El consumo de venganza y el crecimiento económico del 2022

 

Las autoridades y muchos otros, incluso, más allá de nuestra tierra, entienden que la economía aumentará entre un 5.0 % y un 5.5 % en el 2022, especialmente en un entorno con menos incertidumbre que la del 2021, que hizo de las proyecciones un ejercicio de imprecisiones, con la ventaja de que las equivocaciones fueron hacia la baja y la realidad negó hasta las creencias pesimistas.

     

    Por Haivanjoe Ng Cortiñas
    Ciudadania RD Media

    Haivanjoe Ng Cortiñas

    El 2021 es parte del pasado, la economía creció y mucho, con y sin rebote ponderal estadístico. Sin rebote en un 12.0 % con relación al 2020, con rebote en un 5.3 puntos porcentuales (pp) y más que el potencial en un 7.0 pp. Con gran diferencia, el crecimiento económico será siempre mejor que no tenerlo.

    ¿Y qué del 2022, la economía crecerá mucho, poco o nada?

    Al finalizar el 2022 en una perspectiva no colonizada del conocimiento, el producto interno bruto (PIB) dominicano, lo más probable es que su tamaño no se expanda como en el 2021, porque el fenómeno del consumo de venganza no estará presente, pero crecerá, al fin y al cabo.

    Las autoridades y muchos otros, incluso, más allá de nuestra tierra, entienden que la economía aumentará entre un 5.0 % y un 5.5 % en el 2022, especialmente en un entorno con menos incertidumbre que la del 2021, que hizo de las proyecciones un ejercicio de imprecisiones, con la ventaja de que las equivocaciones fueron hacia la baja y la realidad negó hasta las creencias pesimistas.

    Con un relato menos ortodoxo, la conducta colectiva para el 2022, apriorísticamente puede anticipar un aumento del PIB menos intenso, en el que, una variable poderosamente incidental, como la del consumo de venganza, que motorizó el comportamiento humano colectivo y en muchos casos individuales, como forma de compensar el subconsumo, sobrepasando lo inimaginable, para este año no actuará con protagonismo, porque nos encontramos de vuelta a la normalidad.

    El consumo reprimido durante el confinamiento, el deseo de comprar lo que no se podía durante el cierre de la economía, hizo de la conducta colectiva e individual, ver al 2021 como el año de la oportunidad para recuperar el tiempo perdido. Desde suplir necesidades básicas hasta el consumo vanidoso, en procura de efectos demostrativos o de ingreso psicológico.

    Como fenómeno sociológico y psicológico, el consumo de venganza, un concepto puesto de moda por estar en las expresiones valorativas de Yuk Hui, el filósofo informático chino del momento, es como para considerarlo en la lectura de los números dominicanos, que pueda avalar la trayectoria del desempeño de la economía nacional.

    Lo negado a los ciudadanos dominicanos por conveniencia sanitaria en el 2020 y permitido en el 2021, hizo que parte del infortunio, lo que la pandemia se llevó, el tiempo perdido, se recupere en forma intensa, naciendo el consumo de venganza, incluso, hasta con conductas negacionistas, a pesar de que el COVID-19, aun es realidad contagiosa, letal y severo en las finanzas personales, aunque menos por el desarrollo de las vacunas, otros medicamentos y aprendizaje.

    La conducta negacionista grupal e individual se ha puesto en práctica hasta por los no negacionistas. Negar una realidad, como manera de evadir la realidad del coronavirus o simplemente una reacción contraria a lo que se le ha negado por el cierre parcial de la economía, ha operado como refugio de conductas sociales.

    Con una frecuencia pasmosa uno se encuentra con expresiones como la del COVID-19 es un invento, que fue creado, que el virus se muere en clima caliente, que las vacunas es un plan satánico y cuantas otras cosas pululan, todas, con el objeto de evadir la realidad de la pandemia, ya sea por su incomprensión, por lo duro que ha dado o porque es más fácil negarlo que entenderlo y explicarlo.

    El crecimiento económico del 2021 fue movido en parte importante por el consumo de venganza, que puede ser respaldado por la alta demanda interna, medida por el Banco Central, en no menos de un 12.0 % o la que se puede cuantificar a partir de los datos de la Dirección General de Impuestos Internos, que permite ubicarla en un 42.0 %, cualquiera de las dos parametrizaciones ayuda a no refutarla, que el consumo se elevó y que se le puede poner el apellido de venganza.

    Pero fue la realidad y los deseos reprimidos del 2020 y que dieron riendas sueltas en el 2021, ¿variables que pueden exhibir igual comportamiento en el 2022 e impulsar el crecimiento económico a los niveles del 2021?, considero que no, que el consumo de venganza tenderá a normalizarse y moderarse, siempre y cuando la reapertura se mantenga, propiciando una expansión de la economía más cercana a su crecimiento potencial, ubicándose en torno al 5.0 % o 6.0 % anual.

    El consumo en el 2022 será menos impulsivo, menos pasional, menos de venganza. Ir a un concierto porque tenía mucho que no iba, comprar una ropa “de vestir” porque las que compré era casual para estar en la casa, cambiar de carro porque no lo hice en el 2020, ir al resort, de viaje al exterior, porque hay que botar el golpe o hacer un teteo porque antes no se podía, irme al restaurant o bar, porque tenía mucho que no lo hacía, no serán variables causales del consumo de venganza, sino, que habrá una vuelta a la conducta más racional, haciendo que la economía crezca, pero no por venganza.

    Adicionalmente, al examinar en forma apriorística el desempeño económico del 2022, hay que considerar el rebote estadístico, que al relacionarse con el 2021 -año de fuerte crecimiento-, ese patrón de comparación al ser alto y expresarse en porcentaje, la tasa de expansión del 2022 sería menos pronunciada, como en el 2021, que se equiparó con el 2020, cuando el PIB cayó en -6.7 %.

    El consumo de venganza, con acento de compras desmedidas, presiona a los precios, los que en el 2021 se situaron con una tasa de inflación de un 8.44 %, la más alta de los últimos 14 años en la economía dominicana y el doble de la inflación esperada por las autoridades, obligando a tomar medidas monetarias para reducir el incremento de los precios, como ha sido el alza en la tasa de interés monetaria, sin descartar que se produzcan otras más.

    Redacción
    Author: Redacción

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