Francia Márquez Mina nació en la vereda Yolombó del municipio de Suárez, en Cauca, en 1981. Su madre era partera, agricultora y minera; su padre, minero y obrero. De hecho, la candidata ha contado que su mamá la dio a luz sola en su casa, “porque no había nadie más”.
Se convirtió en la primera vicepresidenta afrocolombiana del país est 19 de junio.
También ha relatado que “su infancia pasó entre la casa de sus abuelos paternos, luego un tiempo con su mamá y el resto con los abuelos paternos”.
A los 16 años se convirtió en madre soltera y para sacar adelante a su hijo trabajó en las minas de oro. Luego, como empleada doméstica.
Su carrera como líder social empezó a los 13 años, cuando participó en el proceso de evaluación de los impactos que generaría a su comunidad la desviación del río Ovejas, en la represa Salvajina.
Esto la llevó, en 2009, a iniciar un proceso para evitar que las comunidades afrodescendientes del consejo comunitario de La Toma, en Suárez, fueran desalojadas de sus territorios ancestrales pues el Gobierno les había entregado a multinacionales como Anglo Gold Ashanti y a otras personas títulos de explotación minera. Ella y otros líderes sociales aseguraron que se había violado el derecho al consentimiento libre e informado.
Por esta lucha, fueron declarados objetivo militar de grupos armados ilegales. Eso hizo que ella y sus hijos hubieran tenido que salir corriendo una noche de su casa para salvar su vida. Terminó viviendo en Cali.
Todas esas experiencias la llevaron a estudiar Derecho para tener más conocimiento en su lucha como activista ambiental. Según relató a El País de España, se demoró siete años en terminar su carrera: “No porque no tuviera la capacidad, sino porque no tenía los recursos”.
En 2014 lideró una marcha que, a pie, partió desde Suárez en Cauca y llegó hasta Bogotá. En la capital fue recibida por el ministro del Interior de la época. El objetivo era pedir la protección del Gobierno al cumplimiento de la sentencia de la Corte Constitucional que amparaba la protección de los territorios ancestrales y exigir el fin de la minería ilegal que estaban causando la contaminación del río Ovejas y desplazando a la comunidad.
Esta lucha le valió que en 2018 ganara el Goldman Environmental Prize, el premio más prestigioso para un ambientalista.
Participó en los diálogos de La Habana como víctima, en la quinta delegación. Allí su discurso se centró en cómo el conflicto armado ha afectado a las comunidades afro, y en especial a las mujeres de su raza.
En 2019 sufrió un atentado con granada cuando se encontraba en Santander de Quilichao, Cauca, reunida con otros líderes preparando una reunión con el gobierno. “Llegaron unas personas armadas y empezaron a disparar y tiraron una granada”, contó en ese momento. Dos escoltas de la UNP resultaron heridos.
Su lucha ambiental y el atentado que sufrió la catapultaron a las primeras planas de los medios de comunicación y le sirvieron para impulsar una carrera política. Fue aspirante a la Cámara de Representantes en 2018 por la circunscripción especial para afrodescendientes. En este camino, la Vicepresidencia es un paso. Ella quiere llegar a ser presidenta de la nación.