Por Redacción
CRDmedia

El discurso del presidente del PRM, José Ignacio Paliza, sobre el narcotráfico fue recibido con indignación por amplios sectores de la sociedad. En lugar de asumir la responsabilidad política que corresponde a un partido en el poder, Paliza optó por advertir que podrían surgir más casos vinculados al crimen organizado, presentando esto como una muestra de que la impunidad ya no existe en República Dominicana.
Sin embargo, esa narrativa resulta insuficiente y hasta ofensiva. Pretender que las extradiciones de narcotraficantes realizadas por la DEA en Estados Unidos son prueba de la fortaleza institucional dominicana es un error grave. La extradición de un delincuente no depende de nuestras acciones judiciales, sino de procesos internacionales que escapan al control local.
Lo que se esperaba de Paliza era un discurso de autocrítica, un reconocimiento de que el PRM permitió que candidatos cuestionados llegaran a sus boletas, y un pedido de disculpas a la sociedad dominicana. Esa línea fue planteada con valentía por la diputada Soraya Suárez, quien señaló que el partido debía pedir perdón al país. Esa era la ruta correcta, pero Paliza la ignoró.
La oposición política, representada por el PLD y la Fuerza del Pueblo, no tardó en señalar la irresponsabilidad del PRM. Acusaron al oficialismo de haber llenado sus boletas con candidatos vinculados al narcotráfico, lo que pone en entredicho la transparencia del proceso electoral y la credibilidad del sistema político.
Desde la sociedad civil también llegaron críticas contundentes. Organizaciones y ciudadanos calificaron el discurso como tardío, carente de autocrítica y vacío de propuestas concretas. Virginia Antares, de Opción Democrática, fue clara al señalar que la única manera de sacar al narcotráfico de la política es regulando el financiamiento electoral, imponiendo límites de gastos y una fiscalización efectiva.
En este contexto, el discurso de Paliza no solo fue insuficiente, sino también indignante. Resulta repugnante que un presidente de partido en el poder intente lavarse las manos frente a un problema que afecta directamente la credibilidad de la democracia dominicana. La ciudadanía exige transparencia, responsabilidad y valentía política, no excusas ni evasivas.
Por eso, la conclusión es clara: Así no, Paliza. Así no. La sociedad dominicana merece respeto, autocrítica y un compromiso real contra la infiltración del narcotráfico en la política. El PRM tiene la obligación de rectificar, pedir disculpas y garantizar que nunca más se repita este error. Solo así podrá recuperar la confianza perdida.