Por Leonardo Sánchez G.
CRDmedia

Mediantando en los actuales acontecimientos de nuestra hermana nación de Haití, situaciones que en lo personal me apenan, pero que al mismo tiempo, nos preguntamos, si desean continuar soportando una clase de clanes que ostentan la dirección o el control de su país, o si prefieren aunar esfuerzos para encaminarlo en una ruta de estabilidad y progreso ?, me pregunto dónde está el espíritu de unidad de sus ciudadanos en el marco del interés común de lograr colocar su nación en pro de la institucionalidad y la gobernabilidad.
Nuestras reflexiones son respondidas, indudablemente, por hechos que han sido trascendentes históricamente, generando una secuela de resultados infructuosos en detrimento de Haití.
De 1911 a 1915 el palacio de gobierno haitiano fue ocupado por 7 presidentes, esto sin mencionar que ya tenían más de un siglo con un comportamiento similar, pero he querido traer a la memoria los hechos más relevantes de esa cultura, a partir del siglo XIX.
Un proyecto de nación no tiene éxito si se ven interrumpidos su gobiernos, es claro que es Justo lo que ha pasado en el caso haitiano.
Theodore asume el mandato de Haití tras lograr llevar a cabo la insurrección que derrocara al anterior presidente que le antecedió y el usurpante Theodore el 22 de febrero de 1915 es suplantado por un nuevo mandatario apoyado por los principales militares del gobierno de Theodore quienes se oponían a su investidura, revuelta que fue noticia por el envío de una comunicación emitida a Washington por el embajador estadounidense en Haití de ese entonces Arthur Bailly Blanchard.
El entrante presidente Sam impone una serie de medidas de reprensión para sacar del escenario a sus principales y potenciales rivales de su gobierno, sin embargo, estas medidas no frenaron los alzamientos civiles y militares en su contra, ya que al igual que su antecesor y pagándole con la misma moneda, tropas de su propio gobierno se sublevaron en el llamado fuerte libertad al noreste de Haití, adjunto con centenares de seguidores de Rosalvo Bobo ex-ministro del gobierno de Theodore y quien estuvo exiliado en República Dominicana, llevó a cabo una gran fuerza opositora, que dieron paso al escape del presidente Sam a la embajada de Francia, tras ser sorprendido con la ocupación de Puerto Príncipe por los insurrectos.
Estás revueltas llevaron a la ira al presidente y desde la propia embajada de Francia en Haití, con las emociones encarnecidas ordenó la ejecución de 160 presos políticos, dentro de los cuales estaba el ex-presidente Orestes Zamor.
Una vez más y con el magnicidio llevado a cabo por Sam se despierta la ira de una población ya enardecida, que penetra a la fuerza la embajada de Francia, asesinando a Sam, desmembrándolo y exhibiendo las partes de su cuerpo sujetados en largas varas recorriendo la ciudad.
Acto que nos hace recordar aquel 7 de Julio del 2021, la manera en que fue ultimado a tiros en un asalto a su propia residencia de madrugada, que dio lugar al asesinato vil de su último presidente democrático Jovenel Moise y en cuyo asalto hieren de gravedad a su esposa primera dama de Haití Martíne Moise, sobreviviente Gracias a la intervención rápida de los médicos de un hospital en Miami al que fue trasladada.
Este sanguinario comportamiento incentivó la rápida respuesta militar estadounidense, quien buscaba proteger sus intereses en el área, ya que el presidente Woodrow Wilson temía por una posible intervención Alemana en Haití, según se ve señalado en un texto de la propia oficina del departamento de historia de Estados Unidos, no así por mi autoría.
Claro está que este texto tiene connotaciones históricas, amén de que en ese tiempo los ojos de Washington estaban prestos en las inmediaciones del siglo XIX en República Dominicana y Haití, porque veían a ambos países como centros dentro de los cuales podían proteger sus intereses en el caribe, atendiendo una posible presencia Alemana en estos países, porque era considerado como su rival más potente para la época. Tanto así que tras la muerte de Sam, Estados Unidos evitó que fuerzas armadas de Reino Unido y Francia intervinieran Haití, garantizándoles a ambas naciones, que sus Marines protegerían de forma igualitaria los intereses de los mismos, obviamente para mantenerlos a rayas, así como lo idearon con Alemania.
Es justamente y con la incidencia de estos hechos históricos que se da el pie o la entrada a la ocupación más larga de los estadounidenses en el caribe, una ocupación con una duración de 19 años en Haití, que trascendieron y quedaron plasmados para contarse, por las medidas que fueron inmediatamente establecidas tras la ocupación.
Nos referímos a la imposición de un tratado que daba derecho al control total de Washington sobre las finanzas y la intervención de Haití cuando lo consideran necesario, logrando no solo esto, sino también intimar al congreso de entonces para elegir como presidente de Haití a Philippe Sudre’, quien gobernó hasta 1922 .
Dicha elección no era como es costumbre en la actualidad, del gusto popular por los habitantes haitianos y por lo que persiste como en aquel momento la ingobernabilidad.
Otro hecho relevante en aquellos años de ocupación fue la intension de Estados Unidos, en querer modificar la constitución haitiana, en donde promovían una ley que permitiera a los extranjeros apropiarse de tierras en Haití y conociendo el accionar de sus ciudadanos y por la mera simpleza de la protección de un recurso tan impórtate como el de la tierra, era de esperar que este tipo de propuesta no calaría y sería desestimado como lo fue en su momento por el congreso .
Negación que fue contrarrestada por Washington, que de inmediato instruyó al presidente Philippe para disolver dicho congreso el que quedó sin funcionamiento hasta 1929, pero logró malograr el propósito norteamericano, redactando una constitución contraria a los intereses de USA antes de su salida.
En ese mismo año ( 1929 ), y coincidiendo con la crisis, o como mejor se conoció como la gran depresión, originada en los Estados Unidos, con el suceso de la caída de la bolsa de valores de Nueva York, la cual se extendió a todos los países del mundo, tomaron la decisión de preparar la salida del territorio haitiano, producto de las incesantes y continuas manifestaciones, revueltas, huelgas, indicando claramente una firme oposición a mantenerse intervenidos.
Lo que naturalmente ninguna nación quiere para su pueblo, pero examinando el caso de Haití y trayendo al presente los hechos enumerados en este escrito, cabe ser redundante en hacernos las preguntas de inicio. ¿Quiere Haití salir de un estado de inestabilidad e ingobernabilidad como en la actualidad?, o ¿desea aunar esfuerzos para encaminarse en un proyecto de nación en pro de la institucionalidad y El Progreso?
Entendemos que la solución a su situación, debe y tiene que surgir por medio de la OEA y la ONU, implantando el orden que facilite la creación y funcionamiento de instituciones públicas fuertes en Haití, que marquen la salida del retraso y freno económico que lo ha sumergido y colocado como el país más pobre del continente americano y me atrevería a decir, que de todo el hemisferio terráqueo.