Por Félix Bautista
Ciudadanía RD Media
La República Dominicana es un país en vías de desarrollo de ingresos medios, con un Producto Interno Bruto (PIB) por habitantes de 11 mil 200 dólares, a diciembre de 2023, según datos del Banco Central. Su pobreza monetaria se redujo en un 5% en un año, al pasar de 28% en el 2022 a 23% en el 2023. Hoy se sitúa como la séptima economía de América Latina, solo superada por Brasil, México, Argentina, Colombia, Chile y Perú. Asimismo, ocupa el primer lugar de las economías de Centro América y el Caribe.
Mantener el crecimiento sostenido de la economía dominicana, implica garantizar capital humano bien formado, aumentar la competitividad mediante la implementación de innovaciones tecnológicas, en los distintos sectores productivos.
A pesar de visibles avances en varios frentes de la política social en las últimas décadas, el modelo económico vigente ha mostrado severas limitaciones en su capacidad para lograr que los beneficios del crecimiento lleguen a amplios sectores marginados que aún siguen excluidos a lo largo y ancho de las regiones geográficas de la República Dominicana.
En el Siglo XXI, mejor conocido como la “Era del Conocimiento”, el factor principal de producción es la investigación y la innovación, ejes determinantes en el proceso de crecimiento económico global, que ha transformado el mundo en la actualidad, pasando de una sociedad industrializada a una sociedad centrada en el conocimiento.
Los países que están más avanzados en el mundo son aquellos que previeron esta singularidad de desarrollo económico y apostaron a la innovación con el desarrollo de bienes y servicios con valor agregado.
Chile está trabajando, por ejemplo, en el desarrollo de una economía innovadora y sostenible con la creación de Parques Tecnológicos. Otro caso notable se ha concebido en Israel, este país del Cercano Oriente, actualmente tiene el número más alto de empresas de alta tecnología, entre todas las compañías extranjeras que negocian en Nasdaq.
En República Dominicana, el establecimiento del Parque Cibernético de Santo Domingo (PCSD) en el año 2000, marcó un hito como el primer proyecto macro con miras a la inserción de la nación en esta nueva era de la economía del conocimiento, que tiene su principal soporte en el uso y desarrollo de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TICs).
Este proyecto, en palabras de Luís Sanz, Director General de la Asociación Internacional de Parques Tecnológicos (IASP, por sus siglas en inglés), en su ponencia titulada “De los parques tecnológicos a los barrios globales. Un modelo de Parque Tecnológico para la Sociedad de la Información” del año 2004, resulta “… interesante por dos razones fundamentales: “(i) por tratarse de un audaz experimento de desarrollo a través de las nuevas tecnologías, en una zona de escasa implantación industrial y tecnológica, y (ii) por ser el resultado de una interesante colaboración del sector privado con el sector público.”
El crecimiento del país es innegable, pero no es suficiente pues las tendencias actuales hacen necesaria la introducción de nuevos métodos en el modelo de desarrollo económico y en este sentido cabe destacar que, según los datos manejados por el Centro de Exportación e Inversión de la República Dominicana, el nivel de inversión en investigación y desarrollo (I+D) del país, es uno de los más bajo de la región (0.06% del PIB).
Por consiguiente, el progreso económico de la República Dominicana debe estar encaminado a un cambio de estrategia en el modelo de desarrollo, focalizado en el fomento de un sistema de conocimientos y capacidades adaptado a las nuevas directrices globales, que implique la aplicación del conocimiento y la innovación tecnológica, como la nueva fuente de creación de valor y riquezas. De ahí la importancia de la propuesta de Ley de Estímulo a la Inversión, Desarrollo e Innovación Tecnológicos.