Por MA. José Lino Martínez Reyes
CRDmedia
Con este joven se ha descubierto que la democracia no está muerta, que lo que le falta es una buena inyección de oferta política para oxigenarla y para que el electorado se reanime. Y este caso, lo ejemplarizo con el símil de que, cuando un cuerpo-la democracia es un cuerpo social que igual que los seres vivos, nace, crece, se desarrolla y muere- sobrevive a un virus mortal que se ha llevado a amplios conglomerados, pero que, asombrosamente solo un individuo resista la muerte, a seguida hay que buscar la explicación qué hizo o cuál es la composición de ese individuo para quedar con vida, y más, dar la señal que es una inyección, especie de fenómeno, capaz de probar que un cuerpo creído muerto tiene signos vitales.
Y acto seguido provocará, además del asombro colectivo, la interrogante de cómo se dio ese hecho inesperado y único. Y la sensación de asombro resultará mayor, si el sobreviviente que resultó de vacuna, -por usar un término de debilidad ante el poder-, resulta ser un chaval prácticamente sin grandes músculos y de característica debilucha y, sobretodo, desarmado-refiriéndonos a su lucha contra el Estado-, y lo más fenomenal es, que haya logrado emular el pasaje histórico que David venció a Goliat con una simple honda.
Este es el caso de Omar Fernández, hijo de un líder que emerge a la lucha por el poder político ante una circunstancia de Clivaje de los liderazgos tradicionales del momento, casi al éxtasis o implosión del hartazgo producto de las frustraciones reprimidas como reacción de ofertas electorales caducas que ya venía manifestándose a través de la desafección política y las abstenciones electorales en procesos anteriores. Y por lo tanto de ahí es que planteamos que,- actualmente como en otro tiempo que el sistema político se tornaba con síntoma de enfermedad terminal, el fenómeno Omar resulta una señal que la democracia no es que está muerta o grave en sí, sino, que silentemente-como aspiración reprimida-, hacía falta una nueva oferta electoral para darle a dicho sistema electoral un halito de vida y comprobar ante todos los demás síntomas, que la democracia aún tiene signos vitales.
Como hilaridad a lo planteado, no podemos dejar de referir que el nivel presidencial, representado por el candidato Luis Abinader y el PRM, -al momento de las elecciones-, era el candidato más refrescante y aunque obtuvo algo igual a 58% de los votos expresados o sea, 4,4423.01 de un padrón de 8,145,548, no menos cierto es que dejó una grave señal de abstención, hasta cierto punto alarmante, ya que respecto al fenómeno Omar, dicha candidatura contó con todas las ventajas del poder y con una aguerrida campaña electoral, desde antes de ser escogido como candidato, en razón del apalancamiento que generan todos los programas sociales y que a la postre le brindan el colchón de la ¨gratitud¨, de alguna manera, pero no por ello, se puede decir que este nivel ni el congresual en sentido general, le puso una inyección de salud a la democracia ya que todos los candidatos ¨ganadores y perdedores¨-, fueron impulsados por las ínfulas del poder y la manifestación de los resultados solo viene a significar un derivado del voto racional, de conveniencia o recompensa del mismo poder.
Ahora bien, el caso Omar si resulta una rebelión de las masas capitalina,-como lo podría hacer a nivel nacional-, en otra palabra se intervinculan con el título de este artículo, o sea, la democracia a través de la oferta política llamada Omar, se levanta como ave fénix dando señales claras, que aunque ha estado en camilla con el histórico de las abstenciones, con esta inyección llamada Omar Fernández, este sistema alicaído, ha evidenciado que aún tiene todos sus signos vitales.
En tanto, cabe decir, que lo que había pasado era que a la democracia lo que le inyectaban como organismo vivo del poder del pueblo y para el pueblo, eran;-con honrosas excepciones- cuando no, fósiles, detentadores del poder, oportunistas, corruptos, en fin, candidaturas sin conexión empática con el electorado, lo cual ha ido generando un cambio de habito en el cuerpo electoral que de paso participa en las elecciones sin entusiasmo y chispas ideológicas y, mucho menos, con sentimientos democráticos, que aunque así se manifieste lo hace fingiendo que se integra, pero, a regañadientes. Quizás, en gran parte, impulsado por el clientelismo o en el denme lo mío.
Y lo trascendental de la inyección Omar,-y yo he gozado ese fenómeno porque me demuestra que la democracia aún no ha muerto-, sino, todo lo contrario ha dicho firmemente, aquí estoy, expresándome a través de un joven de escasamente de 32 años, a mano pelada, desde la ceniza que implica navegar a fundillo pelado que significa aspirar desde la oposición. No obstante, y eso es la respiración boca a boca a la democracia que expresó la voluntad ya como un pueblo enardecido. Ese Omar Fernández, trascendió al resultar ser el cirujano que puso a respirar a la moribunda democracia.
Y a modo de pregunta ¿Y como se explica que de los 32 Senadores electos en las elecciones del 19 de mayo, -Oigan que fenómeno es Omar-, el PLD después de haber estado 20 años en el poder, no obtiene ni uno. Y que los demás senadores que precisamente fueron dos más de la Fuerza del Pueblo, en el caso de Félix Bautista,-sin quitarle merito-, un macaco de la gerontocracia aún de su cacicazgo de San Juan, aunque haya sido sobreviviente, jamás se puede decir la democracia despertó con su triunfo ya que se sabe que además de ser un cacique, recurso mete al sistema para ganar siempre.
Por lo tanto, y de aquí es que sostenemos con ahínco que la democracia mostró intacto sus signos vitales, con el caso Omar, el PRM, todo un monstruo político-más que un Goliat-y lo demostró arrasando en las elecciones, pero en presente caso, este monstruo dicho, le tira al ring al muchacho, al ¨símbolo de la redención¨, Guillermo Moreno, y con todos los cañones a su pie y bombardeando con todos al muchacho, le resultó al PRM una lección respecto a ese invento, sobre el cual la democracia, ella misma, se levantó de sus cenizas, y le brindó todas sus fuerzas a Omar Fernández, ya que esta a través del poder del pueblo-su poder soberano-, sintió que era una injusticia que no cabe en su principio, y dando signos de vida, reanima al pueblo para que se creara la Omarmanía que es propio de los principios democráticos que se expresa cuando el pueblo no le para a prebendas ni beneficios pecuniarios, sino, vergüenza contra dinero-eso es lo que significa que la democracia mostró su signo vitales, y diría la democracia, Omar encarna mis principios, por tanto, eso es lo que me da vida y me levanto de mi cama por oferta así.
Colofonando, es preciso significar que la oferta Omar Fernández, ya no solamente es su candidatura a Senador de la Capital, -ya ganada por alto margen a un político experimentado-, incluso varias veces candidato a presidente con una estructura de larga data-, sino que en torno a él se formó un Omarismo carismático que trascendió lo simple, hasta llegar a crear en torno a él, una de las reservas presidenciales para el 2028, ya que Abinader para ese año no va por mandato constitucional. Y como si fuera poco, la figura de este joven se creció tanto, que se constituyó en el relevo obligatorio de su propio padre, ya que este no resiste el carisma natural de su propio hijo.
Y como cierre, al Omar hacer despertar la pureza de la democracia por ser la oferta más liberada de contaminación política, a mi juicio, su figura suplanta el vigor que se estaba viendo en otros nuevos líderes jóvenes del PRM y en efecto, en lo sucesivo, esta propuesta política levantará el vuelo más carismático y entusiasta de todas las ofertas política para el 2028. Para mi olfato sencillo, con Omar Fernández, la democracia tiene intacto sus signos vitales.
Author: Redacción
Medio digital de comunicación de República Dominicana
