Por Luis López Rivas, MA

La práctica política orientada a la búsqueda del poder como objetivo primordial aleja la oportunidad del pueblo de tener servidores publicos arientados a la solucion de los conflictos generales de la nación.
El Estado si pudiera pensar, estaría en pánico, de hecho, da miedo saber que se pone en riesgo el desarrollo programado de la agenda de desarrollo nacional, se arriesga la democracia como proceso de credibilidad afectada por los comportamientos amañados de los elegidos en un método democrático constitucional y legalmente estatuidos.
El desaliento que genera el indebido accionar de los representantes del Estado o administradores transitorios de la cosa pública es real y da mucho miedo, afecta la esperanza de tener un país que se acerque a los ideales de Juan Pablo Duarte, del juramento de los trinitarios o simplemente del deseo llano del pueblo.
Mientras el pueblo muere por falta de esperanza que la van sesgando sus propios miembros pueblerinos, estos, asociados en organizaciones políticas y sociales y comunitarias planifican sus agendas individuales.
Se puede decir que el mal está en la sabana, que la política se ve como un medio de acceder a la solución de los problemas personales vía la administración de la cosa pública, y eso está mal, muy mal.
La meta es seguir vivo para ver si podemos incidir en una transformación que vincule y promueva el establecimiento de un gobierno comprometido con los valores democráticos y bienestar del pueblo, la creación de un régimen de consecuencia más severo que permita sancionar incluso, al sancionador, juzgar al que juzga sobre un concepto de responsabilidad compartida atada al principio de honestidad.
Hace falta solo ser honesto y respetuoso de las normas y leyes para que tengamos un mejor país.