Reforma policial: Impacto de la envidia y la mediocridad en las instituciones

Por Rafael Guillermo Guzmán Fermín
ENFOQUE
Ciudadanía RD Media

ingeniero civil y licenciado en derecho, y fue el ex Jefe de la Policía Nacional de la República Dominicana entre 2007 y 2010.

Durante más de 30 años de servicio en la Policía Nacional, incluyendo el honor de haber ejercido como Jefe de esta institución, he tenido la oportunidad de observar de cerca los factores que fortalecen o debilitan el desarrollo de este tipo de organización. Vivencias, que me permiten señalar los desafíos más perjudiciales para su crecimiento institucional y bienestar del personal, entre los que podemos destacar: la envidia y la mediocridad, dos males que, si no se abordan a tiempo, pueden socavar la cohesión, la disciplina y la efectividad operativa de cualquier entidad, especialmente en una tan crítica como la institución del orden. En tal sentido, abordaré los efectos nocivos de la envidia y la mediocridad desde la perspectiva de mi experiencia, reflexionando sobre cómo estas actitudes impactan no solo el ambiente laboral, sino también la capacidad de cumplir con la misión de servir y proteger a la sociedad.

La envidia y la mediocridad son dos sentimientos humanos que pueden menoscabar la salud y el desarrollo de cualquier institución, afectando no solo su productividad, sino también la moral y el bienestar general del ambiente laboral. Estos fenómenos no actúan de manera aislada, sino que interactúan y se refuerzan mutuamente, generando un círculo vicioso que compromete el éxito organizacional. En este análisis desarrollaremos su impacto desde diversas perspectivas:

Perspectiva Psicológica: deterioro del clima institucional

La envidia en el ambiente institucional surge cuando los individuos perciben que los logros de otros representan una amenaza para su propio valor como persona. Este sentimiento genera conflictos interpersonales, resentimientos y una comunicación poco efectiva. A nivel emocional, puede manifestarse como estrés, ansiedad y baja autoestima, tanto en los envidiosos, como en las personas que son objeto de la envidia.

Por otro lado, la mediocridad se traduce en una falta de méritos y compromiso con la excelencia. En un clima institucional donde la mediocridad predomina, las personas pierden motivación, ya que no encuentran un entorno que premie la innovación o el esfuerzo. Ambos fenómenos minan la cohesión del equipo, alimentando un clima de desconfianza y hostilidad.

Perspectiva Organizacional: obstáculos para la trasformación y desarrollo

En el contexto institucional, la envidia puede llevar al sabotaje profesional, donde empleados obstaculizan el éxito de sus compañeros o boicotean proyectos para evitar que otros destaquen. Esto no solo afecta la productividad, sino que también crea un entorno tóxico, donde el enfoque se desplaza del trabajo hacia los conflictos personales.

La mediocridad, por su parte, se manifiesta como resistencia al cambio, falta de iniciativa y conformismo con estándares bajos. Esto frena la innovación, que es esencial para el crecimiento y reforma de cualquier organización. Las instituciones que toleran la mediocridad ven cómo su competitividad disminuye, ya que los esfuerzos por mejorar son percibidos como innecesarios o irrelevantes.

Perspectiva Cultural: fomento de la mediocridad y las intrigas

A nivel cultural, la envidia y la mediocridad perpetúan un sistema donde se desalientan los logros individuales y el esfuerzo colectivo. En un ambiente donde se celebra la mediocridad, los individuos que sobresalen son vistos como una amenaza en lugar de un ejemplo a seguir. Esto genera un ciclo destructivo de intrigas donde las instituciones no logran atraer ni retener talentos, ya que sus miembros más capacitados los hacen fracasar o estos buscan entornos más meritorios.

Perspectiva Ética: deterioro de los valores institucionales

Cuando la envidia y la mediocridad prevalecen, los valores fundamentales de las instituciones, como la justicia, la integridad y la excelencia, se ven comprometidos. Esto genera una pérdida de confianza entre los miembros y en la organización misma, dañando su reputación tanto interna como externamente.

Al vislumbrar estas perspectivas en su conjunto, podemos inferir que, cuando la envidia y la mediocridad se combinan, crean un ambiente laboral disfuncional, en donde los miembros están más enfocados en competir destructivamente o en mantener su statu quo, engendrando un círculo vicioso de bajo rendimiento, desmotivación y desconfianza, que hace colapsar la colaboración hacia metas comunes en la consolidación de cualquier reforma policial o institucional.

En definitiva, la envidia y la mediocridad representan desafíos importantes para las instituciones, que pueden ser superables con un liderazgo visionario, políticas claras y una cultura organizacional enfocada en la excelencia, en proteger y servir como el enfoque esencial. Solo abordando estos problemas de manera integral será posible transformar estos obstáculos en oportunidades, para crear un ambiente laboral saludable, que inspiren a sus agentes policiales a alcanzar su máximo potencial y, por ende, el crecimiento y la unidad institucional.

El autor es miembro del Círculo Delta

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Author: CRDMedia

CRDMedia es un medio digital de comunicación en República Dominicana, comprometido con la defensa de los derechos de los ciudadanos.

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