Por Carmen Imbert Brugal
Ciudadanía RD Media

La renga fue entusiasta, con alcance oftalmológico. El presidente, convencido de que cualquier arrebato soberanista aumenta su encumbrada popularidad, convirtió a Dajabón en atalaya para decirle a los soldados “ustedes hoy aquí son los ojos de la patria”.
La imagen requiere más que visión 20 20, tener ojos resistentes a la oscuridad tanto como al deslumbre que produce la reverberación propia de la región fronteriza.
La urgencia convoca la desmesura y sustituye lo que es tan contundente como simple. Acudir a las disposiciones de la ley de Migración y de la ley sobre Tráfico Ilícito de Migrantes y Trata de Personas, sería más conveniente que las alharacas ocasionales con resultados exiguos.
Desde aquel lance que pretendía detener la continuación de la construcción del canal que desvía el cauce del río Dajabón hasta el operativo para repatriar cada semana 10 000 haitianos, el resultado ha sido el mismo.
El tejemaneje del canal abocó en un ridículo alarde de fuerza que no detuvo la construcción. Entonces, la narrativa transformó en “anarquistas” a los constructores del canal como luego, a contrapelo de las leyes y Tratados vigentes el jefe de estado decidió tipificar las pandillas haitianas como “organizaciones terroristas”.
La estrategia de los traficantes de personas ha resultado invencible. El proceder de las redes delincuenciales conformadas por dominicanos y haitianos recuerda las artimañas triunfantes de los vietnamitas para protegerse de los implacables ataques de las tropas de EUA.
Nada los detiene. Poco a poco distribuyeron por el territorio nacional obreros y parturientas, poblaron Friusa. Crearon asentamientos por doquier.
De la negación a la admisión, el oficialismo exhibe su poderío militar ad hoc incapaz de controlar al guardia con fusil enmohecido que recibe la paga para no ver.
Cincuenta y seis meses después del inicio del régimen, la ficción asume formas diversas de amedrentamiento hasta ahora imposible. Contradicciones a granel salpican el discurso oficial empero algunos se aquietan.
Friusa no era peligro, sin embargo, después de aquella marcha, el lugar fue intervenido y el asentamiento de Mata Mosquito desmantelado. El ministro de Relaciones Exteriores advirtió ante el Consejo de Seguridad de NNUU que “si continúa el letargo de la comunidad internacional para intervenir en la crisis de Haití, corremos el grave riesgo de presenciar su transformación en un conflicto internacional de proporciones imprevisibles». El ministro de Defensa reaccionó ratificando el blindaje de la frontera.
Es asunto de Campoamor y el cristal que usemos para mirar. Vale recordar algo tan olvidado como el proceso penal que provocó la declaración. Fue en el tiempo de camaleones y red semafórica, de contrato suspendido pero ejecutado, de abogado y “bajadero”, cuando el director de operaciones de la empresa Aurix reveló que tiene una oficina adscrita al Ministerio de Defensa y sus equipos controlan 309 kilómetros de línea fronteriza.
Demostró que, gracias a sus cámaras, satélites, drones, detecta el indetenible tráfico de haitianos. Imputaba complicidad a los “ojos de la patria” apostados en la frontera. Nunca fue desmentido, aunque quizás acallado. Para creer en la efectividad y permanencia de esta nueva cruzada, será necesaria la fe bíblica.