Por Manuel Serrano
CRDmedia
Durante las gestiones de los últimos presidentes dominicanos, ha sido reiterativo el discurso de que la comunidad internacional debe acudir en apoyo de Haití, a fin de revertir su deterioro económico e institucional.
Negar de manera pura y simple la validez de ese planteamiento parecería una falta de solidaridad ante un país lleno de precariedades y sin estructuras capaces de mantener, aunque sea de manera mínima, los servicios básicos.
Sin embargo, estos llamados no han encontrado eco en los gobiernos interpelados ni en los organismos ante los cuales han sido expuestos. ¿ Por qué esa falta de respuesta ?
Varias pueden ser las explicaciones a ese “ no hacer caso “, pero me permito resaltar algunos.
Una primera explicación, está relacionada con la legitimidad de estas solicitudes . ¿ Desde cuando el gobierno de un país puede solicitar a otro actuar ante un tercero sin que haya ninguna manifestación expresa de los gobernantes de el país al cual se pide asistir ?
La política internacional tiene sus normas, y salvo que haya un conflicto claramente armado, una catástrofe natural o que su gobierno lo solicite, ni lo gobiernos extranjeros ni los organismos internacionales intervienen en un país.
Se alega como justificación, que en Haití no hay gobierno y que las bandas de delincuentes armados son quienes tienen el control de ese país. Pero aún reconociendo esa realidad, el presidente Ariel Henry es la autoridad gubernamental de Haiti tanto para otros gobiernos como para los organismos de cooperación. Y ni Henry ni ningún estamento de poder haitiano ha delegado en nuestro gobernante su representación internacional.
A raíz del terremoto que sacudió a Haití en el 2010, República Dominicana desempeñó un importante papel, ayudando de manera directa y canalizando la ayuda de otros países. Y hasta se creó, por iniciativa del presidente Leonel Fernández, un programa de ayuda millonaria para el cual se reunieron en Punta Cana diferentes países y organismos internacionales. Pero en esa ocasión la participación del entonces presidente haitiano, René Preval, fue determinante. No fue una iniciativa excluyente.
Otra explicación para la falta de apoyo al planteamiento dominicano, es que Haiti no representa ningún interés o peligro para los países a los cuales se ha estado apelando. Ni siquiera por el flujo migratorio. Y me parece una ingenuidad pretender que EU o Francia acudan a Haití solo porque el presidente dominicano ( el actual o los anteriores ) lo solicite. Es igualmente ingenuo asumir que estos países no conocen a plenitud la situación haitiana. Las misiones diplomáticas de ambos en Haití siempre han sido muy buenas, y si algún aspecto requirieran conocer más a profundidad es casi seguro que se valdrían de una misión especial, no de informaciones salidas de fuentes dominicanas.
Con frecuencia las posiciones de los dirigentes dominicanas frente a Haití tienen como objetivo no expreso obtener beneficio político entre los dominicanos ( Votos, popularidad, manejo de crisis, etc. ). Si en verdad nuestro presidente desea que la comunidad internacional acuda en apoyo de Haití, su plan debe empezar por ese pais. El primer invitado no puede ser el presidente de Panamá, o el de Costa Rica o Chile. Aún reconociendo la debilidad que acusa el estado haitiano, su presidente – y otros entes representativos de esa nación- deben ser los primeros invitados para definir, de manera conjunta, cualquier iniciativa dirigida a recabar apoyo en el plano internacional. Si no entendemos esto, posiblemente seguirá el “ clamor en el desierto “.