Por Greydi Ramos
Escritor y Político.

Actualmente el país está viviendo una de las más grandes crisis de nuestra historia, hay que recordar que históricamente hemos vivido y superado algunas crisis anteriormente, pero nunca como ahora, pues además de la crisis económica de la carestía de vida, está la crisis del endeudamiento, la de la delincuencia, la crisis migratoria, la de la caída de todos los servicios públicos, salud, educación, seguridad ciudadana, la crisis del sector eléctrico y la peor de todas las crisis de las que hemos podido sobrevivir, la crisis de la degradación moral de la política dominicana, puesta en ejecución por el actual gobierno; donde todos los días sale a la luz un escándalo de corrupción o narcotráfico de quienes dirigen el estado, lo que abre las puertas para que además de todas la crisis mencionadas sus factores y repercusiones se incrementen aún más y se prevea que hacia la inminente salida del poder del actual gobierno nos encaminemos a según vayan avanzando los meses, hacia ese oscuro futuro que se cierne sobre el pueblo dominicano.
El país se encuentra a mangas por hombros con un presidente de la república que solo se preocupa por montar circos, maquillar cifras y hablar mentiras, en un intento de subir la desahuciada popularidad de él y de su partido, quienes han caído de manera estrepitosa por los casos de corrupción y el narcotráfico, por su incapacidad, el atraso y abandono al que han llevado todas las instituciones del estado. Mientras los funcionarios que lo acompañan en este desgobierno líder en improvisación y retroceso, unos solo piensan constantemente en cuanto se pueden llevar de las arcas del estado antes de su segura salida del gobierno y otros, solo se ocupan de promoverse a través de los ministerios, direcciones e instituciones que dirigen, usando los recursos del erario público sin nadie que los controle. Viven en una burbuja ajenos a todas las realidades que vive el país, al punto que ni siquiera sacan tiempo para tratar defender su indefendible gobierno, desacreditado por sus implicaciones con el narcotráfico ya característico del partido revolucionario moderno y su dirigencia, y tratan mucho menos de defender a su presidente, quien luce solo, a la deriva, alejado de todos como un leproso, como si temieran que si su ineficiencia, incapacidad y el descrédito que lo arropa pudieran ser contagiosos.
Mientras todo esto ocurre a los dominicanos nos ha tocado la del ´´sálvese quien pueda´´, sobreviviendo a la imposición de un estilo de vida donde realizar cualquier simple actividad, como comer, dormir, bañarse, salir a trabajar o a recrearse, hoy en día se ha convertido en todo un reto. Bañarse sin tener agua, dormir sin tener luz, comer una vez al día con la carencia, descontrol e incremento en los precios de los alimentos básicos, o peor aún, salir a la calle a trabajar o recrearse y ser víctima de un robo, un asalto o que te quiten la vida en el peor de los casos.
La realidad es que el sueño del cambio prometido de Luis Abinader y su equipo de próceres de la incompetencia terminó siendo una pesadilla de la que aun nos restan tres años para despertar porque por suerte y muy a pesar de todo somos un pueblo democrático que espera sobrevivir al 2028 para ajustarles cuentas y sacarlos del poder, pues si no a estas alturas estaríamos encendiendo el país por las cuatro esquinas, lo que agravaría aún más las realidades que vivimos. El cambio fue una trampa.