El filósofo español José Ortega y Gasset dijo “yo soy yo y mi circunstancia”, refiriéndose a las condiciones que han marcado la vida de una persona, ya sea el lugar donde vive, su familia su formación, las oportunidades de las que ha disfrutado, entre otras cosas. Hacemos mención de dicha cita para referirnos a un acontecimiento que enlutó a una familia y trajo preocupación y sobre todo, mucha frustración a otras. Nos referimos a la muerte de el joven Joswa Fernández, quien apenas tenia de 19 años, a causa de un disparo en la cabeza durante un atraco en el que participó, según el Ministerio Público, Wesly Vicent Carmona alias el Dotolcito, hijo del comunicador Vincent Carmona, conocido como “El Dotol Nastra”.
Nos llena tristeza e impotencia ver, como el Doctol Nastra, mostró su frustración y dolor de padre ante la audiencia que lo sigue, al declarar sentirse fracasado, a pesar de todo el esfuerzo y sacrificio que hizo para que su hijo sea un hombre de bien. Sin embargo, al parecer el entorno, el lugar donde convivía no favoreció que esa inversión realizada tenga los frutos anhelados.
Dotol Natra, te acompañamos en tu dolor, y al de esa madre que le arrebataron a su hijo, pero al mismo tiempo les decimos que la sociedad también ha fracasado, porque hemos invadido a nuestros adolescentes de ofertas llenas de antivalores que los hacen crear una burbuja virtual y llegan a pensar que vivimos en ese mundo sin reglas, sin normas, sin consecuencias, ni castigo.
Lo cierto es que, como sociedad, como escuela, como padres, no estamos contribuyendo al desarrollo moral de nuestros niños, niñas y adolescentes, para que adquieran los valores o principios normativos que regulan el comportamiento de las personas en cualquier situación.
Desconocemos los motivos que tuvo Dotolcito para llamar el taxi, para subirse al mismo, y para no bajar de este cuando sus compañeros de viaje deciden salir a atracar a otros jóvenes. Eso se lo dejamos a la justicia. Nos preguntamos cómo dos jóvenes se encontraban armados, ¿cómo el taxista que era un adulto no pudo impedir esa acción y más bien colabora ayudándoles a emprender la huida?
Desconocemos los motivos que inducen a un adolescente amado tomar una decisión que no se apega a la conducta moral de sus progenitores.
El desarrollo moral es algo muy estudiado, y merece la pena citar al psicólogo estadounidense Kolhberg, quien plantea tres niveles de desarrollo en el cual los padres y los que educamos a nuestros hijos debemos tener claro. Uno de ellos es el nivel preconvencional, en el que la persona es movida por la evitación del castigo o la consecución de premios. El segundo el nivel convencional en el que las personas viven identificadas con el grupo; se quiere responder favorablemente en las expectativas que los otros tienen de nosotros. Se identifica como bueno o malo aquello que la sociedad así lo considera. Y el tercer nivel, el deseado en una sociedad madura es el posconvencional, en el que el individuo considera que la justicia, la igualdad de derechos, las libertades básicas y el respeto a la dignidad de los seres humanos como individuos son los principios que deben guiar las decisiones particulares de toda persona racional.
Es nuestro deber como padres apoyar a nuestros hijos para que puedan alcanzar un nivel posconvencional, que le permita ante un hecho como lo sucedido, tomar la mejor decisión. O ante amigos como con los que compartía el Doctolcito, tomar la decisión sabia de alejarse y el control para apegarse a las enseñanzas de sus padres. Para esto es preciso conseguir el control sobre las fuerzas externas que inciden en la vida de las personas, así como el aumento de la confianza propia y las capacidades individuales para tomar decisiones.
Esa confianza a la que hacemos referencia solo la podemos adquirir en el hogar y en la escuela, debido a que en el entorno está completamente contaminado. Pero, nos surge la pregunta, ¿qué está pasando en nuestras escuelas? ¿qué está pasando en nuestros hogares?, los números de violencia que se están suscitando en las mismas no son nada alentadores, así como la cantidad de feminicidios que ocurren, lo cual es un indicativo del nivel de violencia física y psicológica que se vive en los mismos.
Por consiguiente, hacemos un llamado desde esta plataforma para que toda la sociedad, en especial desde el gobierno, las iglesias, clubes, partidos políticos, grupos gremiales y los medios de comunicación, oprimamos el botón de pánico para que juntos, de manera sabia y valiente pongamos un alto a esta violencia que está carcomiendo a toda nuestra sociedad, en especial a nuestra juventud, ya que la culpa recae sobre todos nosotros.