
París, Francia. — En una era donde el fútbol parece cada vez más atrapado por algoritmos, tácticas milimétricas y equipos que se neutralizan entre sí, el Balón de Oro 2025 ha sido conquistado por un futbolista que representa todo lo contrario: Ousmane Dembélé, el artista callejero que devolvió la magia al juego.
Cincuenta y nueve años después del primer Balón de Oro, el fútbol vuelve a premiar la anarquía creativa, el dribling impredecible y la emoción volcánica. Dembélé, junto al prodigio adolescente Lamine Yamal, protagonizó una batalla épica por el trono del fútbol mundial. Ambos encarnan ese estilo libre que engaña defensas con el cuerpo, no con fórmulas.
El francés llevó al París Saint-Germain a su primer triplete histórico, coronándose campeón de Europa y superando al joven catalán, quien, con apenas 18 años, se convirtió en el más joven en subir al podio del Balón de Oro, por delante de leyendas como Ronaldo Nazário, Leo Messi y Gianni Rivera.
El tercer lugar fue para el brillante Vitinha, quien también conquistó el triplete con el PSG y sumó la Liga de Naciones con Portugal. Su ausencia en la cima solo confirma la grandeza de quienes lo precedieron.
Dembélé posó con orgullo, como si el trofeo fuera una guitarra y él el trovador que le devolvió al fútbol su música.
Este Balón de Oro resuena como un eco del primero, en 1956, cuando Stanley Matthews, Alfredo Di Stéfano y Raymond Kopa fueron celebrados por su estilo inconformista. Eran magos diminutos que hipnotizaban multitudes sin necesidad de televisión ni redes sociales.
Hoy, en plena era digital, el fútbol sigue enamorado de los que rompen el guion, los que desafían la lógica, los que juegan como si estuvieran en la calle. A ellos los llamamos los vaqueros del fútbol. Y este año, el más bravo de todos fue Dembélé.
Con información de CNN…