Por:Dr.Iván Ernesto Gatón Rosa
Ciudadania RD Media
En 1994, Ren Zhenfei, ex ingeniero del ejército, conversó sobre su pequeña empresa electrónica:
Huawei, con el presidente chino Jiang Zemin, a quien le explicó el rol vital que para la seguridad
nacional representan las telecomunicaciones y que no disponer de autonomía en este ámbito era
cómo no tener un ejército propio. De esta conversación surgió el apoyo irrestricto del gobierno
chino a Huawei.
Es la quinta generación de la tecnología móvil que conocemos. Tiene como predecesores a la red
de 1G, la que solo permitía hablar; la 2G trajo consigo los mensajes de texto. Luego se agregó la
conexión 3G, permitiendo que los teléfonos móviles se convirtieran en imprescindibles
herramientas de trabajo; más tarde llegó la 4G, con banda ancha, lo que permitió la reproducción
de vídeos. El 5G se caracteriza por su gran velocidad de descarga latencia, el advenimiento del
Internet de las cosas, “donde un mayor número de aparatos estarán conectados e interconectados,
incluyendo automóviles, robots para operaciones, naves espaciales, drones”1
, entre otros.
Se arguye que todos los equipos de telecomunicaciones tendrán acceso a informaciones
privilegiadas, que bajo la Ley Nacional de Inteligencia, promulgada en el 2017, en Pekín, la
exigencia a las empresas y a los ciudadanos para que presten su colaboración a las autoridades
gubernamentales provocan el temor de que, al igual que en los Estados Unidos de América, la
alianza del sector de las tecnologías y el ejército otorgaría a China el imperio de la vigilancia.
Sin lugar a dudas, el capitalismo de la vigilancia, a través de las informaciones dispuestas en las
redes facilitadas gratuitamente por los usuarios, permitirá a las empresas GAFA (Google, Amazon,
Facebook y Apple), a través de los algoritmos y los big data, no solamente obtener grandes
beneficios económicos, sino también una mayor y decisiva influencia en la economía y la política
en el mundo.
Huawei y ZTE (propiedad del Estado chino) y en su incidencia en la red 5G no solamente son
vistas en el ámbito de la dominación por parte de China del mundo de la telefonía, sino también
como un enfrentamiento económico (sería un negocio tres veces mayor que el del petróleo). Los
Estados Unidos de América se han quedado detrás y en Europa solamente Nokia y Erickson están
más próximas a los chinos.
Los Estados Unidos de América, durante la administración Trump, iniciaron fuertes presiones a
sus países aliados para que no acepten a los chinos en sus operadores de telefonía móvil y llegaron
a denominar a la empresa Huawei con el apodo: el espía.
La Unión Europea abordó la 5G en términos de seguridad nacional y cómo este abordamiento tiene
una perspectiva en la que los Estados miembros son soberanos, no se llegó a definir una política
común.
Las redes 5G en el cruce entre la tecnología y la seguridad nacional
Un gran conocedor del mundo geopolítico, el veterano diplomático español Fidel Sendagorta,
expresa que las redes 5G se han convertido en el campo de batalla, así lo expresa en su libro
Estrategias de Poder: China, Estados Unidos y Europa en la era de la gran rivalidad.
Sin lugar a dudas, la aplicación de la red 5G permitirá una profundización de la visión panóptica
de esa sociedad que preconizara George Orwell, en su novela 1984; la sociedad orwelliana no será
la de Joseph Stalin en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), llegó para
quedarse en la sociedad capitalista.
“El 5G no es simplemente una versión más rápida que el 4G en lo relativo a los datos, su capacidad
y la ultralatencia harán de estas redes la base de las tecnologías más avanzadas, desde
electrodomésticos, vehículos autónomos, ciudades inteligentes, fábricas automatizadas y su
amplio uso en inteligencia artificial”2
.
Ruta de la seda digital
En 2013, el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información, la Comisión para el Desarrollo
Nacional y la Reforma y el Ministerio de Ciencia y Tecnología crearon una alianza entre las
empresas y el gobierno, a los fines de adelantarse en la instalación de estas redes, llevar ventaja a
sus potenciales competidores y materializar una expansión global china bajo el paraguas de la ruta
de la seda digital.
El diplomático español Fidel Sendagorta, en su libro: Estrategias de Poder, que ha tenido una
especial valoración por políticos y académicos, refiere que el continente euroasiático, en el 2035,
si se cumplen las expectativas chinas de la franja y la Ruta de la seda, estará cubierto por redes de
Huawei y ZTE.
La extensión de cables y fibras ópticas por China por toda Eurasia, África, las islas del Pacífico y
América Latina comprendería un mercado que sobrepasará los 3.300 millones, que visto en
comparación a los 1100 millones de Europa y América del Norte tendría serias implicaciones
geoeconómicas, aseguraría para las plataformas chinas como Alibaba de comercio digital ese
amplio mercado, así como también, el pago mediante la aplicación WeChat en Renminbis.
La reacción de los Estados Unidos de América
Un informe del Congreso de los Estados Unidos de América, sobre la red 5G, del año 2012, en el
que se estableció como una amenaza para la seguridad nacional, llevó a la administración Obama
a excluir la participación de empresas chinas en contratos públicos de telecomunicaciones. En el
precitado informe se estableció que quien se adelante en el despliegue de la tecnología 5G podría
dominar el sector de la información.
En julio de 2018, se reunieron en Canadá los jefes de iinteligencia del grupo de países anglosajones
“five eyes” (cinco ojos) para coordinar acciones que les permitan proteger sus redes de
comunicación de la influencia china. Ante sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN), los Estados Unidos expresaron su preocupación sobre el efecto que en la seguridad
de los países miembros de la alianza podría tener el uso de equipos chinos. En Alemania, país
clave de la Unión Europea, el Ministerio de Relaciones Exteriores y los Servicios de Inteligencia
se inclinan por distanciarse de la tecnología china; sin embargo, los operadores de
telecomunicaciones consideran que no aceptar la tecnología china implicaría un retraso en su
aplicación.
La Unión Europea aprobó recomendaciones para que sus Estados miembros puedan enfrentar los
riesgos de seguridad que implica la red 5G. Francia cuenta con una exigente legislación de
seguridad y el eejecutivo actual, Emmanuel Macron, se opone a que los operadores de
telecomunicaciones manejen temas de seguridad que corresponden al Estado. En el Reino Unido,
su gobierno autorizó utilizar los equipos de Huawei sólo en áreas periféricas en las que no se
encuentren involucrados los temas de defensa y seguridad.
El gobierno de Japón, en el 2018, decidió no utilizar equipos chinos, sin hacer alusión al gigante
asiático. En América Latina, la presión de Washington ha sido evidente, teniendo como portavoces
al ggeneral John Mattis, cuando tuvo a su cargo la Secretaría de Defensa, y a Mike Pompeo, en el
Departamento de Estado.
Conclusiones
Evidentemente, como expresa la periodista y politóloga Natalia Suazo, en un mundo que en vez
de desplegar ejércitos lo que suma poder son los “me gusta” y que en vez de trasladar sacerdotes
y predicadores se nutre del capitalismo del “like”, -en palabras del filósofo sur coreano ByungChul Han, la religión más poderosa de una época en la que nos creemos libres, mientras cedemos
voluntariamente cada dato de nuestra vida, nos ha conducido a un nuevo colonialismo, donde
podemos agregar que la revolución digital viene a representar el nuevo marco en el cual veremos
las disputas geopolíticas, económicas, sociales y culturales.
Estamos en una nueva era de la humanidad, en la cual se está hablando de posthumanismo; el
ciberespacio es la máxima expresión de una nueva era que podemos denominar el capitalismo de
la vigilancia. Ante esta nueva etapa de la civilización humana, en la que podemos referirnos a una
era post-occidental (cinco siglos de hegemonía de la península de la isla mundo, que es Europa),
podríamos señalar que la red 5G, dominada por el “reino del centro”, es una incontrovertible señal
de los nuevos tiempos en los que el mundo occidental podría ser desplazado en su hegemonía por
la ventaja tecnológica que abarca el internet de las cosas, incluyendo a ese objeto ya cosificado
como cibernauta. Alea acta est.