Por José Ricardo Taveras Blanco
Ciudadanía RD Media
Sir Winston Churchill comenzó a advertir a los ingleses contra el peligro que representaba el movimiento nazi antes de que tomara el poder, igual fue partidario de enfrentar a Stalin para librar la humanidad de todo cuanto le ha tocado vivir desde la división del mundo en dos bloques al final de la Segunda Guerra Mundial, los ingleses no lo escucharon oportunamente y le llamaron desesperadamente a gobierno mientras Hitler desplazaba su ejército en Polonia, tampoco lo escuchó occidente en el momento en el que advirtió la necesidad de enfrentar la “cortina de hierro” que tendiera Stalin al dividir Europa y el mundo en dos.
Traigo esto a colación porque nadie en su sano juicio desea las guerras, mucho menos cuando no se sabe dónde podrían ir a parar, pero, estoy seguro que si Churchill viviera apostaría por cortar el mal en su raíz y promovería la confrontación directa con Irán con tal de evitar a cualquier precio que se convierta en una potencia nuclear bajo la mirada de un occidente pasmado e irresoluto, jugando a la pantomima mediática que en el fondo podría convertir a Hamas en ganador de esa parte de la guerra.
No es una decisión fácil de tomar porque deja latente el riesgo de que eventualmente se involucren China y Rusia, pero aún no se involucren, occidente vería amenazados sus vapuleados objetivos en Ucrania y podría abrir una brecha para que China aproveche que los americanos estén involucrados en semejante empresa y ejecute su opción militar para la recuperación de Taiwán, lo que sí determinaría una conflagración extremadamente letal porque implicaría el control del Mar del Sur de China, colocaría en jaque a Japón y no podría resultarle indiferente a Australia y mucho menos a la India.
Una cosa si nos debe quedar clara, a pesar del peligro que implica, actuando y sin actuar, occidente no puede seguir inerte frente a un Irán que se escuda detrás de la causa palestina para ocupar territorios y gobiernos ajenos y llevar a cabo una guerra a través de movimientos terroristas colocados en sus nóminas y avituallados militarmente con sus recursos, todo eso mientras construyen su poderío nuclear. Si no con una confrontación militar, del modo que sea posible si lo hubiere porque el momentum les conmina a decidir antes que la espera agrave las consecuencias de la guerra hipócrita que se desarrolla en esa región.
Perder el tiempo en reaccionar a eso, desde el punto de vista de los intereses occidentales, sería una ingenuidad y prolongaría las múltiples crisis atizadas y financiadas por Irán en Yemen, Siria, Gaza y todo el vecindario que lo padece, incluyendo el hecho de darle estatus permanente a la inseguridad de la navegación en el el Mar Rojo con la incursión permanente de los hutíes, en el Golfo de Omán y el Estrecho de Hormuz, donde recientemente fue interceptado un buque mercante con mercancía perteneciente a empresas israelíes por parte de la Guardia Revolucionaria de Irán, sin entrar en otros múltiples factores inflamables en esa compleja geografía, donde cohabitan tan disímiles y arraigadas culturas.