
Salomé Ureña Díaz de Henríquez nació el 21 de octubre de 1850 en Santo Domingo, República Dominicana. Desde temprana edad mostró una sensibilidad especial por las letras, influenciada por su padre Nicolás Ureña de Mendoza, abogado y escritor. Su entorno familiar cultivó en ella el amor por la poesía y la educación, dos pilares que marcarían su vida y obra.
A los 17 años publicó sus primeros versos bajo el seudónimo de “Herminia”, destacándose por su estilo lírico y patriótico. Su poesía exaltaba los valores nacionales, el amor por la libertad y la dignidad del pueblo dominicano. Obras como La Patria, El Ave y el Nido y Sombras la consolidaron como una de las voces más importantes del romanticismo dominicano del siglo XIX.
Más allá de su talento literario, Salomé fue una pionera en la educación femenina. En 1881 fundó el Instituto de Señoritas, el primer centro de enseñanza superior para mujeres en el país. Esta institución formó a las primeras maestras normalistas de la República Dominicana, marcando un antes y un después en el acceso de las mujeres a la educación formal.
Su formación estuvo influenciada por el pensamiento progresista de Eugenio María de Hostos, quien promovía una educación basada en la razón, la ciencia y el civismo. Salomé adoptó estos ideales y los aplicó en su labor docente, convirtiéndose en una figura clave en la transformación del sistema educativo dominicano.
En lo personal, contrajo matrimonio con Francisco Henríquez y Carvajal, médico y político que más tarde sería presidente de la República. Juntos tuvieron cuatro hijos, entre ellos Pedro Henríquez Ureña, destacado intelectual y humanista latinoamericano. Su hogar fue un semillero de pensamiento crítico y compromiso social.
La vida de Salomé Ureña fue breve pero intensa. Falleció el 6 de marzo de 1897 a los 46 años, víctima de tuberculosis. Su legado, sin embargo, permanece vivo en la poesía, en la educación y en el corazón de quienes reconocen su contribución a la identidad nacional y al empoderamiento femenino.
Hoy, su nombre adorna instituciones educativas, calles y homenajes literarios. Salomé Ureña no solo fue una poetisa excelsa, sino una mujer visionaria que abrió caminos para generaciones de dominicanas. Su obra sigue inspirando a quienes creen en la fuerza de la palabra y en el poder transformador de la educación