Por:José Francisco Peña Guaba
Ciudadania RD Media
Mientras más escudriño en nuestra historia, más me convenzo cómo somos y cómo actuamos los dominicanos, nuestra particular forma de ser, nuestra idiosincrasia como nación, esos rasgos característicos que nos definen, y que nos hacen diferentes a las de otras nacionalidades.
No se puede gobernar bien a un país al cual no se le conoce ni a su gente, porque se no juzga por lo que decimos, no por cómo somos en realidad, somos únicos, somos una amalgama de influencias étnicas que hacen de nuestro mestizaje taíno, africano y europeo una mezcla explosiva, por eso somos alegres, risueños, vivimos la música, bailamos, somos amistosos, empáticos, emprendedores y nos corre la política y la pelota por las venas.
Somos nobles, no guardamos rencor, no nos gustan los abusos y a todo lo malo le buscamos algo bueno, admiramos la inteligencia y la habilidad ingeniosa del que busca salidas asertivas a los problemas complejos, no nos gustan que nos guíen gente simple, por eso valoramos las excepcionales condiciones en el ayer de nuestros ilustrados líderes.
Es por ello, por cómo somos, que la gente, el pueblo a todos los niveles, está desesperado en que vuelva el expresidente Leonel Fernández, para que vuelva a aposentarse en el Palacio Nacional, el tipo de hombre que los dominicanos queremos que nos gobierne, mire que digo hombre, no mujer, porque nuestro país no está preparado aún para que nos mande una mujer, porque las primeras machistas son las propias mujeres nuestras, que son las que más apoyan ser dirigidas por varones.
Somos un país pequeño, no somos muchos, pero rendimos como una nación grande, no nos gustan los iguales, siempre apostamos por lo que consideramos seres superiores, tampoco nos hace gracia ser gobernados por gente sin carácter, convencidos que el peso del mando debe siempre recaer en aquellos que nos enmiende la plana, a cualquiera que cruce los límites.
Vuelve Leonel, porque, aunque somos desordenados, amamos el orden, somos indisciplinados, sin embargo nos encanta la rectitud, sobre todo nos inspira sentir que el que está en calidad de arrendatario de la mansión de Gazcue sabe lo que está haciendo y siempre debe tener el control de todo cuanto pase aquí, porque la vocación de sumisión presidencialista está en nuestros genes, y reconocemos que este el que manda y el que debe poner las cosas en su lugar, para hacer que marche bien y tranquilo el país, aun cuando el chisme en las redes sociales es el deporte nacional, no nos gustan los sobresaltos.
No estamos acostumbrados a la independencia total de los poderes públicos, estamos habituados a que el Presidente tenga la última palabra, para que aplique su jerarquía con el propósito de armonizar los intereses disímiles de los integrantes de nuestra sociedad, el mandatario debe proteger a los vulnerables, pero se manejará con los oligarcas, porque en nuestra patria el ejecutivo es el ente unificador y mediador por excelencia de los grandes conflictos nacionales.
Cuando los dominicanos sentimos que las cosas están como ahora, nos ponemos nerviosos, porque nos afecta sentir que no hay un mando central y que cada sector, área o poder tiene su propia y particular agenda, el Presidente es el padrino de los de abajo y la garantía de los de arriba, eso es así en el imaginario popular, y estos cambios súbitos de señas como pasa hoy con la operación Medusa, nos hace entender que no hay prudencia, porque es más fácil perseguir y gestionar la devolución de lo hurtado, que crear un conflicto innecesario que como este, le traerá grandes dolores de cabeza al propio gobierno, para los que aún lo dudan, esperemos y lo verán, ya que caminamos a la peruanización de la política, con el nuevo poder de los togados.
Los indignados virtuales se cuentan por cientos de miles, y esos le dan alas a las contradicciones sociales, pero los pueblos no se autogobiernan, si debe conducirlo su clase dirigente, estos le ponen orden donde se puede armar un desorden, y evitan crisis de autoridad que puedan poner en riesgo la estabilidad económica y democrática de la nación.
Es que el poder en el mundo, y también en nuestro país tiene sus códigos, por eso el que lo ejerce no es uno más “Primus inter pares” el primero entre iguales, esa es la figura presidencial, y es a quien le toca tomar las delicadas decisiones, por eso fue ungido por el soberano al cargo para que nos gobierne y eso no se puede delegar a otros actores que no saben hacerlo ni es su papel ser los intermediarios sociales, eso es potestativo de quien el pueblo eligió en las urnas, cuando este no tiene mando, la República es un caos y el respeto se pierde.
Por ello vuelve Leonel, para poner orden donde hay desorden, autoridad donde se busca anarquía, y una correcta dirección de miras, para proteger los intereses de todos, pero principalmente de las mayorías.
Los de abajo, los del medio y ahora los de arriba, que se están dando cuenta que necesitamos que en el mando nacional vuelva a estar alguien con experiencia, con sapiencia y con prudencia que nos vuelva a bien gobernar, y todos, aunque algunos no lo quieran, están viendo para un solo lado, el que reúne todas esas condiciones es el tres veces Presidente Leonel Fernández.
Los dominicanos no nos gustan los saltos al vacío, no aceptamos que nos gobierne cualquiera, valoramos las condiciones innatas de quién aspira a gobernarnos y queremos que con sonrisa, pero con firmeza nos manden, estamos construidos para recibir órdenes y cumplirlas; tantos años de gobiernos fuertes nos acostumbraron a reconocer la superioridad y respetarla, nos sabemos anárquicos y alguien siempre nos tiene que imponer la regla.
El Presidente es en nuestro país el responsable de paz y la conciliación, es el que tiene que buscar que las cosas marchen bien, y que las cosas no se desborden a un nivel que los poderes fácticos desconfíen de la pertinencia del mando nacional.
Leonel volverá, porque hay que salir de la improvisación, de las bicéfalas conducciones públicas, para extirpar la abulia existente en el funcionarato gubernamental, para reencauzar la economía, y darle protección a los de abajo y a nuestra estresada clase media, que lucha día a día denodadamente por no caer en la miseria económica.
Leonel vuelve a priorizar lo verdaderamente importante, a darle concreción a los proyectos, a reconstruir la confianza en la figura presidencial y buscarle salida a los angustiosos problemas ciudadanos.
Leonel vuelve a poner las cosas en orden, a prender la máquina del progreso, a llevar al poder al pueblo, no importando los colores de partido ni de piel, vuelve a ratificar que el Estado no puede enajenar lo estratégico, y a reiterar que, pese a las rabias sociales y las vendettas, está un país que debe mantenerse unido y en calma.
Leonel vuelve, pero con más compromiso con los cambios, con la democracia, con los jóvenes, con las mujeres, con los más vulnerables, con el fin de ampliar las oportunidades, que sientan y encuentren la mano protectora del gobierno, y para que los empresarios hagan crecer la economía nacional, pero en empatía y comprensión con los problemas de los de abajo.
Leonel vuelve a aumentar el PIB, el empleo, a dar mayor seguridad a los ciudadanos, a pacificar como sea nuestros barrios, y a garantizar comida en la mesa a nuestros nacionales, vuelve para darnos visibilidad como nación en los foros internacionales, y vuelve a representar a la clase política seria y responsable, la auténtica y verdadera intermediaria con el pueblo, porque para eso están formados los dirigentes, con el propósito de servir a la gente, aunque algunos pocos desacrediten la actividad política.
Estos tiempos difíciles demuestran la necesidad de “mirar hacia atrás”, porque a los nuevos se les dio la oportunidad, y fracasaron, ahora les toca a los que gobernaron bien con más aciertos que errores, con más compromiso social, los que no son parte del corporativismo esteticista que hoy nos gobiernan, los llamados popis, aunque reconocemos excepciones, estos en su mayoría que por no ser parte integral del pueblo llano y por no entender para que llegaron, serán definitivamente barridos en las elecciones en el 24, ¡¡¡ya lo verán!!!