José Ricardo Taveras Blanco
CRDmedia
Resulta obvio que la cuestión del río Dajabón representa un desafío estratégico para nuestro país, todo cuanto se haga debe cuidar las formas y se debe llevar como proceso de constitución de pruebas por si resulta necesaria una salida jurídica, ello conlleva apegarnos rabiosamente al criterio técnico y eludir en lo posible la posibilidad de que nuestras medidas sirvan de excusa a la provocación que se busca a toda costa, aún cuando entremos en vías de hecho como la habilitación del canal de La Vigía, necesaria para forzar a los haitianos a sentarse seriamente en una mesa.
Dicho esto, haya sido o no un error, no comparto la teoría de abrir la frontera sin que los haitianos aporten nada a cambio, sería una derrota moral para el país y esas son las peores derrotas que puedan padecer las naciones, la historia está llena de cruentos episodios causados por las secuelas que suelen dejar. Por supuesto que eso conlleva que el gobierno le dé apoyo financiero a la iniciativa del ministro de Industria y Comercio, @itobisono sugerida además por amplios sectores, la cual ha propuesto una absorción del mercado nacional y la búsqueda de nuevos mercados para la parte más sensible del intercambio comercial con Haití.
Nadie dijo que sería fácil, los haitianos no tienen nada que perder, nosotros si. Ceder implica que si se sale de una de las sanciones sin intercambiarla por otra más severa habremos sentado un precedente funesto. Hay que estar en misa y repicando, apretando al tiempo que se intensifiquen los canales diplomáticos, los sectores perjudicados deben comprender que la derrota moral, a mediano y largo plazo hará mucho más daño a sus intereses y a los del país que un sacrificio necesario, que aunque dilate un poco más de lo esperado, nos podría conducir a reglas de juego estables, justas y duraderas, para haitianos y dominicanos.
Diría el Sócrates que Juan Bosch dijo haber conocido tantas veces en el campesino dominicano, “la vaca se desuella donde se mata”, es decir, es aquí y ahora, paremos el plañidero que clama por el toque de retirada, el costo podría ser mucho mayor, porque el drama de un Haití sin agua no está por venir, ya existe.