SAN JUAN.— El obispo de Arecibo, Puerto Rico, dijo el miércoles que el Vaticano lo destituyó contra su voluntad. Hace casi un año, monseñor Daniel Fernández se negó a firmar un decreto de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña que declaraba que los parroquianos no vacunados serían separados de los vacunados durante ritos como la presentación del pan y el vino en el altar.
La Conferencia Episcopal también sugirió que las personas no vacunadas evitaran otras actividades hasta nuevo aviso.
“Esta medida la tomamos por su propia seguridad, por la de los sacerdotes, religiosos, religiosas y también la de familiares y feligreses de las parroquias”, dice el decreto del 24 de agosto de 2021.
En un extenso comunicado, Fernández no aclaró el motivo de su destitución, pero dijo que se sentía “bienaventurado por sufrir persecución y calumnia” y añadió que “Dios es mi juez“.
Dijo que no se presentó una acusación formal en su contra ni se lo sometió a proceso alguno. Se le informó, dijo, que no había cometido delito alguno, pero supuestamente “no había sido obediente al Papa ni había tenido la suficiente comunión con mis hermanos obispos de Puerto Rico”.
Voceros del Vaticano y el arzobispo de Puerto Rico no respondieron de inmediato a un pedido de declaraciones. Una vocera de la diócesis de Arecibo se negó a hacer declaraciones, en tanto un secretario de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña dijo que no había nadie que pudiera hablar.
Fernández dijo que una persona a la que no identificó insinuó que si renunciaba, permanecería al servicio de la Iglesia Católica si lo necesitaba para algo. Él rechazó la oferta.
“No renuncié porque no quise hacerme cómplice de una acción del todo injusta”, dijo. “Manifiesto mi comunión en la fe católica, con el Papa y mis hermanos en el episcopado, a pesar de mi perplejidad ante una arbitrariedad incomprensible”. Fernández se había desempeñado como obispo durante casi 12 años.