Por Luis Holguín-Veras Martínez
Psicólogo, Consultor en Gestión de Recursos Humanos y Desarrollo Organizacional.
Activista Social
La práctica de fomentar “una buena acción cada día” en los Scouts tiene profundas implicaciones dentro del marco específico de la metodología Scout.
Desde el punto de vista educativo, esta práctica se a línea con los principios de la educación integral. Realizar una buena acción diaria refuerza el aprendizaje experiencial, una metodología educativa en la que los Scouts aprenden a través de la acción y la reflexión sobre sus experiencias. Este enfoque no solo busca transmitir conocimientos teóricos, sino también desarrollar habilidades prácticas y actitudes que son fundamentales para la formación del carácter.
Realizar buenas acciones fomenta en los jóvenes la empatía, el sentido de responsabilidad social y el desarrollo de un sentido ético. Al ser un acto diario, se convierte en un hábito que contribuye a la formación de ciudadanos comprometidos con el bienestar común, y no simplemente en individuos que buscan su beneficio personal. En términos pedagógicos, este hábito refuerza la educación en valores, un componente esencial para el desarrollo de personas con una ética sólida y un fuerte sentido de justicia y solidaridad.
El propio Robert Baden-Powell, fundador del Movimiento Scout, en su libro titulado Guía para el Jefe de Tropa decía que “el muchacho posee un instinto natural para el bien con sólo ver una forma práctica de ejercerlo y el precepto de la buen acción satisface este instinto y lo desarrolla, y con ello saca a relucir el espíritu de caridad cristiana hacia su prójimo.”
Desde una perspectiva sociológica, la práctica de realizar una buena acción cada día fortalece el capital social de las comunidades en las que los Scouts están inmersos. Alentar a los jóvenes a ayudar a otros y a contribuir positivamente a su entorno crea redes de apoyo mutuo y fomenta la cohesión social. Estas acciones cotidianas pueden parecer pequeñas, pero acumuladas a lo largo del tiempo y entre muchos individuos, tienen el poder de construir un tejido social más fuerte y resiliente.
Además, este hábito puede influir en la construcción de una identidad grupal positiva. Los Scouts, al identificarse como miembros de una comunidad que valora el servicio, desarrollan un sentido de pertenencia que está asociado con el altruismo y la solidaridad. Este sentido de identidad grupal es un factor clave en la cohesión del grupo y en la transmisión de valores sociales positivos a otras esferas de la vida del joven.
Desde la perspectiva específica del Movimiento Scout, la práctica de realizar una buena acción diaria se enmarca en la Promesa y la Ley Scout, que son los pilares fundamentales de la metodología del movimiento. Este principio se deriva del propósito de formar individuos que vivan según los valores del servicio, la responsabilidad y el respeto. La buena acción diaria es una manifestación concreta del principio de servicio al prójimo, que es central en la filosofía Scout.
Además, este hábito contribuye a la internalización de la ética del servicio como una parte natural de la vida cotidiana del Scout, no solo dentro de las actividades del grupo, sino también en su vida personal, escolar, y social. La repetición diaria de estos actos de servicio refuerza en los jóvenes la idea de que siempre pueden hacer una diferencia positiva en su entorno, no importa cuán pequeña sea la acción. Este enfoque práctico refuerza la misión educativa del Movimiento Scout de crear “mejores ciudadanos para un mundo mejor.”
La práctica de realizar una buena acción diaria es un poderoso instrumento educativo, sociológico y metodológico dentro del Movimiento Scout. En su esencia, contribuye a la formación de individuos comprometidos con su comunidad, responsables y solidarios, que llevan consigo los valores aprendidos en su vida diaria. Esta simple acción, repetida a lo largo del tiempo, tiene el potencial de generar un impacto significativo tanto en el individuo como en la sociedad.
Cuando la acción de servicio se hace con la participación e involucramiento de otros, la experiencia multiplica su efecto, pues niños, niñas, adolescentes, jóvenes y personas adultas experimentan el placer del servicio y pueden valorar como significativa esta maravillosa vivencia, incrementando la posibilidad de que puedan incidir en que en los respectivos ambientes y grupos en los que participan, puedan también promover acciones y proyectos de servicio.
El fundador del Movimiento Scout les decía a los adolescentes Scout “Un Scout hace todo lo posible por ayudar a los demás, especialmente a los ancianos y niños. Realiza por lo menos una Buena Acción al día”.
Otra frase de Baden-Powell dirigida a los Scouts dice “Por medio de tu Promesa estás obligado a hacer una buena acción por alguien cada día. Pero eso no significa que los Scouts necesiten hacer sólo una buena acción al día. Deben hacer una, pero si hacen cincuenta, mucho mejor”.
Si fomentáramos las acciones de servicio en las personas de todas las edades, los grupos, comunidades. Si creáramos más vías para participar voluntariamente en proyectos de servicio, estaríamos fomentando la empatía y la compasión en las personas, con lo cual podríamos estar cambiando el cristal con el que miran su realidad, podríamos estar fomentando la armonía y el activismo social, así, podríamos estar fomentando la Cultura de Paz, desde una perspectiva del ejercicio ciudadano.
La buena acción diaria, contribuye a crear la práctica de la realización de acciones de servicio que muchas veces pueden constituir verdaderos proyectos sociales, pero es necesario que se apoye a los jóvenes que desean contribuir a un problema social.
Las instituciones públicas, así como el sector empresarial debería, desde su práctica de responsabilidad social, apoyar las iniciativas de los grupos sociales y en especial los grupos que trabajan con niños, niñas, adolescentes y jóvenes para apoyar sus iniciativas de servicio, flexibilizando los requerimientos técnicos de los perfiles de proyectos para solicitar su apoyo y financiando la realización del diagnóstico previo de los problemas que les interesa abordar con proyectos de servicio, los cuales en muchas ocasiones se ven tronchados porque no son financiados por las instituciones que apoyan este tipo de iniciativas.
Si queremos fomentar más proyectos sociales que contribuyan a solucionar problemas sociales significativos, debemos apoyar a los jóvenes que quieren diagnosticar estos problemas para elaborar proyectos con los cuales contribuir a su solución.
Hemos visto solicitudes de financiamiento que han sido rechazadas porque no contaban con un diagnóstico previo que lo sustentara. Pero quién apoya las acciones de diagnóstico que luego pueden servir de base a la formulación del Proyecto como sustento de la acción ofrecida.
Si más jóvenes de distintas agrupaciones participan en las acciones de servicio como las organizadas por los Scouts Dominicanos, los resultados a nivel social pueden ser muy positivos y amplios, potenciando el impacto de estas actividades. Veamos algunos de los resultados que se podrían obtener:
1. Fomento de la Solidaridad Intergeneracional y Social
Involucrar a jóvenes de diferentes grupos en actividades de servicio promueve la solidaridad y la cooperación entre individuos de distintas procedencias y contextos. Esta colaboración puede romper barreras sociales, económicas y culturales, creando una red de apoyo mutuo. Los jóvenes pueden desarrollar un sentido compartido de responsabilidad hacia su comunidad, aprendiendo a trabajar juntos por un bien común, independientemente de sus diferencias.
2. Ampliación del Impacto Social. Cuando jóvenes de otros grupos se unen a los Scouts en acciones de servicio, el impacto de estas actividades se amplifica. La participación de un mayor número de personas permite abordar problemas comunitarios con más recursos humanos y, en algunos casos, con mayor alcance. Por ejemplo, una campaña de reforestación o de limpieza de un área puede ser más efectiva y abarcar una mayor extensión si se cuenta con la colaboración de más jóvenes.
3. Desarrollo de una Cultura de Servicio en la Juventud. La participación de jóvenes no Scouts en estas actividades puede contribuir a la difusión y adopción de una cultura de servicio entre la juventud en general. Al experimentar el valor y la satisfacción que proviene de ayudar a los demás, estos jóvenes pueden ser motivados a continuar participando en actividades de servicio, ya sea dentro o fuera del ámbito Scout. Esto tiene el potencial de generar un efecto multiplicador, donde más jóvenes se sienten inspirados a involucrarse en acciones que beneficien a sus comunidades.
4. Fortalecimiento del Capital Social. El capital social se refiere a las redes de relaciones y la confianza que existen dentro de una comunidad. La participación conjunta en actividades de servicio puede fortalecer estas redes al fomentar interacciones positivas y colaborativas entre jóvenes de diferentes grupos. Esto no solo mejora la cohesión social, sino que también puede abrir nuevas oportunidades de colaboración futura, tanto para los Scouts como para las organizaciones de los jóvenes participantes.
5. Promoción de la Inclusión Social. Las actividades de servicio organizadas por los Scouts, al incluir a jóvenes de diversos orígenes, pueden actuar como un espacio inclusivo donde se valora la diversidad. Esto puede ayudar a reducir la marginación de ciertos grupos y promover una mayor inclusión social. Jóvenes de diferentes contextos pueden aprender a apreciar y respetar las diferencias, mientras trabajan juntos hacia objetivos comunes.
6. Fortalecimiento de la Identidad y del Compromiso Cívico. Participar en estas actividades puede ayudar a los jóvenes a desarrollar una identidad más fuerte como ciudadanos comprometidos. Al ver el impacto tangible de su trabajo, estos jóvenes pueden sentir un mayor sentido de pertenencia a su comunidad y una responsabilidad hacia su bienestar. Esta identidad puede traducirse en un mayor compromiso cívico a largo plazo, donde los jóvenes se convierten en agentes activos de cambio en sus comunidades.
7. Potencial para la Creación de Alianzas y Redes Interinstitucionales
La colaboración entre Scouts y otros grupos de jóvenes puede dar lugar a la creación de alianzas y redes interinstitucionales. Estas alianzas pueden facilitar la coordinación de futuras actividades de servicio, la compartición de recursos y conocimientos, y la creación de proyectos conjuntos que tengan un impacto aún mayor. Estas redes también pueden servir como un medio para que los Scouts amplíen su alcance y se conecten con otros movimientos juveniles y comunitarios.
Conclusión
La participación de jóvenes de otros grupos en las acciones de servicio organizadas por los Scouts Dominicanos tiene el potencial de generar resultados significativos a nivel social. Desde el fomento de la solidaridad y la inclusión hasta el fortalecimiento del compromiso cívico y la ampliación del impacto de las actividades de servicio, estas interacciones pueden contribuir a construir comunidades más fuertes, cohesionadas y comprometidas con el bienestar común.