Por Angela Lora CRDmedia
Qué agradable poder estirarse, ya me estaba quedando muy apretado el traje que me protegía en mi edad infantil, era hora de soltar las costuras y estrenar mis nuevos colores. Mis hermanos y hermanas también han ido rompiendo sus envolturas y enderezando sus brazos y es hermoso el brillo en sus alas. Somos muchas, muchísimas, las que estamos despertando de este sueño de crecimiento y aunque nos diferencian entre machos y hembras, todas terminamos siendo una misma: mariposas, eso si, cultivadas y criadas en esta tierra y pertenecientes a la mismísima familia Aphrissa, que ya estamos regados por toda la isla.
!Porque los domincanos nacemos donde nos da la gana!
De inmediato noto que todas se mueven rápidamente hacia un árbol en la orilla del camino, cubriéndolo y haciendo que se vea como si las hojas se movieran con el viento y cambiaran de color, por la variedad de tonos de las alas. También me doy cuenta que este árbol tiene unas bolitas muy olorosas que abren el apetito de inmediato. Me acerco y ya entiendo por qué es hipnotizante el vuelo hacia las bayas: son jugosas y dulces. Yo que había estado durmiendo por un buen rato, comiendo insectos y hojitas, y ahora que despierto lo primero que me brindan es este trago que me hace efecto de inmediato. Uyyy, estoy que bailo cualquier merengue de Toño Rosario sobre un techo de zinc al mediodía, !y con más gusto si es el kulikitakaki! !Cuanta Sabrosura!
Pasado unos minutos continúa la marcha. Hay que moverse. Hay que seguir. JeanA Surielita, la pronosticadora de las corrientes de aire, ha activado los sensores de cada una de nosotras para que podamos sentir la brisa caliente y percibir mejor el aroma de las bolitas dulces.
El tour sale en breves segundos, el recorrido incluye dos lomas, una bajaita, tres grandes árboles donde haremos una parada para un refrigerio y descanso. Por esa zona corre un rio que es la vía que vamos a tomar y aunque está un poquito ¨desflecao y seco¨, la humedad nos sirve de guía para el recorrido. Seguimos por esa autopista húmeda para llegar a un campo donde hay algunos animales que producen leche. La leche no es lo nuestro, pero son amistosas las vacas esas y dicen que son familias de unas muy hermosas que viven en Holanda y que producen unos quesos muy buscados por los humanos.
El paisaje es hermoso. Hacia arriba un azul brillante, iluminado por una gran luz amarilla y caliente. Hacia el frente las plantas de un verde más intenso que nuestros vestidos y por algunas zonas unas hermosas flores de diferentes colores y con una bebida sabrosa.
Saliendo de ese campo ya encontramos unos grandes caminos de tecnología avanzada, creadas para las naves de los humanos, que según me han contando, son muy peligrosas. Hemos llegado a esta zona un poco tarde, ya casi no se siente el caliente del camino y nos indican que vamos a detenernos en el hotel que está antes de cruzar, un inmenso árbol de 5 estrellas, con diferentes niveles, bocadillos de primera y stándares de seguridad significativos. Esta isla es fabulosa porque no aparecen animales raros que vayan atacando a cualquier mariposa que esté haciendo un paseo, como nosotras, que aunque el recorrido es nuestro trayecto de vida, no dejamos de admirarnos y disfrutar.
Antes de acomodarnos nos informa la líder de equipo que al amanecer, antes de salir, recibiremos un rápido entrenamiento para la carrera olímpica que vamos a realizar. No estoy muy clara sobre a qué se refiere con lo que ha dicho, pero por lo pronto tenemos la noche libre y algunas de nosotras iremos a explorar en los alrededores, a ver si encontramos algún ¨guiri guiri¨ (cabaret de campo) donde se pueda aprender a bailar algunos merengues típicos.
Y pasada la noche, parece que bailar tres merengues de Fefita La Grande son más que suficientes para estar entrenados. Vamos al mambo, tempranito, al entrenamiento que nos avisaron que íbamos a tener.
El reto: atravesar la autopista sin coincidir con una nave humana. Empiezan los grupos, pero debemos seguir muy de cerca todos, con pocos grados de separación porque eso es parte de nuestra naturaleza. Comienza a cruzar el primer bloque de mariposas, no vemos ninguna nave venir, el cielo hoy también está muy azul y brillante. No parece que pueda ser algo complicado… hasta que de repente y a toda velocidad viene un vehículo y su rapidez y fuerza supera el aleteo de nuestras alas. Sin remedio algunas de mis hermanas quedan aplastadas en una plancha dura y transparente que se encuentra en la parte delantera del vehículo.
En paz descanse mi querida hermana. Una vida más corta de lo programado.
Una vida brillante, llena de luz y color, llevando emoción a los corazones en cada movimiento de las alas, augurando alegrias, creatividad, inspirando a grandes escritores. Antes de tiempo pero como parte de la vida, misión cumplida. Sigamos adelante el camino.
FUENTE: EnLaPuntaDeLaLengua