DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL INSTITUTO DUARTIANO EN “MARCHA PATRIÓTICA RD”, EN SANTIAGO, EN FECHA 1° DE OCTUBRE DE 2022.

DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL INSTITUTO DUARTIANO EN “MARCHA PATRIÓTICA RD”, EN SANTIAGO, EN FECHA 1° DE OCTUBRE DE 2022.

DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL INSTITUTO DUARTIANO EN “MARCHA PATRIÓTICA RD”, EN SANTIAGO, EN FECHA 1° DE OCTUBRE DE 2022.

Honorables y distinguidas autoridades del país, del heroico Santiago y de la combativa Región Norte.
Entidades patrióticas que imprimen su fe a estas demostraciones, distinguidas personalidades de Santiago y toda la República que expresan su apoyo sin reservas a estas jornadas patrias.
Honorables y distinguidos directivos, miembros del Instituto Duartiano, presidentes y delegaciones de las filiales duartianas de Nueva Jersey y la República de Perú; presidentes y delegaciones de los Centros Duartianos de Santiago, La Vega, San Francisco de Macorís, Puerto Plata, Moca, Salcedo, Altamira, Luperón, Bonao, Azua, San Juan de la Maguana, Barahona, San Cristóbal, Moca y Cotuí.
Dominicanos, dominicanas; hermanos en la Patria y en Duarte todos y todas:
Como un atronador eco prolongado del Manifiesto del 6 de agosto pasado, leído en el marco del Altar de la Patria sus piedras centenarias y ante el Mausoleo que, celosamente guarda las cenizas venerables de los Padres Fundadores, se ha expresado el digno pueblo de Santiago, la Región Norte y los buenos dominicanos, como si emularan a Fernando Valerio al momento de accionar con gallardía con sus guerreros serranos al poner en práctica “la carga de los andulleros”, con ocasión de la trascendente batalla del 30 de marzo de 1844.
Aquí, precisamente aquí, la divisa trinitaria se tiñó de la pólvora de los cañones de gloria de los fuertes Dios, Patria y Libertad, frente a la Sabana, militarmente liderados por el general José María Imbert, y apoyados por la fusilería del valiente y resuelto general Fernando Valerio… el triunfo de las armas dominicanas quedó sellado.
Ahora, convocados y reunidos aquí en Santiago, abrazados a nuestra Bandera Nacional dominicana y a los principios enarbolados por Juan Pablo Duarte y Díez, privilegiando los más elevados de la Nación dominicana, proclamamos muestra adhesión plena al contenido del Manifiesto del 6 de agosto leído en el Altar de la Patria; de ahí que resulte procedente resaltar de este el siguiente contenido:
Estamos al filo del grave riesgo de que perezca la República, sin ni siquiera haber entrado en la gran resistencia, la cual ha de expresarse en la intensificación de los esfuerzos de nuestros gobernantes y líderes de todos los ámbitos, de los cuales hoy se requiere que apliquen el reclamo de nuestro Padre Fundador, quien, en 1865, en una carta dirigida desde Caracas al gobierno restaurador (con sede en Santiago) le expresó: “El gobierno debe mostrarse justo y enérgico… o no tendremos Patria y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional”.
La Nación dominicana, que nadie lo dude, enfrenta en la actualidad las pruebas más complejas y peligrosas de toda su existencia histórica. No solo se desarrollan conflictos bélicos entre bloques de grandes potencias que hacen estremecer el orden internacional establecido y temer la ocurrencia de una nueva conflagración o guerra mundial, sino que el orden económico que cimenta el mismo, acumula problemas, agravados por una Pandemia que no nos libera todavía, que están sometiendo a todas las naciones del mundo a un porvenir de inestabilidad e incertidumbre, de recesión, de ruptura y reorganización de las cadenas de suministro, con potencial de afectar tanto su seguridad alimentaria, sanitaria y energética como la seguridad nacional y ciudadana, no menos que la estabilidad de sus instituciones, con recurrentes crisis de gobernabilidad.
Tampoco debemos olvidar que la región de Las Américas en la que estamos enclavados y en la que ocupamos una posición central, dentro de nuestra compleja realidad insular, la cual históricamente ha sido escenario de la confrontación de grandes potencias del continente y fuera del continente, hoy por hoy se encuentra sacudida por intensas tensiones y contradicciones políticas, ideológicas, militares, así como por graves convulsiones sociales, que de una manera u otra repercuten en nuestra Nación.
Sin embargo, existe una realidad mucho más dramática y riesgosa, más próxima y dolorosa, con raíces históricas muy hondas, tan existenciales que conectan con la historia del mundo: nos referimos al dato geopolítico e histórico de compartir el espacio isleño con una nación que como Haití tiene características particulares, y que al mismo tiempo ha devenido penosamente en un Estado Fallido, colapsado, desvertebrado; y sobre todo, lo más triste e injusto, desahuciado y abandonado por la Comunidad Internacional, en especial, por los Organismos Internacionales, la ONU y la OEA, así como por EE.UU., Francia y Canadá.
Hoy aquí y ahora, una vez más en esta hidalga de los 30 caballeros, queremos proclamar con toda fuerza y vigor, con determinación y rectitud de conciencia, en nombre de todo el pueblo dominicano, de los nobles y buenos dominicanos, que no hay ni habrá jamás solución dominicana a los problemas de Haití, ni aquí en nuestro territorio, ni allá en el suyo.
Queremos que lo entiendan bien los grandes poderes de la tierra y los dirigentes de Haití: los problemas de Haití deben y pueden ser abordados y superados con urgencia, efectividad y responsabilidad, en primer término, por los propios haitianos; pero cómo está de. mostrado, en el porvenir inmediato ese objetivo supremo no lo podrán alcanzar los haitianos sin un esfuerzo de corresponsabilidad de otros actores que sí pueden y deben, se impone entonces que la Comunidad Internacional, en especial, la comunidad hemisférica, no siga rehuyendo o mediatizando por más tiempo el cumplimiento de sus obligaciones como lo ha hecho hasta ahora.
Más aún, hoy denunciamos ante el mundo, con toda responsabilidad, que contra ambas naciones se comete un abominable crimen, un crimen de alta inteligencia y ejecución continuada, cubierto por una conspiración de silencio: la brutal violencia que se desata en Haití, con cada vez mayor intensidad y crueldad, por parte de grupos fuertemente armados y financiados desde el exterior y que se encuentran en proceso de unificación y organización creciente, sólo procura hacer destruir las pocas estructuras que le quedan a Haití y provocar que su población desesperada, huya despavorida de más en más hacia República Dominicana, a la vez que se maniobra en las sombras para que se complete el proceso de trasladar millones de haitianos, para su asentamiento definitivo en la parte oriental de la Isla de Santo Domingo. Que lo sepan bien los que conspiran, aquí y fuera de aquí con esos designios malévolos: los dominicanos nos uniremos como nunca antes, como Duarte nos ordenó hacer en momentos de extremo peligro, para enfrentar esa ignominia, que conduciría a la destrucción final de su obra histórica, a la negación más abyecta o vil de todos nuestros derechos como Nación.
La verdad ha de ser dicha: los líderes de la comunidad internacional y hemisférica, nunca han hecho un esfuerzo auténtico, consistente, sincero, de rescatar y reconstruir a Haití en Haití, ni siquiera después del horroroso terremoto de 2010, evento trágico tras el cual el pueblo dominicano demostró una vez más tener un corazón, noble, digno, generoso y compasivo. Aquí y ahora corresponde reiterar que ningún pueblo de la tierra ha sido más solidario con el pueblo haitiano, ni más comprensivo de su drama histórico que el dominicano.
Señores, dominicanas y dominicanos, queremos insistir, la crisis de Haití, tiene el potencial de desatar un conflicto de envergadura, que los dominicanos no deseamos y que haremos todos los esfuerzos necesarios para evitarlo. Pero que se sepa bien, sin renunciar en modo alguno al derecho supremo e inalienable que tenemos como pueblo de defender y preservar por todos los medios a nuestro alcance nuestro propio desarrollo, las conquistas alcanzadas a lo largo de nuestra historia, nuestra soberanía y autodeterminación, nuestra integridad territorial y demográfica, así como la identidad nacional anclada profundamente en los valores de una cultura cristiana y humanista.
Estamos compelidos a rechazar con nuestro enérgico proceder y nuestras actitudes, el discurso mentiroso y avieso que pretende estigmatizarnos como pueblo xenófobo, racista, anti-haitiano, genocida, para agredirnos a mansalva y descalificar nuestras firmes posiciones. No lo hemos sido, no lo somos, ni lo seremos; pero nunca entregaremos a los organismos internacionales ni a las grandes potencias el derecho a nuestra tierra, ni nuestra identidad de Nación “indómita y brava, que siempre altiva su frente alzará”, como reza nuestro Himno Nacional.
“Hoy vivimos un singular momento histórico que mueve a recordar la admonición de nuestro Padre Fundador Juan Pablo Duarte sobre nuestro destino: “Nuestra patria ha de ser libre e independiente de toda dominación extranjera o se hunde la Isla”.
Hermanos en la Patria y en Duarte, ante la dramática situación descrita, reiteramos nuestra exhortación vehemente al ciudadano señor Presidente Abinader y a todos los poderes públicos nacionales y municipales, a nuestras Fuerzas Armadas y de seguridad que tienen mandatos constitucionales muy precisos, así como a todo el liderazgo nacional político y no político, de gobierno y oposición, a asumir el solemne compromiso de adoptar rectas Políticas y Estrategias de Estado para alcanzar con el mayor sentido de urgencia los siguientes objetivos de Supremo Interés Nacional:
a) La construcción del Muro o Valla Física Tecnológica. Aunque esta obra fue anunciada e iniciada por el actual gobierno, respondiendo a un creciente clamor nacional, la mayoría de los dominicanos tenemos la expectativa de que la misma se edifique con la celeridad, trasparencia y efectividad que demandan las singulares circunstancias críticas antes señaladas.
b) La aplicación enérgica del Código Laboral con base al mandato que establece el mínimo del 80 % de mano de obra dominicana en las actividades económicas del país, así como impulsar sin dilaciones las reformas estructurales y la modernización en el aparato productivo de la Nación.
c) El cumplimiento riguroso y justo de las normativas migratorias, en consecuencia, la repatriación sostenida y creciente de todos los extranjeros en situación migratoria ilegal o irregular, quienes permanecen en esa condición aun después de los dominicanos haber sufragado el denominado Plan de Regularización de extranjeros en extremo frágil o abiertamente ilegal, oneroso, que bien puede ser calificado como un gran fracaso.

d) Que se adopten todas las medidas y providencias, para que, conforme a la realidad precedentemente expuesta, las FF.AA. sean llevadas en un número tan suficiente como lo demandan las circunstancias actuales, a ejercer control fronterizo para evitar el regreso de los repatriados y nuevas incursiones ilegales, al costo y con el rigor que el caso requiera, hasta tanto concluyan los trabajos de edificación del Muro y se pongan en práctica efectivos mecanismos tecnológicos que garanticen una efectiva supervisión.
e) Que el Ministerio de Educación cumpla con el artículo 63, numeral 13, de la Constitución de la República el cual manda lo siguiente: “Con la finalidad de formar ciudadanas y ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes, en todas las instituciones de educación pública y privada, serán obligatorias la instrucción en la formación social y cívica, la enseñanza de la Constitución, de los derechos y garantías fundamentales, de los valores patrios y de los principios de convivencia pacífica”.
f) Que el Congreso Nacional de cumplimiento al artículo 10, numeral 2, de la Norma Suprema y cumpla con la reserva de ley establecida al precisar: “El régimen de adquisición y transferencia de la propiedad inmobiliaria en la Zona Fronteriza estará sometido a requisitos legales específicos que privilegien la propiedad de los dominicanos y dominicanas y el interés nacional”. Asimismo, instamos a los poderes públicos a repoblar la frontera y convertirla en una zona de desarrollo de alta prioridad nacional.
g) La adopción de una política altamente restrictiva en relación de los consulados dominicanos en Haití y la emisión de visas por parte de los mismos durante el tiempo que sea necesario hasta tanto se supere la situación actual.
h) La revisión y la supervisión minuciosa del Registro Civil, así como del Libro de Extranjería, en particular, en lo concerniente al registro de los hijos de haitianos nacidos en territorio dominicano desde el año 2000. Por igual, exigimos que nuestra diplomacia produzca un rechazo contundente a las campañas engañosas que quieren confundir apatridia con indocumentación, pretendiendo revertir la histórica Sentencia núm. 168-13, emitida por el Tribunal Constitucional de la República Dominicana, con la cual se definen aspectos sustanciales de la nacionalidad dominicana.
i) Es necesario, acometer una gran ofensiva diplomática mundial, incluido un amplio ejercicio de diplomacia pública y ciudadana, con guía escrita, rigurosa y unidad de criterios, ante todas las Embajadas, Parlamentos y los organismos internacionales de la Región y el Mundo, con un contenido histórico veraz y objetivo acerca de las relaciones dominico-haitianas así como de los datos socioeconómicos, demográficos y medioambientales que fundamentan nuestros legítimos y justos reclamos. También resulta es menester incorporar la valiosa diáspora dominicana en todo el Mundo, en especial, la radicada en Estados Unidos y Europa, la cual está llamada a convertirse en una poderosa vanguardia de esta lucha nacional y patriótica, de resistencia y restauración del pueblo dominicano, marchando “serenos, unidos y osados”, como manifestó Duarte en su sentido canto a la “Unidad de razas”, hacia una cita con la historia, donde se volverá a demostrar que somos una gran Nación, que existe porque Dios quiere y porque en cada generación hay dominicanos patriotas dispuestos a asumir todos los sacrificios: los de su vida, su libertad y sus bienes si fuere preciso.

Llamamos al pueblo dominicano a defender con determinación nuestra soberanía, permaneciendo unidos y alertas a todo el proceso que iniciamos hoy, en uno de los momentos de mayor dificultad de nuestra historia, guiados por la inteligencia y la voluntad duartianas, sin permitir los sectarismos ni los protagonismos de los que pretenderán desviarnos, y de aquellos que seguirán pretendiendo disminuir la intensidad de la Nación como parte de la trama internacional, que, si no la vencemos, nos conducirá a ser dos naciones destruidas en medio de una isla fatalmente condenada.
A una sola voz, declaramos que no podrán despojar al pueblo dominicano de su territorio, ni destruir sus instituciones y derechos jurídicos, ni anular su soberanía, ni desvanecer su Independencia Nacional.
A todos nos une la historia, la cultura, la Patria, el ejercicio de la libertad y la democracia, el derecho al gobierno propio e independiente. A todos nos une el dominicano de gloria más pura, Juan Pablo Duarte y Díez.
Hermanos en la Patria y en Duarte, solo con la unidad del pueblo dominicano, puede preservarse su continuidad histórica.
Somos un Pueblo de Dios. Nacimos como República con la divisa trinitaria y hoy Lema constitucional nacional de los dominicanos: “Dios, Patria y Libertad”.
¡Viva la Independencia Nacional!… ¡Viva la República Dominicana! ¡Viva el Pueblo de Santiago!
¡Duarte Vive! ¡Duarte siempre! ¡Por Duarte tenemos Patria!

Redacción
Author: Redacción

Medio digital de comunicación de República Dominicana

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