![Donald Trump: ¿saboteará la diplomacia internacional?](https://i0.wp.com/ciudadaniard.com/wp-content/uploads/2025/02/Inmigrante-deportado.jpg?resize=526%2C525&ssl=1)
Por: Dr. Amín Cruz
“En política no hay ni buenas ni malas intenciones, solo intereses”. _ N. Maquiavelo
El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos está marcado por una agenda ambiciosa y controvertida, que promete cambios significativos tanto en la política nacional como en la internacional. Su enfoque combina proteccionismo y aislacionismo, lo que podría generar nuevos desafíos en las relaciones diplomáticas de la nación y alterar el equilibrio geopolítico global.
Lejos de fomentar un ambiente de paz, cooperación y desarrollo internacional, las políticas de Trump han generado tensiones y confrontaciones en el escenario mundial. En lugar de fortalecer la diplomacia y la colaboración con organismos multilaterales como las Naciones Unidas (ONU), sus decisiones han generado conflictos con aliados y rivales por igual. Esto plantea serias interrogantes sobre los beneficios reales de su estrategia para Estados Unidos y el resto del mundo.
Durante su campaña, Trump hizo numerosas promesas, pero como suele ocurrir en la política, 2 más 2 no son 4, pero todas se cumplen o se ejecutan de la manera esperada. La realidad muchas veces difiere de las expectativas. La incertidumbre sobre las consecuencias de sus decisiones lleva a cuestionar si su administración podrá generar beneficios reales para el país y sus ciudadanos sin afectar gravemente a otras naciones.
En este contexto, resulta fundamental fomentar el diálogo, el análisis, la reflexión y la unidad. Es prioritario alinear estrategias con la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, promoviendo el conocimiento, la gobernabilidad, la justicia, la paz, la libertad de prensa y la solidaridad internacional. Ninguna nación que se considere bastión de la democracia y los derechos humanos puede imponer exigencias a otros países mientras actúa de manera contradictoria y sin rendir cuentas ante la comunidad internacional.
Un ejemplo preocupante de estas políticas es la decisión de enviar presos a centros de detención en Guantánamo y El Salvador, sin garantizar el respeto a sus derechos humanos. Esta medida genera interrogantes sobre las condiciones en que serán tratados, el acceso a la justicia y la posibilidad de que sus familiares y abogados puedan asistirlos adecuadamente. Todo gobierno está obligado a garantizar la dignidad de las personas bajo su custodia, conforme a los tratados internacionales, como la Convención de Viena y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU.
Estados Unidos no puede reclamar autoridad moral para criticar la deportación de inmigrantes, la existencia de presos políticos o la represión gubernamental en otras naciones si implementa medidas similares en su propio territorio. La coherencia y el respeto a los principios democráticos son esenciales para mantener su liderazgo global con integridad, responsabilidad y ética.
Las políticas de Trump dividen a la opinión pública estadounidense. Mientras que un sector minoritario del 45% las respalda, la mayoría del 51% las rechaza, lo que sugiere la necesidad de un cambio de rumbo. Muchos de sus votantes han reconsiderado su apoyo, evidenciando un descontento creciente.
Frente a esta realidad, diversos sectores de la sociedad estadounidense, incluidos partidos políticos, movimientos sociales, sindicatos y organizaciones progresistas, deben unirse para analizar la situación actual y proponer soluciones viables. La crisis que enfrenta el país demanda respuestas responsables y una visión de futuro que priorice el bienestar colectivo sobre decisiones personalistas y egocéntricas.
El futuro de Estados Unidos dependerá de su capacidad para corregir el rumbo y adoptar políticas que fomenten la estabilidad, la justicia y la cooperación internacional, en lugar de ahondar en la división y el aislamiento.
“La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo”, (Abraham Lincoln).