El día transcurría sin darnos cuenta, y sin embargo, era el final de la tarde y todavía seguía el sol afuera. Y mientras tanto, al calor de la cocina, manos que picaban viandas, otras que espolvoreaban especias y orégano y llenaban de magia y sabor las carnes, historias y chismes en perfecta complicidad.
Llegan los que faltaban y aumentan las alegrías, unos muy chicos, otros menos chicos y otros muy distantes en edad pero aún más chicos que los primeros. Risas, besos, ocurrencias, brindis. ¿Dònde más se puede buscar la felicidad?
Y para que el día sea más perfecto aún de lo que ya era, entre familia, comidas e historias, recibimos estos tonos del atardecer.
Y sucedió el 8 de abril del 2018, hace 5 años. Escrito y publicado en redes.
No teníamos la más mínima idea de que un día estaríamos en recogimiento por una pandemia mundial que nos apartaría, pero que también nos enseñaría que esos momentos y esas personas son lo que importan en la vida.