Por Billy Graham Castillo
CRDmedia
Desde 1975 se celebra en todo mundo el día internacional de la mujer luego de la ONU haber declarado este año como el año internacional de la mujer, en su asamblea de 1972. El 8 de marzo se conmemora las luchas y derechos ganados por las mujeres entre ellos participación política, derecho a votar, entre otros. Con esta lucha se logra quebrar el estigma de que la mujer es un ser inferior a merced del hombre. Esto al menos para colocar un punto o fecha de avance a nivel mundial, aunque hoy en día el estigma sigue presente en diferentes espacios.
Cerca del 60 % de las mujeres de todo el mundo trabajan en la economía informal, ganan menos, ahorran menos y corren un mayor riesgo de caer en la pobreza. Las mujeres perciben un 23% menos que los hombres a nivel mundial. Ocupan apenas el 24% de los escaños parlamentarios. 1 de 3 mujeres ha sufrido violencia física o sexual y 200 millones de niñas-mujeres han sufrido mutilación genital. Todos estos datos a nivel mundial son escalofriantes y porcentajes muy altos. Son datos que se traspolan tal cual, a cada región, país, provincia, municipio, distrito municipal, paraje, de igual forma. Nuestras mujeres siguen luchando por derechos que con el simple hecho de existir les pertenecen. Las desigualdades entre hombres y mujeres siguen latentes sin que como sociedad ofrezcamos acciones específicas que cierren estas brechas.
Hoy las luchas de la mujer deberían ser historias a contar de generaciones empoderadas, pero no. Aún hoy queremos decirles como vestir, como amar, como protestar, como ser, como actuar. Todo esto viniendo de grupos que no les entienden, que no conocen el mínimo detalle de lo que significa existir en un espacio donde sus palabras no son escuchadas, donde sus ideas no son puestas en prácticas y donde su accionar es criticado incluso por ellas mismas. Nos corresponde aceptarles como igual y sacar de nosotros el ser que quiere imponer, sobre la mujer, comportamiento que le convierten en esclavas del miedo. Muchas decisiones tomadas por la mujer se deben a la falta de oportunidades, a desigualdades socio-económicas que le obligan a aceptar maltratos, insultos, y en algunos casos la muerte. No somos dueños, solo somo padres, hermanos, esposos, amigos de un ser con igualdad de condiciones. Dejémosle ser!
La provincia San José de Ocoa, dentro del sub-desarrollo que se encuentra, tiene la particularidad de tener mujeres dentro de las posiciones de poder en todo el territorio. Diputadas, gobernadora, gerentes, maestras, doctoras, y decenas de posiciones neurálgicas para el constante crecimiento que vive la provincia. Todos estos cargos o posiciones ostentadas por mujere nos muestra que no solo es conquistar posiciones lo que permite el crecimiento, desarrollo y transformación social en favor de las mujeres. La falta de empleo, oportunidades de estudios, y otros factores que contribuyen a la pobreza tanto económica como emocional, son los que tienen a las mujeres a merced de hombres, y de la sociedad en general. La cantidad de madres solteras y sin empleos aumenta de manera considerable cada año. El abandono de los estudios universitarios cae cada semestre por falta de quien supla ecónomicamente para estos fines.
Ahora que tenemos mujeres en espacios de toma de decisiones es cuando debe crearse políticas públiccas que mejoren las condiciones de vida de las mujeres. Es necesario crear espacios que promuevan el Liderazgo y participación política de la mujer y que su participación no sea solo para cubrir una cuota establecida por ley. Que no sea para llenar un porcentaje que lo que hace es quitar el valor de la mujer y vender a la sociedad que solo están ahí como relleno y no porque son seres capaces igual o mejor que un hombre. Políticas publicas en Empoderamiento económico donde no se tenga que depender de un hombre para poder tener comida en la mesa, para poder estudiar, para poder vestir, y de esta forma eliminaremos el pensar que la mujer tiene precio.
Eliminar esa dependencia económica nos entregará, a la sociedad, mujeres más seguras, con alta estima. Políticas que nos ayuden a poner fin a la violencia contra la mujer. Regar panfletos, dar charlas, decirles denuncia no es suficiente. Se necesita que sean protegidas desde el primer momento que expresan sentir temor. Se necesita de espacios que cubran sus necesidades básicas que, junto a la ayuda psicologíca, puedan salir de un mundo de maltrato. No puede haber cambios sustanciales solo con palabras bonitas. Se necesita un programa especifico que de a la mujer todas las herramientas necesarias para tener la independencia que le corresponde solo por ser. No es luego, es ahora.
Por último y no menos importante. Lo grandes logros de las mujeres han llegado cuando estas se unen. San José de Ocoa no puede ser la excepción. Es tiempo que la mujer se una, que se apoye, que nos justifique la violencia hacia otra mujer solo porque tienen forma de actuar y pensar diferentes. Es momento de unirse para que el gran logro de una mujer no sea conseguir un empleo en una banca, o casarse con un político o pelotero. Porque no solo les ofrezcan ser empleadas sino emprendedoras que trillen su camino bajo sus propias condiciones no que se les imponga nada. Ya las generaciones pasadas ganaron luchas para que ustedes no tengan que luchar. Creo firmemente que no es tiempo de luchar, sino de actuar sabiendo que tiene los mismos derechos que los hombres y bajo ese conocimiento despertar del letargo que se encuentran por décadas y convertirse en la mujer que transforma sociedades.