Un ingeniero ruso de la compañía Tupolev ha huido de la represión de Vladímir Putin y pide asilo político en los EEUU a cambio de los secretos del bombardero nuclear Tu-160
Por Jesús Díaz
El Confidencial
Por si necesitábamos más pruebas de que la Guerra Fría ha vuelto para quedarse y el mundo se ha convertido en una novela de Tom Clancy, un ingeniero ruso de la compañía Tupolev ha pedido asilo político en los Estados Unidos a cambio de los secretos del bombardero nuclear Tu-160, una de las piezas claves de la tríada atómica de Vladímir Putin.
Según fuentes oficiales del Gobierno norteamericano, el ingeniero llegó con su familia en un todoterreno blindado a la frontera con México. Allí pidió asilo político en el país, argumentando miedo a que el Gobierno ruso tomara represalias contra él por su participación en las protestas contra Putin y en favor del opositor Alexéi Navalni. A cambio, declaró a las autoridades del Gobierno federal, les ofreció datos vitales y altamente secretos de la joya de la corona de la aviación rusa.
Cualquier secreto sobre el avión al que los rusos llaman el Cisne Blanco puede comprometer la efectividad y supervivencia del bombardero en caso de conflicto militar con EEUU, exponiendo puntos débiles en su arquitectura y sistemas electrónicos que los americanos y sus aliados podrían aprovechar para neutralizarlos.
Aún es más, los datos facilitados por el ingeniero —que aparentemente trabajó en la fabricación avión desde 2018 a 2021 en la factoría que Tupolev tiene en la ciudad de Kazán, en Rusia central— también pueden exponer la capacidad real que estas máquinas tienen en la actualidad. El Ejército ruso ha mostrado graves problemas tecnológicos y operativos durante la invasión de Ucrania, pero el Tu-160 ha tenido un papel muy limitado y desde la distancia. Dado el lamentable estado de la industria militar rusa gracias a los embargos y la corrupción endémica del país, es probable que los Tu-160 no estén en condiciones óptimas. Si EEUU se enterase de que la flota tiene problemas operativos, Putin perdería la credibilidad de parte de su fuerza estratégica de disuasión.
La joya de la aviación rusa
El Tupolev Tu-160 —apodado Blackjack por la OTAN— es un bombardero nuclear supersónico diseñado por la Unión Soviética en los años 70 y fabricado en serie desde 1984 hasta el día de hoy. Con un total de 27 aviones operativos, es una columna fundamental de la capacidad nuclear estratégica rusa, pero también una máquina que puede lanzar muchos otros tipos de ataques convencionales. Está considerada como la más letal de las aeronaves del Ejército del aire ruso y, de hecho, es el avión militar más grande y pesado jamás construido capaz de volar a más de dos veces la velocidad del sonido.
Fue diseñado por Tupolev en 1972, cuando la Unión Soviética encargó a sus gabinetes de diseño la creación de una máquina capaz de competir con el Rockwell B-1 Lancer, un bombardero pesado supersónico americano diseñado en los años 60 que voló por primera vez en 1974. Los soviéticos querían tener un avión con capacidad similar y Tupolev se inspiró en el Lancer, usando la misma geometría variable de las alas para permitir el vuelo óptimo de la máquina tanto a velocidad subsónica como supersónica.
Problemas de modernización y mantenimiento
El Cisne Blanco voló por primera vez en 1987 y llegó a contar con nueve unidades de prueba. La máquina comenzó siendo exclusivamente un bombardero nuclear, pero ha tenido varias revisiones tecnológicas desde los años 80. La primera fue en el año 2002 que, en teoría, culminó en 15 unidades modificadas para lanzar armas convencionales como misiles crucero. Desde entonces, hay unidades que han recibido también nuevos sistemas de aviónica y comunicación, así como motores y sistemas de radar.
Todas estas supuestas actualizaciones, sin embargo, sufrieron múltiples contratiempos y no todos los Tu-160 tienen todas las capacidades, como contaba el semanal militar Jane’s Defence Weekly desde Kiev en 2013: “La modernización de 16 bombarderos estratégicos Tupolev Tu-160 Blackjack, que, de acuerdo con los planes a largo plazo de la Fuerza Aérea Rusa (VVS) deberían haberse completado en 2017, puede retrasarse hasta 2019 o más allá, según nos informan algunos de los especialistas asignados al proyecto”. Ucrania tuvo en su día 19 de estos bombarderos, ocho de los cuales vendieron a la Federación Rusa en 1999. El resto fueron destruidos.
Es precisamente en ese periodo cuando este ingeniero habría trabajado en la fábrica encargada de las actualizaciones y la fabricación de nuevas unidades del modelo Tu-160M que supuestamente se entregaron en 2022, pero de las que no se sabe nada oficialmente. En otras palabras, si es verdad lo que dice, es más que probable que las autoridades norteamericanas le hayan abierto las puertas del país de par en par.