Por Rafael Narbona
Todo indica que la ideología de la ultraderecha está muy infiltrada en las fuerzas de seguridad de los países democráticos. Hace poco, un chat de militares españoles retirados hablaba de la necesidad de fusilar a 26 millones de españoles y, años atrás, un chat de la policía española elogiaba a Hitler mientras insultaba a la alcaldesa Manuela Carmena. En Alemania, han tenido que disolver varias unidades por sus vínculos con grupos neonazis.
Durante mis años de profesor de instituto, pude comprobar que los alumnos neonazis -una minoría creciente y ruidosa- soñaban con ser militares o policías. No suele mencionarse mucho, pero la policía alemana tuvo una participación muy activa en la Shoah. Franz Stangl, comandante de Treblinka y Sobibor, dos campos de exterminio, había sido oficial de la policía austríaca.
El policía que disparó a Nahel, el joven asesinado en París, había sido condecorado por su participación en la represión de las protestas de los chalecos amarillos. No sé cuál es su ideología, pero el dato no es tranquilizador, pues la represión de esas protestas fue brutal y desproporcionada. La policía francesa mató en 2022 a 52 personas que no atendieron a su orden de detener el vehículo. El uso de las armas de fuego debe ser mucho más restrictivo.
Nahel no poseía antecedentes. Había cometido una infracción, pero no merecía morir. La función de la policía es garantizar nuestros derechos y libertades. Solo en las dictaduras se establece como prioridad la represión. París arde porque hace tiempo que no funciona el ascensor social y las periferias carecen de servicios y buenas comunicaciones. La desigualdad siempre acaba destruyendo la paz social.
Rafael Narbona
Periodista en @elcultural y @Revistadelibros. Escritor y crítico literario. Fui profesor de filosofía. Autor de seis libros: retratosdelreporteroadolescente.com