de decepcionarla, Richardson explicó que la parte más importante del abordaje de esas cuestiones no es, para Estados Unidos, la tecnología: “A mí me gusta decir que poco sirve para mucho. No necesitamos grandes portaaviones del Comando Sur. No necesito muchas tropas sobre el terreno. Lo que realmente importa son las alianzas que nos unen”. Dicho lo cual, respondió: “En términos de tecnología, aquellos de ustedes que estén familiarizados con la región saben que los ciberataques son muy frecuentes. Así que, como dije [al hablar de China y la red 5G] tenemos conversaciones muy francas con nuestros socios en la región. Hay puertas traseras en estas tecnologías. Así que promuevo una solución occidental como Nokia, Samsung o Ericsson, proveedores de confianza”.
Como la visita de la jefa del Comando Sur a FIU también tenía como fin atraer estudiantes a una carrera gubernamental, militar o civil, el cierre de la charla regresó a la experiencia personal de Richardson. “Soy sólo uno de los cientos de miles que han tenido una carrera fenomenal en el ejército. Pueden elegir qué profesión: tenemos de todo. Y pueden hacer cosas muy interesantes. Tú hablabas de Top Gun”, dijo, mirando a Ibargüen, que había hecho bromas sobre las películas con Tom Cruise. “¿Creen que eso es genial? Deberían ver la cibernética y todas las otras cosas que tenemos en materia de tecnología”.
INFOBAE