
Pamela Anderson, de 57 años, cuenta que por primera vez se siente “como una actriz”. Estrella y víctima del star system de Hollywood, Anderson se libera de su imagen de símbolo sexual en “The Last Showgirl”, dirigida por Gia Coppola, nieta del famoso director Francis Ford Coppola.
“Me gusta el lado salvaje y desordenado de mi vida, porque tengo muchas cosas de las que aprender, muchas experiencias”, confiesa Anderson, quien se ha convertido en embajadora del “no make-up”, una invitación a liberarse del maquillaje y de los estándares de belleza femenina.
La película narra los últimos días de una bailarina en un cabaret de Las Vegas que está por cerrar sus puertas, mostrando cómo la industria del entretenimiento se deshace de aquellas que ya no necesita. Este papel parece hecho a medida para Anderson, quien fue portada de la revista Playboy en los años 1990 y se convirtió en ícono de la serie “Guardianes de la bahía”.
Pamela Anderson también fue símbolo de los excesos de la cirugía estética y una de las primeras víctimas de chantaje con videos íntimos, cuando estaba en pareja con el rockero Tommy Lee. “Si miro hacia atrás, probablemente habría hecho las cosas de manera diferente, pero necesitaba la experiencia de la vida para aprender”, revela Anderson. “¡No fue aburrido! A veces difícil, a veces estúpido, a veces ridículo. Pero así es como se supone que se debe vivir”, añade.
Lejos de los reflectores, Anderson ha multiplicado en los últimos años sus batallas políticas, junto a Julian Assange, o en defensa de los animales, especialmente cuando vivía en Marsella, en pareja con el futbolista Adil Rami. “Ser parte de la cultura popular puede ser una especie de maldición”, reflexiona Anderson en voz alta. “Te haces famosa por una cosa, y luego es realmente difícil para la gente ver algo más”, admite.
Después de la serie “Pam&Tommy”, filmada sin su autorización y que abordaba su relación con el músico Tommy Lee y padre de sus dos hijos, Anderson lanzó su propio documental sobre su vida, “Pamela, una historia de amor”, transmitido en Netflix.
Al ver este documental, Gia Coppola decidió rodar “The Last Showgirl” con Anderson. “Pensaba que mi carrera como actriz había terminado. Pero ahora, me siento actriz. Pensaba que era el final, pero en realidad, era el principio”, asegura Anderson. La historia de la bailarina de cabaret al final de su carrera, que reflexiona sobre su vida y cómo no tomó el tiempo de ver crecer a su hija, le llegó de inmediato.
“Me encanta que esta película no esté ahí para explotar algo. No muestra violencia contra las mujeres. Es simplemente una película hermosa sobre un ser humano imperfecto que encuentra su camino después de haber sido una bailarina de cabaret en Las Vegas”, declara Anderson con convicción. “Siempre me ha gustado el cine, el teatro. Siempre he leído con avidez. Me ha encantado la filosofía. Espero actuar algún día en una obra de Tennessee Williams. Solo hay que seguir sorprendiendo a la gente”, concluye.