Por Jeffrey Medina Rivas
Ciudadanía RD Media

En República Dominicana, trabajar bajo el sol ya no es solo incómodo: es peligroso. Con temperaturas que fácilmente superan los 33°C en gran parte del año y sensaciones térmicas que rozan los 40°C en sectores como la construcción, la agricultura, la vigilancia, el transporte o la limpieza urbana el riesgo de sufrir estrés térmico es más real que nunca.
Sin embargo, pocas empresas, y menos aún instituciones públicas, están tomando medidas preventivas. Y menos aún se habla del tema en los medios. ¿Será que esperamos una tragedia para actuar?
¿Qué es el estrés térmico y por qué debe preocuparnos?
El estrés térmico ocurre cuando el cuerpo humano no puede disipar el calor que acumula, generando un aumento de su temperatura interna. Esto puede derivar en consecuencias que van desde calambres, agotamiento por calor o golpes de calor (potencialmente mortales), hasta una pérdida de productividad, deshidratación o afectaciones cardiovasculares graves.
La guía del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS), ampliamente reconocida en el ámbito internacional, advierte que este riesgo se agrava en condiciones como:
- Altas temperaturas y humedad.
- Exposición directa al sol.
- Actividad física intensa.
- Uso de ropa o EPP no ventilados.
- Falta de descansos adecuados.
¿Le suena conocido? Así trabaja buena parte del personal de seguridad, obreros de la construcción, motoconchistas, deliverys, empleados de obras municipales o agricultores en el país.
RD: un país cada vez más caliente… y desprotegido
Los datos de la Oficina Nacional de Meteorología (ONAMET) y estudios globales confirman que la República Dominicana experimenta un aumento sostenido de temperaturas extremas. En ciudades como Santo Domingo, Santiago o San Pedro de Macorís, las olas de calor ya no son una excepción, sino una nueva normalidad.
Y lo más grave: nuestro marco normativo laboral no aborda de manera específica ni actualizada el estrés térmico. El Reglamento 522-06 sobre Seguridad y Salud en el Trabajo no contempla criterios de exposición a calor como los establecidos por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) o la ISO 7243 (WBGT).
¿Quién está protegiendo a nuestros trabajadores del calor extremo?
Las consecuencias son más que sudor
Más allá del cansancio, el estrés térmico afecta la concentración, eleva el riesgo de errores, incrementa la posibilidad de accidentes laborales (por mareos, desmayos, deshidratación) y puede incluso causar la muerte si no se atiende a tiempo.
En el plano económico, también representa un problema serio: reduce la productividad, incrementa el ausentismo y eleva los costos de atención médica. No es casualidad que organismos como la OMS y la OIT adviertan sobre los impactos del cambio climático en la salud laboral.
¿Qué se puede hacer? Recomendaciones urgentes y posibles
Basados en la guía de ISTAS y adaptando a nuestro contexto, estas serían algunas recomendaciones mínimas para prevenir el estrés térmico en los centros de trabajo dominicanos:
- Organizar las tareas según el clima: Evitar los trabajos más intensos entre las 11:00 a.m. y las 3:00 p.m., cuando el calor es más peligroso.
- Pausas frecuentes en lugares frescos o sombreados, cada 45 a 60 minutos, especialmente en trabajos al aire libre.
- Hidratación constante: Agua potable disponible y accesible en todo momento, no esperar a que el trabajador “tenga sed”.
- Dotación de vestimenta ligera, transpirable y de color claro, además de sombreros o cascos con viseras para reducir la exposición solar directa.
- Adaptar los EPP (Equipos de Protección Personal) para permitir ventilación y evitar sobrecalentamiento.
- Capacitación preventiva para supervisores y trabajadores sobre cómo identificar síntomas de golpe de calor y cómo actuar ante emergencias.
- Evaluar el índice WBGT (Wet Bulb Globe Temperature) o aplicar métodos alternativos simples para valorar el riesgo térmico en jornadas laborales.
Un llamado a la acción: la salud no se negocia
El estrés térmico no es un problema del futuro, es un enemigo silencioso del presente. Las empresas que operan en sectores de alto riesgo térmico deben entender que proteger a su personal es proteger la continuidad de su negocio. Las instituciones gubernamentales, por su parte, tienen la responsabilidad de actualizar la normativa, fiscalizar y promover buenas prácticas.
Y a nivel ciudadano, no podemos seguir normalizando imágenes de trabajadores tosiendo bajo el sol, vigilantes desmayados, o agricultores exhaustos sin siquiera un toldo o agua cerca. Trabajar no puede ser una sentencia de calor.
Es hora de abrir esta conversación en serio. El calor no da espera. La salud tampoco.