Un gobierno en caída libre

 

Por Dr. Leonel Fernández
Observatorio Global
Ciudadanía RD Media

Un gobierno en caída libre
Abogado, escritor y político dominicano. Presidente del partido la Fuerza del Pueblo Fue presidente de la República Dominicana de 1996 a 2000, de 2004 a 2008 y de 2008 a 2012.presidente de FUNGLODE

No bien la sociedad dominicana había superado la vergüenza del prolongado apagón que afectó el Aeropuerto Internacional de las Américas (AILA), semanas atrás, cuando se produjo el colapso del Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (SENI), que dejó al sistema operando con apenas 41 megavatios, frente a una demanda de 2,978 megavatios.

Fue un fenómeno de impacto general. Se prefirió hasta abandonar la idea de calificarlo simplemente como apagón para decirlo en inglés: blackout. El caos fue total. Los usuarios del teleférico quedaron suspendidos en el aire, atemorizados, sin saber lo que ocurría. Los del Metro, atascados en medio de la oscuridad, el calor y el desconcierto.

Las diferencias, en principio, entre las instituciones del sector eléctrico, y luego la admisión de que la planta de respaldo del Metro de Santo Domingo, en caso de emergencia, se encontraba en mantenimiento, han desbordado los límites de la paciencia y credulidad de los ciudadanos. La ausencia, hasta estos momentos, de un informe concluyente sobre las causas que lo motivaron alimenta la idea de falta de transparencia e improvisación.

Pero el malestar social que actualmente se expande por todo el ámbito territorial nacional no se detiene con los apagones ni el blackout. Va más allá. Tiene que ver con la falta de agua potable en las comunidades y la inseguridad ciudadana, ante la ola interminable de asaltos y homicidios.

Igualmente, por el desabastecimiento generalizado de medicamentos básicos; los casos de corrupción en SENASA e INEFI; y la paralización y deterioro de proyectos de infraestructura.

Desaceleración

La percepción de parálisis que se percibe en el país tiene su fundamento en que, de conformidad con el pronóstico optimista del Banco Central, las proyecciones de crecimiento del producto interno bruto para este año, 2025, serán tan solo de 2.5%, muy por debajo del potencial crecimiento de nuestra economía.

Lo mismo ya había ocurrido en el 2023, cuando solo pudimos alcanzar un 2.4%; y si en el 2024 hubo un crecimiento de 5.0% del PIB, fue debido a que se trataba de un año electoral en que el gobierno, en sus afanes de reelección, aplicó una política de expansión del gasto.

Todo eso transmite la impresión de que la economía dominicana se encuentra, en la actualidad, atravesando por una situación de desaceleración. Es lo que se capta, por ejemplo, en áreas como la construcción, que en la actualidad decrece a -2.0%.

Eso, por supuesto, es alarmante. Que la construcción haya llegado a esos niveles de decrecimiento debería disparar las alarmas. Se trata, después de todo, de uno de los sectores más dinámicos de la economía nacional. Las causas que lo explican se deben a una caída de la inversión privada y a una lentitud en la ejecución del gasto público de capital.

La manufactura local solo crece 1.7%; y las zonas francas, a pesar de toda la alharaca que se hace sobre inversión extranjera directa, solo 1.8%.

Al comercio tampoco le va mejor. Con un aumento de 2.5%, no logra compensar la debilidad de los sectores productivos; y en cuanto a la agropecuaria, ha sido uno de los mayores fracasos del gobierno del PRM, en perjuicio de los productores y de los consumidores.

Ese fracaso se debe a la ausencia de planificación de la producción, especialmente en pollo, huevos, arroz, papa, cebolla y ajo; por la falta de capacitación y asistencia técnica debido a la cancelación de unos mil profesionales agropecuarios; por la falta de acceso de medianos y pequeños productores a los recursos financieros del Banco Agrícola; y por la quiebra del seguro agropecuario AGRODOSA, ocasionada por las deudas del gobierno a dicha institución.

En fin, la acumulación o multiplicidad de dificultades por la que en estos momentos atraviesa la economía dominicana produce una sensación de frustración e impotencia por parte de la ciudadanía, así como de que el gobierno ha perdido el sentido de orientación y dirección.

Futuro incierto

Para hacer la situación más preocupante, a esto se agrega los aumentos generalizados en el costo de la vida. De enero a octubre de este año, el incremento de la canasta familiar ha sido de 1,376 pesos; y productos como el plátano han pasado de 28 a 32 pesos; el pollo, de 70 a 80; y la carne de res, de 160 a 175 pesos.

Hasta diciembre de 2024, la tasa de cambio promedio alcanzó los 61.32 pesos por dólar; y para el 2025 se anticipó que llegaría a un promedio de 63.11 pesos por dólar, a lo que se ha quedado corto, generando ansiedad en diversas áreas.

Para el 2026, empero, el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo del actual gobierno del PRM estima que llegará a 65.63 pesos por dólar; para el año siguiente, 68.26 pesos por dólar; y para el 2028 cruzaría la línea roja, cotizándose por encima de 70 pesos por dólar.

Esperamos que esas cifras respondan a una equivocación, pero, en todo caso, ya la situación se ha degradado tanto, que a principios de año la Conferencia del Episcopado Dominicano, a través de su carta pastoral Caminemos Juntos, expresó su inquietud “ante las realidades de marginación y vulnerabilidad social en que viven miles de dominicanos (…) y la profunda conmoción que provoca la realidad de inseguridad en la que viven numerosas familias, el desempleo que golpea especialmente a los jóvenes, y el impacto del alto costo de la vida en los hogares más vulnerables”.

Al llegar a la etapa final de este año, 2025, prevalece en el ambiente un sentimiento de desaliento, de descomposición económica y de desgaste político. Debido a todo eso, muchos piensan que el gobierno se encuentra en caída libre.

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Author: CRDMedia

CRDMedia es un medio digital de comunicación en República Dominicana, comprometido con la defensa de los derechos de los ciudadanos.

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