El atractivo de la ganancia en el centro de nuestras desventuras durante dos siglos

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Le Nouvelliste
Editorial

Editorial: Le Nouvelliste

Fue el atractivo de las ganancias lo que llevó a las naciones europeas a colonizar América. Todavía es el atractivo de la ganancia lo que alentó la esclavitud, el Código Negro, el comercio triangular y todas las ignominias en esta tierra desde 1492 hasta 1804.

Es nuevamente la codicia la que llevó al rescate francés contra Haití en 1825. La codicia que llevó a los banqueros inventó la doble deuda y la política de préstamos sin fin. Nuevamente el atractivo de la ganancia que puso a los estadounidenses tras la pista de los franceses para reemplazarlos en Haití.

Dentro de tres años, serán dos siglos que esta parte de la isla, que por desgracia fue una de las colonias más ricas del nuevo mundo, atrae carroñeros de todas las plumas que se las ingenian para descuartizarla.

Las estadísticas lo dicen. Mientras que los líderes haitianos estaban contentos con las migajas de la pequeña corrupción, los amigos inteligentes de Haití cortaron de buena gana la mesa puesta sobre las espaldas de la miseria de Haití.

El señuelo de ganar ayudando, durante dos siglos nos hemos dado un festín con los escombros de un Estado en descomposición. Y nada frustra los apetitos de los voraces.

Indemnizaciones, deudas, control de finanzas y aduanas, amistades inconfesables con dictadores y malos líderes, fondos para la reconstrucción tras el terremoto, dinero de PetroCaribe, siempre al lado de nuestras desgracias estaban los haitianos y nuestros mejores amigos.

Hoy, antes de que se haga el recuento de las demás decepciones, el New York Times estimó, en un rango amplio, entre 21 y 115 mil millones de dólares tales serían los daños que Francia causaría a Haití.

Más allá de las discusiones y especulaciones, reproches y límites de la investigación, enmarca un elemento específico: el dinero.

Podemos revisar el monto, rehacer los cálculos, desafiar la fórmula, quedará un balance y una interrogante: cómo lograr que el señuelo de la ganancia, de un lado o del otro, no se coma las esperanzas de un arreglo tranquilo.

frantz duval

Redacción
Author: Redacción

Medio digital de comunicación de República Dominicana

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