Voy leyendo y escuchando, pero sobre todo poniendo mi atención en los detalles. A veces todo al mismo tiempo y en ocasiones agregando otros sentidos más.
Inicialmente por curiosidad y luego porque desde hace un tiempo atrás hice consciencia de las formas en que se activa en mi la curiosidad y la creatividad.
Por Angela Lora
En La Punta de la Lengua
En una lectura digital encontré un artículo que me pareció atractivo y divertido. La idea no es nueva, la forma en que se presenta tampoco, pero en su momento logró su objetivo, llevándome a imaginar. Se trata del fotógrafo holandés Iwan Baan que cuenta historias captadas con su cámara y relacionadas con la arquitectura, resaltando que no importa la luz o el color al momento de tomar las fotos, sino de todo el contexto, de lo que quieren destacar los constructores cuando crean espacios y de cómo se va definiendo todo el entorno, además, de lo que se descubre en una naturaleza que aparentemente no refleja nada especial, pero que permite encontrar detalles ocultos.
Por mucho tiempo así fue el caso de los círculos en los cultivos de maíz en Inglaterra, o las líneas de Nazca en Perú, patrones dibujados en tierra que no fueron realmente reconocidos hasta que no se visualizaron desde el aire.
Confieso que tengo preferencia por libros y programas de televisión que muestran detalles de la vida cotidiana de las personas en su contexto, de la “vida real” como solía decir mi amiga Glevin muchos años atrás, y es por esto que el artículo llamó aún más mi atención, me hizo consciente de que es un ejercicio que hago con frecuencia, ver el entorno e imaginar la vida de las personas que están ubicadas allí.
Y en cada libro que leo voy sumergiéndome en las escenas, reconociendo los espacios, olores, sabores, sintiendo el calor o la brisa, tratando de revivir las emociones de los personajes en su contexto.
Indudablemente estoy contagiada de ese maravilloso realismo mágico de la escritura latinoamericana. Entendí que de esto es que se trata, dejarse envolver, ser lector y protagonista, ver las fotos de Baan y entender los espacios, viajar por épocas y culturas que son compartidas en cada historia.
Es un ejercicio interesante que invito a practicar, integrar todos los detalles del entorno en nuestra vida cotidiana, entenderlos y ser parte de su contexto, no solo ver el vaivén de las olas del mar, sino contagiarse de su ritmo, llevar frescura a la arena que se encuentra en la orilla de la playa.